Opinión

De anuncios y jóvenes infractores

Por: Diario Concepción 20 de Marzo 2019
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Andrés Cruz Carrasco
Abogado, magíster Filosofía Moral

Hoy en día se ha instalado en el imaginario social la existencia de una criminalidad impulsiva y descontrolada que se supone permea a toda la comunidad. No habría lugar a salvo de las hordas de delincuentes. Esto le ha permitido al gobierno proponer la adopción de políticas públicas, posicionándolas como productos en un supermercado, aprovechando el contexto para hacerles creer a los consumidores que tienen una necesidad, aunque el bien que se les ofrece no satisfaga para nada su demanda real.

El fin es una rentabilidad distinta, no solucionar un problema. No se habla de niños o adolescentes, sino que de “menores delincuentes”, generando un marco comunicacional que deja asentada la existencia de una categoría criminal. Los jóvenes pasan a ser sospechosos, aunque empíricamente esta afirmación no se ajuste a los hechos.

En lugar de velar por profundas y efectivas reformas al sistema de responsabilidad penal adolescente, que se ha demostrado incapaz de servir como un medio para resocializar a los infractores o focalizar los medios, se pretende ampliar el marco de aplicación de la justicia para los adultos a jóvenes infractores, inmaduros y desadaptados, volviendo a la era cavernaria en materia de persecución penal, legislando sobre la base del aplauso fácil, a corto plazo, invadiendo el espacio para el ejercicio de nuestras libertades civiles.

Pero se prefiere aquello que resulta ser más visible. Es más fácil distraer la atención del vulgo ante otras falencias de significación social. El fracaso de la sociedad, la irresponsabilidad política y la ceguera colectiva nos impiden hacernos cargo de las carencias afectivas y educativas, de la ausencia de figuras paternas, de una historia de maltrato y un futuro que sólo tiene una salida: el abismo de la reincidencia, las humillaciones constantes y la pérdida de toda esperanza para insertar socialmente al niño. Mejor el estigma, la vía segura sin objetivos claros y la distracción de valiosos y escasos recursos. Todo esto ante la inoperancia de un sector político que se ha mostrado completamente incapaz de articular un proyecto creíble que aparezca como una alternativa verosímil. Por mientras, en lugar de líderes políticos, tenemos que soportar los constantes anuncios de un maestro de ceremonias o un señor corales a quien le interesa más el espectáculo que el sufrimiento social.

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