Los penquistas nacidos y criados, en la descripción de las generaciones anteriores, suelen tener, con respecto a la ciudad, la relación contradictoria de amor-odio, característica de quien siente por algo, o alguien, afecto extremo. Ante la imposibilidad de aceptar los defectos y del mismo modo negar sus virtudes, se busca incansablemente los modos y los medio para superar los factores con detalles que pueden ser modificados para bien, encontrando apoyo justamente en los otros, los de las virtudes.
La ciudad que en medio de destrozos y reconstrucciones avanza decididamente a su medio milenio de vida, es en justicia algo más que la frase introductoria de los folletos turísticos; “situada en medio de un asombroso paisaje natural en el cual destaca el Cerro Caracol y los ríos Andalién y Biobío, Concepción es una de las principales ciudades del país”
Abrazada la ciudad por dos ríos, cuál más famoso, uno por haber tenido oro y otro por lo magno, es eminentemente verde, con cinco lagunas cuyo origen se remonta a unos a 8.000 años, casi todas derivadas del río Biobío, excepto la Laguna Redonda. Todo ese patrimonio acuífero está permanentemente amenazado por factores humanos, por tanto, la Municipalidad de Concepción ha dedicado especiales esfuerzos para devolverlos a la ciudadanía en forma de parques o áreas verdes.
Estamos en su mejor época para visitarla, por estar, además de bonita, cerca de todo. Es una pena que no nos vengan a ver tantos como debieran, falta cursar invitaciones más elocuentes, convencer a los otros chilenos, para empezar, que es mucho lo que se pierden por no venir.
PROCOPIO