Opinión

Los méritos del que terminó segundo

¿Fue un campañón o a la UdeC no supo ser campeón? La rivalidad entre la UC y el Campanil marcó el 2018 y cada uno se llevó lo que merecía. Dos equipos que hicieron mucho con poco y ahora deben pensar en la Libertadores.

Por: Paulo Inostroza 10 de Diciembre 2018
Fotografía: Lukas Jara M.

En el fútbol, ser segundo casi siempre es motivo de burla. El hincha, sobre todo el ajeno que se quedó aún más abajo, prefiere destacar que no pudiste alcanzar al primero y no dar mérito a terminar en lo alto, peleando un título hasta la última fecha. Más bien, hasta los 70 minutos del último partido, la UdeC estaba a solo un gol de jugar una definición extra en Rancagua. Las burlas, para clubes que gastan $60 millones en un delantero que no marca goles. Las burlas, para la defensa más cara del torneo, haciendo agua por todos lados. Los dos mejores de la tabla, sin que les sobrara nada, hicieron mucho más de lo esperado. Los dos merecen el aplauso al final del camino.

Primero, hay que reconocer que no hubo ningún equipo sobresaliente. Ninguno que llenara el paladar del amante del buen fútbol, que arrasara o que tuviera dos figuras arriba por las que te dieran ganas de pagar una entrada. En ese contexto, la UC es un justo campeón. El más regular, el que supo ganar cuando había que hacerlo y el que tuvo mejores hombres de reparto para no descansar en sus dos o tres principales figuras. Como sea, este equipo no es el de “Arica” Hurtado y ni siquiera el de Castillo y Buonanotte, que quedaron para el recuerdo. El de Beñat ganó bien y punto, como cada fecha.

La UdeC, en tanto, se fue armando en el camino. En el debut por la Libertadores, titulares arriba eran Luis Pedro, Silva y Pedro Morales. Atrás no estaba Vittor. En el camino, Bozán fue encontrando su mejor once y, en ese mismo camino, le sacaron a su jugador más desequilibrante (Meneses). Nunca tuvo un “9” que marcara la diferencia (Católica tampoco), pero la defensa y mediocampo son fácilmente recitables para el que ve fútbol. Y esa base le dio solidez y un ritmo reconocible al equipo. Te puede gustar o no la UdeC de Bozán, pero tiene un estilo de juego y cree en él. Eso es evidente. No por nada, casi le alcanza para algo más.

Es cierto que faltaron solo tres puntos y seguro que están en los duelos que no se le ganó a la UC, en las salidas a Curicó y Viña del Mar y, en general, toda la campaña de visita en el segundo semestre. Pero quedémonos con los méritos de un equipo que en algún momento dejó de ser sorpresa y asumió que la pelea era entre ellos y Católica. Jugó con esa presión en los hombros y lo hizo bien. Derrotó dos veces a Colo Colo y a la “U”, que tenían planteles millonarios. Se levantó de varias malas y mostró coraje en la parte final para que los azules no le robaran al menos el derecho a una Copa que merecían. Algunos se irán por buenos y otros puestos – no pocos- tendrán que ser reforzados. La base está, pero Libertadores es otra cosa. Creo que la UdeC lo tiene más que claro.

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