Opinión

De lenguaje y memoria

Por: Diario Concepción 31 de Octubre 2018
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Andrés Cruz Carrasco
Abogado, Magíster Filosofía Moral UdeC

La memoria es la que forja nuestra identidad. Sin memoria no puede haber vida consciente. Para esto necesitamos darle un significado a todo lo que almacenamos como recuerdo. A todo le damos un sentido, sea este racional o emocional. A la memoria no la controlamos. Los sucesos están siempre ahí, así como las interpretaciones que les damos.

Por ello, es que no resulta ser plausible pedirle a las personas que olviden. Los recuerdos aparecen de improviso. No es sólo información de la que disponemos, es un discernimiento sobre la misma. Pero si podemos discriminar lo que resulta ser importante o no. Lo nuevo nos llama la atención, pero cuando algo se hace habitual, tendemos a pasarlo por alto. Si el prejuicio, la competencia y el sufrimiento ajeno se hacen cotidianos, lo aceptamos como algo natural. La tolerancia, la colaboración y la empatía se hacen excepcionales, fuera de lo que ocurre comúnmente y lo asumimos como inevitable.

Es por lo anterior que resulta ser esencial el lenguaje, por cuanto fija los contornos de la memoria. Son nuestras palabras y el uso que les damos las que enmarcan lo que podemos conocer.

Para Wittgenstein: “lo que puede ser dicho, puede ser dicho claramente; y de lo que no se puede hablar, mejor es callar”. Pero el lenguaje no necesariamente es preciso. Un vocablo puede tener muchas interpretaciones, dependiendo de quien la emite, cuando y donde lo hace, de acuerdo a un contexto específico. Está repleta de ambigüedades que hacen de la construcción de la memoria y la comunicación con el otro un asunto muy complejo. Un hecho puede tener para distintas personas un significado absolutamente distinto.

El lenguaje puede ser usado para la construcción no sólo de una interrelación honesta, sino que también sirve de insumo para mentir y manipular. Podemos entender su sentido, pero desconociendo que es intencionalmente falaz. Hasta podremos retener en la memoria un suceso y darle una interpretación errónea, ya que nuestras emociones y prejuicios intercederán para evitar un conocimiento eficaz.

Puede incluso que respecto de un mismo hecho existan interpretaciones diferentes que queden asentadas en la memoria y que sean válidas en un contexto social. Según el lingüista John Austin, “la cuestión decisiva para comprender la frases no es la que si algo es verdadero o falso, sino si la comprensión se efectúa o no en el sentido de la intención del hablante”.

Si es bueno o malo, correcto o incorrecto, será algo que nos demandará algo más que limitarnos a aceptar lo que otros nos dicen y ese esfuerzo merece la pena si queremos dejar asentado en nuestra memoria lo que es justo.

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