Opinión

De ética y modo de vida

Por: Diario Concepción 26 de Septiembre 2018
Fotografía: Carolina Echagüe M.

ANDRÉS CRUZ CARRASCO
Abogado, magíster Filosofía Moral

Hemos asumido cómodamente que lo único real es lo que se repite. El ser humano parece desenvolverse sobre la base de arquetipos. La originalidad muchas veces se castiga con la exclusión, produciéndose la paradoja que el sujeto para sentirse aceptado y real procede a imitar, dejando de ser lo que es. Es decir, para parecer real ante los otros deja de serlo. Esta situación encuentra su cobijo en la tradición y en las estructuras educacionales, que pese a las exigencias formales, repletas de estadísticas y pruebas que miden la concurrencia de esta “normalidad”, se resisten a la imaginación, ya que se forma a los sujetos para adaptarse a lo que ya está y no para transformar. Se les hace asimilar esquemas de comportamiento que configuran la marca de la sociedad de la que se forma parte y que se hacen una condición para su socialización.

Quedamos al margen de controlar estas expectativas y no se dota al individuo de herramientas para que aprenda a ser, sino que sólo para ponerlo “al servicio de”. No hay ningún interés en formar líderes, sino que sólo empleados, en una dinámica social que premia al sumiso, rastrero y zalamero que no arriesga nada. Para muchos la introducción de la tecnología y la inteligencia artificial responde simplemente a perfeccionar el modelo ideal que se pretende, ya que las máquinas no contestan y sólo basta con programarlas para que ejecuten lo que se les pide sin protestar por el tedio de una labor o por las exigencias de la rutina laboral. La existencia se transforma en un currículum, en el que se espera que los individuos trabajen, consuman, se endeuden, sean productivos y disciplinados, enmarcándonos en lo “políticamente correcto”. Esto golpea a todo el sistema ético, por cuanto el marco del mismo se construye sobre la base de este modo de vida, haciéndolo impotente, de carácter testimonial, construido sobre la base de principios generales con muy poco efecto práctico, por cuanto la formación del individuo y su estilo de vida además de amansarlo, lo anestesia. El joven soñador se instala y como sus ingresos no le bastan, se endeuda, encadenándose a la necesidad de mantener un empleo por años.

Para Mark Hunyadi: “No hay ninguna intención maléfica detrás de todo esto, ningún complot solapado ni ninguna agenda oculta; sólo el resultado convergente de una miríada de decisiones particulares acumuladas a través del tiempo que concordaban todas tácitamente para mantener, reproducir y mejorar le sistema… De esto resulta una consolidación continua, estabilizada por mucho tiempo en modos de vida que ninguna fuerza individual puede frenar. La pequeña ética es su cómplice”.

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