Christian Schmitz V.
Rector Ucsc
La organización de nuestras ciudades, es reflejo de nuestra forma de ser y vivir en sociedad. En el mundo podemos observar modernos ejemplos de urbes que, gracias a una cuidada planificación y apertura, se han transformado en líderes de rankings de calidad de vida y en focos de desarrollo, impulsado por la convivencia de una diversidad de ciudadanos que aportan en un sinfín de oficios, especialidades y culturas.
Por otro lado, en Chile, el crecimiento de las ciudades no parece haber contado con una planificación adecuada. Las principales urbes proveen de una gran variedad de servicios a quienes se encuentran cerca de los centros urbanos. Sin embargo, hacia los suburbios, sus habitantes se enfrentan a distancias que aumentan con el crecimiento inorgánico, dejando zonas segregadas. Tratar de cambiar esta condición no parece fácil, como se ha visto en la reciente discusión de las políticas de inclusión social urbana en la comuna de Las Condes, en la capital.
La reacción defensiva de algunos vecinos manifiesta una triste realidad que distingue a Chile del resto de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde): junto a México, encabezamos el ranking negativo de los dos países más desiguales y con más bajos niveles de confianza.
Lo anterior, se refleja en la planificación y en el crecimiento de espacios urbanísticos, donde la segregación residencial prima sobre la integración urbana. Tradicionalmente buscamos la cercanía y convivencia, siendo un criterio determinante el nivel de ingreso y grupo socioeconómico. En efecto, buscamos erróneamente “zonas de confort” y “proteger” la identidad grupal, alejándonos de otros, o rodeándonos de quienes piensen de manera similar. Eso se aplica también en la vida residencial de barrios y condominios.
Estos factores de segmentación territorial dibujan la ciudad en Chile y obstaculizan nuestras reales posibilidades de avanzar al desarrollo como sociedad integral de composición heterogénea. Es urgente efectuar un trabajo multisectorial y multidisciplinario que permita superar los obstáculos de integración y avanzar en un proyecto de ciudad inclusiva, con mayores posibilidades de ser sustentable en el tiempo. Cuando las personas cuentan con facilidades de acceso a servicios y a puntos de vista diferentes, no solo gozan de una mejor calidad de vida, sino también de un escenario con mayores posibilidades de creatividad y desarrollo personal.