Opinión

La no tan famosa vida doméstica

Por: Procopio 29 de Junio 2018

Es un lugar común declarar que hay una diferencia notable entre la obra de un hombre y el hombre mismo, que hay pintores, por ejemplo, tanto da músicos, y chefs de cocina, de una producción emocionante y, sin embargo, como personas más vale poner entre ellos y nosotros la mayor distancia posible.

Como en esencia los hombres siempre hemos sido lo mismo, la no siempre consecuencia feliz entre nuestros eventuales talentos y nuestra manera de ser con los demás, es posible intuir los puntos de desacuerdo de la pragmática Xantipa, que se casa joven e ilusionada con un joven inteligente y promisorio; Sócrates, con el objetivo tácito de tener un buen vivir, una casita bonita, con jardín y terminar con este personaje que olvida con frecuencia las convenciones sociales, cambiarse la toga o llegar a tiempo a la hora de almuerzo.

Por otra parte, es relativamente fácil comprender a Sócrates, al menos en estos pedestres asuntos, con la cabeza llena de ruidos, con el desafío cotidiano de entender para qué está el hombre en el planeta y cuántas verdades contiene su inteligencia si se tiene el correcto procedimiento para ir a buscarlas.

La madre de nuestro héroe había sido mayeuta, es decir partera y eso inspira a Sócrates para emplear una técnica parecida, que consiste en inducir el parto de una idea en su portador, ayudar al nacimiento de una verdad, aunque sea pequeña, a la altura de quien la tiene. Agrega otro procedimiento bastante ingenioso, buscar la verdad proponiendo ideas que claramente son erróneas, es decir buscar la verdad por exclusión, el uso de la ironía; maltratar a los animales, pregunta con falsa ingenuidad, ¿es una muestra de bondad?

Como bien lo sabía Xantipa, no es fácil vivir en pareja, pero más difícil es vivir sin ella.

PROCOPIO

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