Opinión

Las muchas caras de la inteligencia

Por: Procopio 20 de Junio 2018

Para ser objetos obsoletos, si vamos a creer en los adictos a las pantallas omnisapientes de los celulares, los libros suelen ser muy visitados y los lugares donde los venden no son sitios donde penan las ánimas, por el contrario, los diferentes sectores de las librerías tienen sus respectivos devotos; los de jardines, cocina, literatura universal, arte, historia, en fin, un rincón para cada quien, entre ellos los sectores de auto ayuda.

En ese último rubro se encuentran best sellers como “La inteligencia emocional”, como si esta forma de inteligencia fuera otra y distinta, sin embargo, es posible pensar que la inteligencia es un todo, completa inteligencia o inteligencia faltante. El origen del término, como casi toda palabra decente del español, proviene del latín, compuesta de dos términos; intus (entre) y legere (escoger), por lo tanto, etimológicamente, el concepto de inteligencia hace referencia a quien sabe escoger, entonces, si a uno le toca una razonable dosis de inteligencia, se está capacitado para seleccionar las mejores opciones, leer entre líneas toda la información disponible para solucionar una cuestión, cualquiera que sea esta, matemática, biológica, tangible o intangible, teórica o práctica. Por lo tanto, a un sabio en matemáticas, pero torpe en el manejo de sus emociones, inhábil para comprender las necesidades afectivas de su familia, le faltan chauchas para el peso. Es sólo una ocurrencia, no hay para qué darse por ofendido.

La mayoría de los genios de verdad son geniales para todo, saben idiomas, tocan el piano, andan a caballo, elevan volantines, cocinan ravioles a las finas hierbas e inventan las cosas más inesperadas, aunque en realidad no hay que ser un genio para ser inteligente. Se acepta opiniones en contrario.

PROCOPIO

Etiquetas