Opinión

Poder de dominación y control: caso Karadima

Por: Diario Concepción 07 de Junio 2018
Fotografía: Archivo

Arnoldo Pacheco Silva

En todos estos últimos años se ha ido develando a través de entrevistas, reportajes, investigación periodística, el complejo y sórdido ambiente que rodeaba el núcleo más secreto e íntimo de lo que era la trastienda en la parroquia del Bosque. Karadima, durante su período como párroco, fue armando un círculo de jóvenes, de seminaristas, sacerdotes y laicos que constituían su entorno cercano e íntimo.

Estamos bajo la vieja tentación en la historia del hombre: anhelar, buscar y tener el poder, el control, el tener autoridad, manejar los hilos que extienda su poder hacia otras personas y grupos, bajo la ideología de la subordinación y la lealtad a un caudillo determinado. En este caso, el poder de Dios pasaba por su autoridad sacerdotal, pervirtiendo el sentido de su consagración. No de otra forma se explica el manejo de las conciencias, el sometimiento de los más cercanos y la admiración del círculo exterior de fieles.

Karadima, para estos jóvenes, había creado este mundo ceñido por su disciplina, llevando a la práctica el maniqueísmo en las relaciones humanas, tratando que no se abriera fisura alguna proveniente del exterior y en cuyo centro estaba él, que estimulaba, reconocía, premiaba o, por el contrario, hacía sentir que algunos no merecían estar en el círculo más estrecho de su confianza.

En esta delicada e incierta circunstancia, Astabureaga fue uno de los sacerdotes que actuaron en el acompañamiento de las víctimas y que presentó un informe en derecho canónico para que se procediera a indagar, acusar y sancionar a Fernando Karadima, documento que terminó por convencer a Errázuriz de la verosimilitud de los hechos e iniciar la tardía investigación canónica. Siendo fieles a los hechos, otros 10 sacerdotes de ese entorno que ya se habían apartado del párroco, decidieron ser parte del proceso de indagación dando un valioso testimonio, una vez que tuvieron una instancia de acercamiento escuchando las revelaciones de Hamilton. El imperio construido por Karadima comenzaba a desmoronarse, más aún cuando Cruz, Hamilton y Murillo hacen pública sus denuncias en un canal de televisión y entreabren la puerta para exponer descarnadamente la perversidad a la que se vieron expuestos junto a sus sufrimientos por largos años. Karadima con su conducta de manipulación de las conciencias, había ensombrecido y alejado en cada una de sus víctimas, el rostro cercano y misericordioso de Dios.

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