Opinión

Para volver a leer Crónicas Marcianas

Por: Procopio 23 de Mayo 2018

Algo tiene Marte, no podemos olvidarnos de su existencia, su atractivo es perdurable, Ray Bradbury escribe Crónicas Marcianas, una serie de cuentos sucesivos que describen las expediciones de los terráqueos a esos confines, con resultados no siempre gratos, hasta que al último grupo no le queda otra que quedarse, por razones que piadosamente es mejor ocultar para no echar a perder el suspenso de la obra de este famoso escritor de ciencia ficción.

Otra vez nos preparamos para mandar una nave a Marte, planeta sobre el cual se han posado tractores robóticos intrusos que le rascan la superficie y fotografían sin pudor alguno. Tenemos, en consecuencia, una idea más o menos cercana de lo que existe allí y, también, de lo que hace falta.

Lo que hace más falta es vida, como la conocemos, a lo mejor la hay, con seres de otro, todavía inconcebible, modo, en cualquier caso, muy arrepentidos de haber permitido que la situación del planeta rojo haya llegado al lastimoso estado en el cual se encuentra, objeto de curiosidad por metiches naves exploradoras.

Estamos tan entretenidos en interpretar las imágenes, que parecen indicar la existencia de mares y ríos ahora desaparecidos y una atmósfera tóxica, que perdemos la oportunidad de intuir que podemos ser nosotros mismos, en unos pocos millones de años, que si nos seguimos portando como hasta aquí, la tierra puede terminar de modo parecido, misteriosa y árida, digna de ser visitada por audaces exploradores de algún confín de la galaxia. Si tienen buenos registros podrán comparar esa tierra con aquella que estaba llena de agua y árboles y toda suerte de animalitos. Lo cual sería una excelente advertencia para sus futuras generaciones, advertencia que no le ha bastado a la nuestra.

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