Opinión

Los dueños de la verdadera verdad

Por: Procopio 22 de Abril 2018

La paz se ha terminado un poco más temprano que lo habitual, en la vieja tradición republicana de Chile, se ha venido concediendo a los gobernantes nuevos un tiempo plausible para instalarse, para poner el mobiliario en orden y dejar funcionales los espacios para la gente que tiene que tomar el bastón de la posta. Un gesto de buena crianza que, en la medida de lo posible, se ha conservado, como una muestra mínima de respeto a quienes, les guste a los otros, o no,  representan la voluntad popular y que están allí, no por favor de nadie, sino por la voluntad de los ciudadanos que democráticamente les han elegido para hacerse cargo de las esperanzas de la mayoría.

Como parece ser el signo de los tiempos hay quienes están convencidos  que su voluntad está por encima de todos los demás, que su criterio es el que debe imperar y que sin atisbos de resguardos establecidos por la tradición o por la ley, se suben a la tribuna más cercana y proclaman el nuevo ordenamiento, que empieza por atribuirse la infalibilidad y omnipotencia propias de los elegidos por poderes superiores, superiores a la Constitución, si ese fuera el caso, para decidir que no es el primer mandatario el que puede elegir a quienes le merezcan confianza para emprender el cumplimiento de sus tareas, sino que son precisamente los primeros mandatarios los que deben solicitar  la anuencia de estas nuevas, juveniles y decisivas autoridades políticas.

Para ser más preciso, no por ser ellos los portadores de la verdad para otros oculta e inaccesible, sino por representar al pueblo, una de las atribuciones más arbitrarias del político en ciernes, pensar que su voz es la sumatoria de todo lo que la ciudadanía quiere, sabiendo de ella solo una fracción, lo único bueno es que estas ínfulas suelen  desaparecer con el tiempo, después de no pocos porrazos, es cosa de tener paciencia.

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