Opinión

Las islas de la tentación

Por: Procopio 17 de Abril 2018

Los pequeños comerciantes siguen luchando, los mismos comerciantes, o los sucesores de los que hicieron el centro de Concepción, antes de los procesos migratorios de los consumidores a los malls, las islas de la tentación. Las galerías comerciales son el testimonio concreto de su integración con la ciudad, que por ellas tiene marcas de identidad. Hubo un tiempo, no demasiado lejano, cuando ir de compras era ir al centro y de ese modo los penquistas se encontraban en un entorno común.

No es nostalgia, las cosas cambian con el tiempo, es la condición normal de la historia. La aparición de los grandes centros de compras en la periferia, obedeció a una estrategia de desarrollo probadamente eficiente en USA, que en Chile dio rápidos resultados al confluir una serie de fenómenos, como la libertad de comercio, la baja en aranceles de importación y el surgimiento de un mercado mundial de productos de relativo bajo costo, hasta hacer prevalecer la idea del objeto desechable y de rápida obsolescencia.

El comercio minorista, en cambio, trata de mantener una línea de productos con raigambre nacional, conserva la calidad de artículos de consumo que de alguna manera identifican al comerciante, quien establece con el cliente una relación de confianza, una vinculación personal que pretende formar un lazo que trasciende las generaciones de las familia.

La otra amenaza es el comercio ilegal, que les rodea como la mala hierba, ejercido muchas veces por actores menores de tinglados inescrupulosos, los comerciantes piden ayuda que los municipios no son capaces de atender. Ciertamente, hay instituciones que deberían hacerse cargo, pero deben estar mirando para otra aparte, o con intereses de más personal e inmediato beneficio.

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