Opinión

El sufrido tercer visitante de Chile

Por: Procopio 14 de Abril 2018

El éxito esplendoroso de Pizarro al conquistar el imperio inca, fue un estímulo poderoso para  Diego de Almagro, el apellido corresponde al pueblo donde malamente había nacido el 1475, ya que fue abandonado por sus padres; la madre soltera y el padre huido, criado por un tío de cuya casa huyó a la edad de 15 años. Su triste y solitaria niñez, y una juventud incierta, no le permitieron estudiar; no sabía leer ni escribir.

Fue de todas maneras una persona honesta y generosa, un cronista lo describe; Almagro “era de pequeño cuerpo, de feo rostro e de mucho ánimo. Era avisado y sobre todo muy temeroso del rey”.

Aunque se había enriquecido  con Pizarro,  Diego quería mayor prestigio, en 1534 obtuvo la gobernación de Nueva Toledo,  desde El Cuzo hasta Taltal. Según los indígenas, estas tierras eran abundantes en oro, lo que justificaría cualquier esfuerzo. Financió la expedición, algo así como un millón y medio de pesos castellanos.

La ruta utilizada por Almagro para conducir a su hueste de 500 españoles, 100 esclavos negros y 10.000 indígenas pasaba por el altiplano boliviano. El cruce de la cordillera a casi 4.000 metros de altitud, el frío, el hambre y el cansancio significaron la muerte de españoles e indígenas y casi todos los esclavos. Aquí se encontró con los dos  primeros chilenos, Gonzalo Calvo de Barrientos y de Antón Cerrada, ambos renegados de Pizarro, el primero desorejado por éste, posiblemente por buenos motivos.

En apretada síntesis, le fue muy mal, empobrecido regresa a Lima, se enfrenta con los Pizarro, pierde y es ejecutado en julio de 1538. Su corta e infortunada visita nos puso en el mapa y en la mira de Pedro de Valdivia. A lo mejor sin Diego nuestra historia como país sería todavía mucho más corta.

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