Opinión

La frágil herencia cultural chilena

Por: Procopio 04 de Abril 2018

Si nos descuidamos, podemos perder lo poco que nos queda de la cultura nacional, sin las tradiciones que por algún misterioso motivo, suelen ser miradas como propias de un pasado un tanto ñoño por los jóvenes más progresistas, tomando como ejemplo nuevo, rutilante y ubicuos modelos internacionales, aprovechando la inmediatez de los medios globales.

Hace ya varios años, campañas periodísticas fueron capaces de revertir una de esas pérdidas; talleres de greda de tradición centenaria, con figuras que formaban parte de la cultura campesina, el inefable chanchito de greda, por ejemplo, habían empezado a ser reemplazadas por figuras de las películas de Walt Disney. Puede ser una anécdota menor, pero esa migración estética delata el insidioso y tenue camino a perder patrimonio cultural.

Sin un adecuado conocimiento de lo que es nuestra propia cultura, sin el respeto, por decir amor, a nuestras tradiciones, cualquier otra manifestación foránea puede parecer más atractiva y, en el proceso, terminar por perder las raíces y el sentido de pertenencia como nación, una amenaza muy vigente ante el universal fenómeno de la globalización que exige esfuerzos públicos y privados que revaloricen el arte y la cultura de los grandes, y pequeños grupos humanos.

Ante ese escenario, es fácil comprender el papel de la educación, por un lado, pero también con mucha fuerza aquel de los medios de comunicación. La cultura no es un bien menor, o secundario, en muchos casos no se requiere de altos niveles educativos o grandes recursos financieros. Para que sobreviva tiene que haber por ella respeto y reconocimiento transversal de la sociedad, entender que perder identidad es como quedarse sin tierra propia, viviendo de prestado, en tierra de nadie.

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