Opinión

Jesús en el pesebre

Por: Diario Concepción 24 de Diciembre 2017
Fotografía: Archivo.

Por: Fernando Chomali Garib
Arzobispo de Concepción

En la plaza de la ciudad de Concepción hay un hermoso pesebre. Está frente a la Catedral. Muchas personas, al pasar, se sacan una foto. Veo también a muchos padres que le van mostrando a sus hijos, con el dedo, cada una de las personas allí representadas. Siempre me pregunto qué pensará un niño cuando le dicen que esa guagua acostada en un pesebre es Dios. De seguro le extrañará mucho. Si ya resulta complejo hacerse una idea de Dios, pensar que estuvo y durmió en un establo junto a su madre, María, y su padre adoptivo, José, y en medio de algunos animales, sencillamente es una locura. Y si, Dios así lo hizo: se manifestó en el seno de una joven mujer que dio a luz a Jesús, el Hijo de Dios. Así, las expectativas humanas que esperaban a un salvador glorioso, no se cumplieron. El deseo de los hombres no coincidió con la idea y el modo de actuar de Dios. Así de simple.

En este contexto tan paradójico, el pesebre nos recuerda que la fragilidad humana ha sido tocada por la grandeza divina. Dios se hace hombre para que el hombre, en toda su humanidad, pueda alcanzar su anhelo inextinguible de Dios. Este encuentro se da en Jesús, verdadero hombre y verdadero Dios. Lo sencillo, lo humilde, lo débil, en definitiva, nuestra propia vida, alcanza una dimensión renovada y trascendente. Es una luz que ilumina el camino. Ello permitió que los reyes magos pudiesen encontrarlo y adorarlo. La luz de Jesús no es foco que encandila y al final enceguece.

Navidad también es un tiempo que nos recuerda los cientos y miles de pesebres presentes en el mundo. Pero no se trata de una imagen, sino que de la realidad. Los desterrados, los sin casa, los desempleados, los que han sido víctimas de la violencia, los despatriados, los enfermos, los que viven sin esperanza, los migrantes, representan los pesebres vivientes que estamos llamados a mirar, a acompañar, pero sobre todo a dejarnos cuestionar por el sentido de nuestra vida. Navidad es el tiempo en que nos preguntamos de qué manera, mirando al niño Jesús, nos hacemos cargo de la pobreza en el mundo. Pero no sólo con palabras sino que también, y sobre todo, con obras.

Lo hermoso de esta historia entre Dios y los hombres, que lleva a muchas preguntas, está marcada por la esperanza. Sí, porque Dios cuando se hace hombre y se manifiesta como Dios con nosotros, el Salvador y el Mesías, nos está diciendo que toda realidad, por dramática que sea, puede tomar un rumbo nuevo. Mirando el amor de Dios que nos ha entregado a su Hijo para que comparta nuestra humanidad y nosotros compartir su divinidad, nos está diciendo que la mentira le puede dar paso a la verdad, el odio al amor, la guerra a la paz, la división a la concordia, en definitiva el mal al bien.

Sólo desde la fragilidad propia y ajena que encarna el Hijo de Dios, Jesús en el pesebre de Belén podremos sentar bases sólidas de una sociedad más justa y más humana. La razón de ello es que desde el pesebre, no sólo podemos reconocer el valor de la fragilidad como fuente y posibilidad de grandeza, sino que también porque nos permite reconocernos como hermanos puesto que compartimos la misma humanidad, ahora tocada por Dios.

Esta realidad se hace presente en tantas personas que día a día, con esfuerzo, dedicación y no exenta de dificultades se preocupan y ocupan de quienes tienen necesidades. Con estos sentimientos de alegría pero también de responsabilidad les deseo a todos una Feliz Navidad y un buen año 2018.

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