Opinión

No aprobemos la reforma “a la carrera”

Por: Diario Concepción 02 de Julio 2017
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

Por: Hugo Lavados Montes
Rector Universidad San Sebastián

En la discusión sobre varios proyectos de ley, ya sean textos en el Congreso o ideas, se ha tendido a producir una conversación entre sordos. Casi nadie escucha al otro. En rigor, no han existido diálogos, contraposición de ideas y análisis. En el gobierno se partió con un diagnóstico equivocado que los parlamentarios dieron por cierto.

Hemos comprobado en el Congreso un modo muy inapropiado de aprobar, a toda carrera, una legislación de gran importancia como la reforma a la Educación Superior, sin mayor posibilidad de reflexión ni revisión a fondo de cada frase.

Respecto al Cruch, es de enorme importancia constatar las condiciones para solicitar la incorporación, pues a este Consejo le corresponde asesorar y formular propuestas al Ministerio de Educación en las políticas públicas, conforme a su estatuto orgánico, por lo tanto, es la única voz universitaria reconocida en el sistema para relacionarse formalmente con el gobierno. Por eso es tan incomprensible que supedite ese ingreso a tener la trayectoria de las características de las integrantes de este organismo, y una condición voluntaria, como la gratuidad.

Por otra parte, no se ha dicho qué pasaría con otras funciones del mismo Consejo, como la complejísima e infructuosa tarea de determinar las necesidades nacionales de profesionales y de técnicos, que serían funciones de la Subsecretaría de Educación Superior, un nuevo organismo creado con un presupuesto insuficiente para cumplir sus funciones. En tanto, la eventual eliminación del CAE fue aprobada tras una sesión de 23 horas en la Comisión de Educación de la Cámara, sin tener un sistema de reemplazo. El propio gobierno la rechazó haciendo una reserva de constitucionalidad.

Se ha creado un ambiente con exceso de declaraciones rimbombantes, basadas en un diagnóstico parcial y sesgado de las universidades del país. No se analizan datos existentes ni estudios académicos disponibles.

Ello, como ejemplo, es evidente al definir que la gratuidad es un factor para ingresar al Consejo de Rectores, pese a que adscribirse a este mecanismo es voluntario. Lo mismo en una propuesta de asignación de campos clínicos, que además no considera que más de la mitad de los profesionales del área de la salud se titulan cada año en universidades privadas.

Falta diálogo verdadero y sobra desconocimiento. La RAE define diálogo de besugos, como una conversación absurda y sin sentido, y diálogo de sordos como una conversación en que ninguno de los interlocutores parece escuchar al otro. En diversas ocasiones, conversando con autoridades del gobierno y parlamentarios, me he sentido teniendo un diálogo de besugos. En otras, un diálogo de sordos.

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