Opinión

De información y decisión

Por: Diario Concepción 24 de Mayo 2017
Fotografía: Diario Concepción

Andrés Cruz Carrasco

Abogado, magíster Filosofía Moral

En el ideal democrático se supone que el ciudadano debería tener acceso a conocer todas las alternativas políticas posibles, para formarse una convicción acertada en torno a las consecuencias probables que se derivarían de una elección.

Según Robert Dahl, los presupuestos para que esta afirmación sea cierta es que existan fuentes de información independientes y comprensibles; que haya un poder transparente que sea accesible a los medios de información disponibles; y que los electores sean capaces de comprender la información que reciben, estén mínimamente preparados para cruzar distintas fuentes, para así poder usarlas como base de conocimiento para adoptar su decisión.

Pero estas premisas aparecen como bastante poco aplicables si observamos la realidad y no existe mucha diferencia entre lo que se entiende por información, lo que es el rumor y lo que se dice que es publicidad.

Hoy en día, existe una alta concentración de la propiedad de los medios de comunicación, que en pocas manos han logrado concentrar el avisaje no sólo privado, sino que también público y respecto de plataformas que van desde el papel hasta la web. Además, claramente estamos frente a una autoridad que hoy no puede decirse exactamente transparente.

Sigue imperando el secretismo en la toma de las decisiones del poder, lo que se recubre muchas veces de una retórica tramposa y hasta de las mentiras más burdas con el objeto de ocultar las verdaderas intenciones.

Para que exista una auténtica democracia resulta ser esencial el conflicto de ideas que requiere como supuesto una pluralidad de formaciones y partidos políticos, lo que obviamente es absolutamente contrario a un ciudadanía con una, por ser optimista, mediocre educación cívica, cuya desidia y pereza participativa es no sólo imputable a ésta, sino que también a la elite, para quien resulta ser altamente beneficiosa esta indolencia. Así, las masas forjan sus puntos de vistas a partir de estereotipos, argumentos imaginarios, frases prefabricadas, afirmaciones falaces de algún caudillo manipulador, todos lejanos del interés común, teniendo acceso a una muy pequeña fracción de la verdad.

La opinión pública se forja de manera espontánea y pasional, sirviendo de pulso para quienes pueden leerla adecuadamente y dirigirla para satisfacer pretensiones particulares, aprovechándose de perspectivas pueriles, slogans, impresiones erróneas, prejuicios, para construir una voluntad artificial que les permite después recoger los cadáveres de quienes fueron aniquilados mediáticamente por esta turba virtual, sobretodo en el mundo de la web.

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