Opinión

Opinión: "Bancard y la post verdad", por Jorge Condeza

Por: Diario Concepción 12 de Diciembre 2016
Fotografía: imagenPrincipal-526.jpg

Jorge Condeza Neuber
@jorgecondezan

¿Qué pasa si se cae Piñera? Y es lo que se pregunta la mayoría de la derecha y a lo que apuesta la izquierda, que saben que no existe un plan B, ya que por muy malo que sea el candidato del oficialismo, le gana a cualquiera de los que están en la lista de espera de la oposición.

No sabemos lo que ocurrió realmente en Bancard y eso poco y nada ya importa. La ciudadanía construyó rápidamente la idea de que Piñera, mientras ejercía como Presidente, también actuaba como inversionista, dejando en el país un fideicomiso ciego menor e invirtiendo el 80% de su riqueza en el exterior con absoluto conocimiento de su familia cercana.

Lo que pudo ser solo una ficción, un simple constructo social se convirtió en lo que Noha Harari describe como una “realidad imaginada”, que a diferencia de una mentira, es algo en lo que todos creen, y mientras esta creencia comunal persista, ejerce una gran fuerza en el mundo,  y ha ocasionado que la derecha en bloque haya salido en defensa de Bancard, negando absolutamente un supuesto conocimiento o control de las inversiones del ex presidente, todo matizado con  ese torpe y cansador relativismo que no aporta ningún antecedente para cambiar esta percepción y que solo reafirma esta realidad imaginada.

En el caso Bancard ya no hablamos de la famosa postverdad, que son mentiras que los interesados difunden porque son funcionales a sus propios intereses. De eso estamos llenos, pero son fácilmente desmentibles. Aquí se mezclan el supuesto terminal de Bloomberg, las fechas en que se compraron las acciones de Exalmar, los mails entre el hijo mayor de Piñera y el Gerente de Bancard, la supuesta no entrega de dichos mails y las propias declaraciones del expresidente afirmado  que supo meses o quizás años después de efectuadas las compras.

La defensa de todos a Bancard tiene que ver con la inexistencia de opciones para la derecha y con ese temor a verse sin posibilidad de recuperar el gobierno. Algo a lo cual la Concertación ya se enfrentó el 2009 y que claramente seguirá siendo el principal problema de nuestra política criolla: la inexistencia de caras nuevas y de liderazgos renovados.

Por eso es que, al verse sin opciones, tanto la derecha como la izquierda tienen a relativizar cualquier irregularidad que tenga en la mochila el candidato de turno. Por eso Lagos está obligado al ataque y que no le recuerden el Transantiago o el MopGate. Por eso Guillier debe dar explicaciones de su paso por la fundación de una minera grande del país, o del pago por supuestas asesorías verbales.

Tarea para todos los sectores políticos es no verse enfrentados al ridículo del relativismo: preparar gente decente que se haga cargo del país en los próximos 10, 20 y 30 años, porque en el corto plazo cuesta mucho zafar de la postverdad y de la realidad imaginada.

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