Opinión

Colusión y venganza

Por: Diario Concepción 17 de Julio 2016
Fotografía: imagenPrincipal-4547.jpg

Tras la aprobación por el Senado, el pasado 6 de julio, del proyecto de ley que penaliza la colusión, se reincorpora en nuestro sistema jurídico una figura derogada el año 2003 que nunca tuvo aplicación práctica.

Basada en el clamor popular, esta reforma surge como una forma rigurosa de castigar a aquellos ejecutivos, gerentes, directores, socios controladores y accionistas que hubieren tomado un acuerdo con la intensión de fijar precios, cuotas de mercado, entre otros, para obtener beneficios indebidos, perjudicando al mercado en su conjunto y particularmente a los consumidores.

El reproche de esta conducta ilícita es indiscutible. El daño a la confianza pública evidente. Sólo algunos casos aislados en la doctrina internacional discuten las consecuencias nefastas de la colusión.

En derecho comparado, tanto en Estados Unidos como en la mayor parte de los países europeos, se sanciona igualmente como un crimen, por lo que su penalización en Chile no es una novedad, sino el seguimiento de una tendencia mundial.

Sólo hay una reflexión que merece la pena plantear dada la escasa discusión que hemos observado en prensa durante este período. La pena mínima de un año de cárcel efectiva para los condenados por este delito, sin ponderación posible de beneficios que se reconocen a delincuentes comunes, que observamos aplicándose a diario en homicidios, violaciones, lesiones graves, entre otros.

La eliminación de beneficios generales, en razón del revuelo mediático que generan los delitos económicos, está cediendo espacio a la tentación legislativa de perjudicar a los privilegiados, con estatutos de conducta más exigentes, a sabiendas de que se rompe el principio de igualdad, pilar fundamental de nuestro ordenamiento jurídico, para obtener la aceptación de la gradería.

Existe un riesgo potencial en estos cambios de criterio, cuando a propósito de normar vulneramos principios fundamentales, orientados a conseguir la aceptación de una sociedad que, habiendo sido perjudicada en el pasado, busca venganza de su postergación histórica más que justicia.

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