Humanidades

Diana Aurenque: “La filosofía siempre ha tenido relación con lo público”

A propósito de la presentación de su libro “Animales enfermos. Filosofía como terapéutica”, la doctora en Filosofía reflexiona sobre el papel de esta disciplina en nuestra sociedad y manifiesta su deseo de la existencia de decisiones políticas que impulsen el desarrollo de esta y otras disciplinas del área de las humanidades.

Por: Ximena Cortés Oñate 08 de Mayo 2022
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Ximena Cortés Oñate

En algún momento la filosofía se alejó de las personas, o las personas de ella, elevándola a un estatus de conocimiento solo para algunos escogidos. A este proceso no ha ayudado mucho el intento de retiro de la asignatura de Filosofía de los planes escolares, lo que afortunadamente hoy no es efectivo.

Para Diana Aurenque, la filosofía es necesaria en la sociedad y aporta en el desarrollo de un pensamiento crítico y una actitud dialogante. Por ello, acostumbra a estar presente en los medios de comunicación a través de entrevistas y columnas de opinión donde contribuye, desde la reflexión filosófica, a la discusión sobre temas sociales y culturales.

Pero, además, escribe libros, una forma de comunicación muy apreciada por los filósofos, donde se les permite desarrollar ideas de manera más extensa y profundizar en temas que es imposible en el formato de un paper.

Su último libro, el primero escrito en español, “Animales enfermos. Filosofía como terapéutica”, se convirtió en un interesante fenómeno mediático. La presentación del libro se realizó “en la calle”, en el Paseo Bulnes, en Santiago, y a ella asistieron cerca de 450 personas. Un lanzamiento masivo que se condice con otras cifras: ese día se vendieron 200 ejemplares pero, además, la preventa on line se agotó rápidamente, algo bastante inusual para un texto de filosofía.

“No voy a mentir y decir que no me da orgullo y una satisfacción personal gigantesca, porque es una maravilla que un libro de filosofía tenga esa acogida. Eso me hace sentir partícipe de la tarea de dar algo que parece que es de interés para otros. Obviamente, también dan ganas de saber qué provoca esto: si provoca más reflexiones, más debate, si se fortalecen líneas como la filosofía de la medicina, por ejemplo”, dice Aurenque, doctora en Filosofía y actual directora del departamento de Filosofía de la Universidad de Santiago.

También, señala, a partir de esto sería bueno que se reconozca que las personas quieren más filosofía y se necesita, por lo tanto, financiar más los espacios de comunicación de la disciplina. “Por lo mismo es importante tener políticas públicas que lo consideren”, dice.

“En relación con la disciplina, creo que esto es un aporte, pero también un llamado de atención: hay muchos libros con impacto en la comunidad, escritos también por filósofos, con la intención de que mucha gente lo lea, no solamente los especialistas. Son muchos filósofos y filósofas que están tratando de defender que la filosofía puede ser seria y escrita rigurosamente, pero de manera amigable que, sin simplificar demasiado, puede ser accesible, puesta en el debate de lo público”, sostiene Aurenque.


Diana Aurenque: “La filosofía siempre ha tenido un rol en lo público. Quizás es un trabajo que parece mucho hecho en solitario. Pero, en realidad, lo que lee, lo que piensa, siempre tiene una vinculación con el mundo, es impactado por él y el mundo entero está en la biblioteca del filósofo. En la cabeza del filósofo está el mundo entero, con los libros, con la calle, etcétera”.

La posibilidad de filosofar

En “Animales enfermos”, la filósofa reflexiona sobre el sentido de la enfermedad. Aquí, releva el concepto de “enfermo”, en relación a que, comparado con los demás animales, el ser humano es quien, producto de sus sufrimientos y padecimientos, de su propia fragilidad, ha construido una serie de mecanismos, ya sea técnicos, culturales, hasta políticos y morales, con los cuales poder garantizar su subsistencia.

Se trata, señala, de comprender a este animal enfermo que incluye también a la “bestia filosófica”, citando a Nietzsche. “Una de las pruebas más claras de que somos `animales enfermos´, es que, a diferencia de otros animales, el ser humano biológicamente enferma más, requiere más mecanismos de protección de la existencia, desde la cultura, la técnica, la medicina, el arte. También la filosofía es expresión de esa extraña condición que tenemos. El ser humano es el único que, como este animal enfermo, se preocupa de algo que es absolutamente innecesario para la vida biológica: la filosofía”, señala.

Aurenque explica que la filosofía se pregunta por asuntos que normalmente son considerados triviales, innecesarios; se cuestiona por posibilidades que no necesariamente involucran una urgencia del ahora, del presente. “Precisamente, es un ocuparse de cosas que distan de la necesidad material o de la necesidad biológica y, sin embargo, nos plantea cuestiones y dimensiones que son de lo más necesarias para el ser humano: la pregunta por el sentido de la vida, la pregunta por quiénes somos, el temor a la muerte, la posibilidad del amor, la pregunta por lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, son todas cuestiones que han sido tratadas por la filosofía, y lo que buscan es entrar en una dimensión que es completamente ajena de lo que son las necesidades biológicas”.

En ese sentido, el animal enfermo que somos es tan enfermo que “tiene la posibilidad maravillosa de filosofar. Eso es una cuestión que todos tenemos como posibilidad, pero que por las muchas ocupaciones y otras urgencias de la vida material, a veces olvidamos, o no somos conscientes de esa esencia filosófica que somos todos. Creo que lo más característico del ser humano es su posibilidad de filosofar, y esa posibilidad no va solamente acotada por la formación profesional que uno pueda tener en la disciplina”.

Filosofía en la calle

A propósito de la presentación de “Animales enfermos”, en la que también participó el filósofo argentino Darío Sztajnszrajber, divulgador de la disciplina con una gran convocatoria en su país, pareciera quedar de manifiesto el interés de la comunidad por este tipo de temáticas, por la “filosofía en la calle”, ya no orientada exclusivamente al especialista.

“El libro está pensado, justamente, para ser entendido por no filósofos, por personas que tienen interés por pensarse a sí mismos, pensar qué somos como especie, pensar también la importancia de la medicina… pensarnos radicalmente. La verdad es que esta forma de hacer filosofía en la calle aparece ahora como novedad, pero hay que recordar que Sócrates es el gran filósofo que sale a la plaza pública a interpelar a las personas e invitarlos a descubrir, por sus propios medios y por el diálogo, si sus convicciones respecto de lo bueno, de lo bello, etc. son realmente correctas y no adquiridas de forma dogmática o porque alguna autoridad lo dice. Él invita a pensar por uno mismo y a evaluar la validez de nuestras propias creencias, mediante convicciones argumentadas y con una cierta solidez. O sea, esto es la búsqueda de la verdad”, señala Aurenque.

La filosofía, dice, siempre ha tenido un rol en lo público. “Quizás es un trabajo que parece mucho hecho en solitario: el pensador o pensadora solo en su hogar, en su escritorio, leyendo y pensando. Pero, en realidad, lo que lee, lo que piensa, siempre tiene una vinculación con el mundo, es impactado por él y el mundo entero está en la biblioteca del filósofo. En la cabeza del filósofo está el mundo entero, con los libros, con la calle, etcétera”, sostiene.

Aurenque recuerda que Sócrates fue condenado a pena de muerte, precisamente por su rol público y, desde ahí, “la filosofía se puso en un lugar seguro: en la Academia”.

Esto es interesante, señala, porque la filosofía, justamente como es una invitación a poner en cuestión todo, sin ningún tipo de dogma, es ejercida por personas críticas, que ponen en cuestión o en entredicho normas o valores que se han mantenido, y eso desordena los órdenes imperantes, la gobernanza de tradiciones, etcétera.

“Los filósofos y filósofas primero tenemos que dar una lucha permanente por resguardar la filosofía en los colegios, que logramos salvarla cuando se quiso quitar del currículum escolar, pero también tenemos que defenderla en las academias, que las universidades también le den los financiamientos y el respaldo que merece”, señala.

A ello agrega el interés, tanto en Chile como en el extranjero, por mostrar que la filosofía tiene mucho más que aportar de lo que se piensa. “El filósofo quizás no tiene una respuesta y una solución para todo, pero sí invita a mirar los problemas y a plantearlos de una forma distinta, en la cual se ganan perspectivas y, muchas veces, permite resolver ciertos problemas, o permite darse cuenta que lo que parece un problema, realmente no lo es. Entonces, permite poner en acción el pensamiento, la reflexión, en todo ámbito de cosas”, dice.

Revincular el lugar de la filosofía con lo público es un trabajo que está siendo impulsado por varios filósofos y filósofas en Chile pero, para Aurenque, ello no puede ser solamente un esfuerzo concentrado en las personas, en los individuos.


La presentación de “Animales enfermos” se realizó “en la calle”, en el Paseo Bulnes, en Santiago. La masiva asistencia, así como la preventa agotada rápidamente, es algo bastante inusual para un texto de filosofía.

“Tiene que haber también decisiones políticas que reconozcan que el conocimiento adquirido en las academias debe tener también una dimensión pública, un espacio público. Invito a las autoridades a ver ejemplos donde esto ha resultado de manera muy exitosa, como en Argentina. Trajimos al filósofo Darío Sztajnszrajber, que tiene una convocatoria como para llenar estadios, convocar a cientos de personas, ser conocido, estudiado y leído por muchas personas en toda Latinoamérica. Si bien, por un lado, tiene mucho que ver con el talento de Darío, su calidad como comunicador, divulgador y docente de la filosofía, y conocedor de ella, también está en el marco de una política de Argentina que destinó recursos para que las distintas disciplinas tuvieran un acceso directo a las casas de las personas que no siempre pueden ir a un lugar a escuchar una ponencia, pero que sí tienen un televisor y una radio y pueden escuchar gratuitamente filosofía”, sostiene la filósofa.

Filosofía y libros

Sobre la actividad disciplinar, Aurenque señala que la filosofía tiene una dimensión pública, un rol público y siempre ha sido desde el mundo y para el mundo. Pero, aclara, al mismo tiempo es una disciplina que “en ese preocuparse del mundo, pensar el mundo, cambiar el mundo, también hay un permanente estudio de los textos. La filosofía se hace mediante estudio de textos”.

Por ello, explica que la filosofía sigue siendo una disciplina que necesita permanentemente de un estudio y un trabajo que ocurre en solitario. A su juicio, el formato paper, de 15 a 20 páginas, que cada vez más se exige en las universidades, si bien es importante y permite ir a la par con exigencias internacionales, también representa una exigencia y una dificultad.

“Sería importante que las universidades apoyaran la publicación de libros, con editoriales de prestigio. El trabajo filosófico puede ir en libros, que era la forma tradicional en la cual la filosofía se ha construido desde que es escrita. La cultura del paper es dañina para la filosofía porque, en el fondo, un paper requiere de ideas muy concretas, breves, mientras que el trabajo de un libro representa años de reflexiones, más bien decantadas, y donde se puede realmente profundizar en aspectos que en un paper es imposible lograr”, asevera.

En ese sentido explica que a la filosofía siempre le interesa postular un planteamiento que tenga, ojalá, la mayor validez y el mayor alcance posible, lo que se puede lograr mejor en un libro.

“Las exigencias de la filosofía en la Academia no son distintas de las exigencias de rendimiento que tenemos las personas en todo ámbito de cosas: publicar, rendir, producir, producir… Esa permanente exigencia de producir a la que está sometida la filosofía en la academia es la misma para todos en la vida contemporánea. Obviamente es complejo, es difícil, pero además en la filosofía es dañina porque la idea que se postule tiene que estar en diálogo, en relación, en conocimiento de la tradición filosófica. Y eso, obviamente, requiere tiempo, no es una pura opinión y requiere que además del tiempo, seamos capaces de darles espacio”, sostiene Aurenque.

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