Humanidades

Eliminar la violencia contra la mujer: un cambio cultural que representa muchos desafíos

El jueves 25 de noviembre se conmemoró el Día de la eliminación de la violencia contra la Mujer, una fecha que vuelve a poner de manifiesto las insuficiencias que hay en esta temática, sobre todo a nivel nacional. La filósofa feminista Olga Grau reflexiona sobre los avances y desafíos en esta temática y sobre los temores que representa la situación nacional actual. Para ella los cambios culturales son de los asuntos más difíciles de lograr y necesitamos renovar permanentemente los bríos para seguir insistiendo en ello.

Por: Diario Concepción 28 de Noviembre 2021
Fotografía: Cedida

Todas las mujeres y las niñas están en riesgo de sufrir algún tipo de violencia, por razón de género, en algún momento de sus vidas. Según datos del Observatorio de Igualdad de Género de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL) y de Naciones Unidas, entre el 60 y 76% de las mujeres ha sido víctima o ha experimentado algún episodio de este tipo en distintos ámbitos.

La violencia por razón de género contra las mujeres acontece en diferentes esferas de la vida cotidiana, desde lo doméstico a lo público, educativo e, incluso, en lo digital. La violencia se entrecruza, además, con otras formas de discriminación y desigualdades como las laborales, salariales, o las dificultades para acceder a servicios básicos de calidad.

“Para mí, resulta muy perturbador y desolador el que sigan ocurriendo casos de femicidio y de tantas violencias que viven las mujeres con sus parejas, maridos, novios, pololos, las que pueden darse de maneras flagrantes o de modo más perverso, soterradas o sofisticadas que logran confundir incluso a las mismas mujeres que las padecen”, dice la filósofa feminista Olga Grau Duhart.

Académica del Centro de Estudios de Género y Cultura en América Latina, y del Departamento de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, Grau agrega a lo anterior la violencia sexual y de género en los espacios públicos, en el trabajo o la calle, en los espacios de diversión, en los espacios académicos; así como los abusos y acosos sexuales, y otras violencias que sufren las niñas y las adolescentes a manos de varones cercanos en sus familias y en esos otros espacios señalados.

Grau ha escrito libros, ensayos y ponencias sobre temas de género, sexualidad, filosofía e infancia, entre otros. Además, ha desarrollado los proyectos Fondecyt “Discurso, Género y Poder: Un Análisis de Discursos Públicos Oficiales en Chile (1978-1993)”, que luego fue publicado por editorial LOM, y “Filosofía, Literatura y Género: La Escritura de Simone de Beauvoir”.

-¿Cómo llega usted a interesarse por las temáticas de género y sexualidad?

– “Las preguntas y reflexiones sobre la sexualidad surgen, y creo que es algo común, a partir de la experiencia misma que una hace como persona, desde la infancia, desde los primeros deseos sexuales en la exploración del propio cuerpo bajo las sábanas, en esas fuertes emociones que surgen hacia otras personas del mismo o distinto sexo que temperan el cuerpo. Porque, antes de ser temáticas, son experiencias. Luego tomé conciencia de su significación en la vida, su decisivo valor y los complejos escenarios en que ella tiene que vivirse, relacionados con nuestra cultura patriarcal, heteronormativa y en ese entrecruce de las cuestiones de género que están siempre presentes en la sexualidad y asociadas a ella en la conformación misma de la subjetividad, lo que ocurre de manera particular en cada quien en tanto sujeto social y perteneciente a una cultura y a una microcultura determinadas”.

Durante su adolescencia, asegura, las lecturas de algunos textos de Simone de Beauvoir fueron importantes también en el desarrollo de ese interés. “A partir del inicio de la década de los 80 el feminismo fue para mí una perspectiva crítica cultural fundamental que hace ver en profundidad y con mucho sustento conceptual, pero también referido a la vida concreta, los entramados de género y sexualidad que son muy complejos y que inciden en diversos aspectos de la vida social y en formas específicas de violencia y abusos de poder”, dice.

A su juicio, el pensamiento y la teoría feminista, como su historia ya de larga data, “son una de las contribuciones importantes para ampliar la mirada y poder pensar y transformar el mundo que haga la vida humana más habitable, obviamente junto a otras perspectivas que también la amplían y enriquecen”.

Potente remecimiento

-Este 25 de noviembre se conmemoró el Día de la eliminación de la violencia contra la Mujer. ¿Qué tanto hemos avanzado en estas temáticas a nivel nacional y mundial?

-“Todas las violencias mencionadas son posibilitadas por sociedades y culturas, donde hay un imaginario de dominio masculino que porta una concepción del poder bastante primario, y que nos hace saber de desequilibrios y asimetrías donde hay quienes se suponen y sienten a sí mismos como superiores y en situación de soberanía. La violencia está también en el lenguaje, dimensión que expresa y sustenta el sistema de simbolizaciones y representaciones sociales dominantes que habitamos. Por tanto, como se puede suponer, esa impregnación y ese arraigo que tiene la violencia es muy profunda y atraviesa el psiquismo, en las maneras de pensar, en los niveles afectivos y en los de la acción, en gran medida de manera inconsciente y que funciona de modo automático”.

Respecto de los avances y desafíos, continúa, “habría que recordar que en el comienzo de la transición democrática, como se le ha llamado, perdimos una lucha que habíamos dado las mujeres de obtener una ley de `violencia doméstica´, que señalara la violencia de los hombres hacia las mujeres en situación de convivencia que permitiera aplicar sanciones penales claras; pero se llegó a una ley de violencia intrafamiliar que desdibujaba esa violencia específica y sostenida, y con un engorroso y débil sistema de sanciones”.

Esta ley se modificó posteriormente, pero hay todavía insuficiencias en su aplicación, sostiene Grau. “Se ha promulgado la ley de femicidio, leyes sobre acoso sexual y acoso laboral, pero las leyes no son suficientes para abordar este problema de la violencia. Disponen un cierto control sobre situaciones de este carácter, pero no logran cambiar los comportamientos de manera extendida”.

-¿Existe, a su juicio, una manera de terminar con la violencia contra la mujer?

-“Con relación a lo expuesto en la respuesta anterior, pienso que tendríamos que disponernos a abrir esas oscuridades que no queremos ver, cuestión que puede ser muy inquietante para quienes han estado en una posición de dominio. Desde ya hace algunas décadas, las mujeres, especialmente desde el feminismo, hemos visibilizado y denunciado de manera frontal diversas violencias materiales y simbólicas, lo que se agudizó en el año 2018 y en 2019. Me parece un hito extraordinario la rebelión de las estudiantes contra la educación sexista y el abuso sexual, la performance de Las Tesis respecto de la cual, aunque incluso no fuera comprendida por algunas mujeres, pudimos ver y oír la extraordinaria adhesión nacional e internacional a esos núcleos claves que se señalaban en la performance, y que hacían ver las distintas implicancias de un sistema patriarcal y violento, manifestado en la justicia, las instituciones policiales, en los comportamientos abusivos, de violación y desaparecimiento”.

A juicio de la filósofa, hay un desconcierto que puede llevar a no saber cómo estructurar la vida de otra manera. “Por el momento, muchos hombres, los menos desarrollados en lo personal y los menos finos en el análisis político sexual, se han sentido acorralados, intimidados, desorientados, incluso debilitados y sabemos que pesan siglos de una historia que les dio ventajas de diverso orden que no quisieran perder”, sostiene.

Para ella, es un remecimiento muy potente el que han introducido las mujeres. “Requiere ser asimilado para que podamos pasar a una transformación en las relaciones de intimidad, amistad, amorosas, profesionales, familiares, de convivencia en múltiples espacios, que llegue a afectar la psicología profunda, y que podamos gozar de reciprocidades y correspondencias positivas y democráticas, y de justicia interpersonal. Seguirán nuestras demandas sociales y culturales, no cabe duda, y esa insistencia tendrá efectos positivos en muchos hombres, aunque también resistencias que habrá que vencer y enfrentar”.

Grau confiesa que, en ocasiones, ficciona con que, en los hombres, surja una honda necesidad de mirarse a sí mismos -cosa que poco hacen, dice- y que puedan reconocer la violencia que también ha supuesto para ellos el acondicionarse a unos estereotipos que les han dañado como personas y que los han hecho también ser agentes de daño.

“El feminismo no se opone al machismo. El machismo es un sistema de dominación; el feminismo es una invitación a un cambio radical hacia un mundo social y cultural más rico”, asegura.

Isidoro Valenzuela M.

Género y sexualidad

¿Cómo ha evolucionado la comprensión del concepto de género en nuestra sociedad? ¿Qué papel juega este concepto en la actualidad?

-“El concepto de género ha evolucionado de manera muy interesante. Identificado primero con el concepto de `mujer´, pasó a complejizarse señalando un plural de mujeres que abría su significado a la diversidad de mujeres desde las categorías de raza, color, clase social, etnia, capacidades diferenciadas, edad…, y que se abría también a la transgeneridad, diversidad y disidencia sexual. No ha sido fácil. Incluso dentro del espacio de mujeres feministas heterosexuales o lesbianas, ha habido resistencia a hacer admisible en el continente de género a las mujeres trans. Había sido más fácil la relación con los travestis, con los gays. Eso da cuenta de las complejidades para abrir nuestro pensamiento, las emociones y maneras de sentir a esa realidad de géneros tan diversa y desafiante para ser pensada y admitida en nuestro campo de relaciones, y en el talante del reconocimiento”.

-¿Qué tan fuertemente establecido está el vínculo entre sexualidad y género? ¿Cómo lo entienden los distintos sectores, sociales, etarios, culturales?

-“Ese vínculo entre género y sexualidad se da fuertemente en la vida de las personas. Nuestra vida está completamente atravesada por las cuestiones de género y por la sexualidad. Son inseparables, desde el nacimiento hasta la vejez, seamos conscientes o no de ello. Ser conscientes es hacerse preguntas al respecto: sobre los mecanismos de generación e instalación en nuestras subjetividades de aquellas maneras de representarnos el género y la sexualidad influidos por la cultura en que vivimos. Preguntarnos por lo que puede significar eso que se ha llamado identidad de género y los broches que ello puede implicar. Preguntarnos sobre el derecho humano al placer y a la libertad en los modos de amar, de construir espacios de convivencia sin prejuicios, y en tanto no dañen a nadie. Ciertamente, la manera de entender ese vínculo entre género y sexualidad, el modo de su comprensión y vivencia, tendrá múltiples determinaciones culturales, sociales y económicas. Influirá la edad, los trayectos biográficos, las comunidades a las que pertenecemos, nuestra capacidad de interpretación crítica de los significados que le otorgamos a ese vínculo”.

Grau sostiene que, contemporáneamente, el feminismo decolonial y las elaboraciones conceptuales procedentes de los estudios de la disidencia y diversidad sexual han enriquecido esa capacidad de análisis, y que la generación joven, comprometida con esas perspectivas, está haciendo un aporte muy enriquecedor en que desafía nuestros esquemas dictados por la costumbre. “Esa `maestra violenta´, en el decir de Montaigne”.

A su juicio, la mirada actualmente dominante no ha hecho esa incorporación todavía. “Pero, el camino por recorrer es largo; más largo de lo que quisieran nuestras breves vidas”.

Nuevos sentidos políticos y culturales

-Estamos hoy en una situación de incertidumbre como país, donde se teme un cambio (negativo, para muchos) en materia de diversidad sexual, género y el desarrollo de la mujer. ¿Cómo lo ve usted? ¿Cuáles son sus mayores esperanzas y cuáles sus temores?

-“En este último tiempo hemos asistido a un mayor despliegue de expresiones y posturas de máxima violencia contra nosotras las mujeres, donde se llega incluso a no condenar la violación. Que un diputado recientemente electo, que va a estar implicado en la toma de decisiones para nuestro país, cuestione el voto de las mujeres, que haga sarcasmos y que diga que merecen premio los que violen a mujeres feas, hace ver que no es que no existiera o se hubiera acabado ese modo brutal de pensar, sino que no se estaba expresando, dado un contexto político de democratización que comienza en el proceso postdictadura, que implicó políticas de género en el marco de los derechos humanos”.

Para ella, el estallido social y el 8 de marzo del año 2019, potencian la voluntad transformadora de la sociedad y, ante eso, dice, la derecha contraataca.

“Estamos frente a posiciones de ultraderecha que reaccionan de forma virulenta ante las conquistas de los movimientos de mujeres, de los feminismos, de los movimientos sociales vinculados al reclamo de derechos para las disidencias y diversidad sexual. Toman revancha por la emergencia de un feminismo, como el estudiantil del año 2019, que pone en crisis la institucionalidad académica y que tiene alcances hacia instituciones del Estado”.

En ese sentido, el cuestionamiento a los estudios de género entendidos como “ideología de género” y que hace que dos diputados de derecha pidan información a dos universidades estatales sobre qué y cuántos programas de estudios de género existen, quiénes imparten docencia y hacen investigación en esa área, demuestra, a juicio de la filósofa, ese contraataque a la comprensión política cultural de estos estudios y su capacidad democratizadora.

“Los cambios culturales son de los asuntos más difíciles de lograr y necesitamos renovar permanentemente los bríos para seguir insistiendo en ello. Dadas las redes que existen, la capacidad de hacer alianzas, la capacidad de organización que hemos desarrollado, se hace posible esa insistencia que da cuenta de la potencia que se tiene como respuesta a la crisis que estamos viviendo”, señala Grau.

En ese contexto, asegura, el proceso constituyente tendrá que ir más allá de la definición de las bases de la nueva Constitución y convertirse en un proceso de transformación cultural sostenido en el tiempo. “Un proceso constituyente que instituya nuevos sentidos políticos y culturales para este país que tiene que repensarse y configurarse en otras lógicas de poder”, concluye Grau.

Libros recomendados

  • Las estructuras elementales de la violencia, Rita Segato. Buenos Aires; Prometeo, 2003.
  • El género en disputa, Judith Butler. Barcelona: Paidós, 2007.
  • “Derechos Humanos y género: Tramas violentas”, María Luisa Femenias,
    en http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1315-62682009000200009
Etiquetas