Humanidades

Mitos y realidades sobre la pronunciación del español chileno

El español que se habla en nuestro país presenta una situación inesperadamente particular, en la que no somos capaces de reconocer a un hablante que proviene del norte, del centro o del sur. Seis especialistas coinciden en que, en Chile, existe homogeneidad en cuanto a la pronunciación de los sonidos del español, aún cuando los hablantes sean oriundos de lugares distintos.

Por: Diario Concepción 17 de Octubre 2021
Fotografía: Archivo (DP)

Las más de 7000 lenguas habladas en el mundo caracterizan, identifican y configuran, sin duda, tanto la cultura como la forma de apreciar la realidad de las comunidades de hablantes que utilizan tales sistemas lingüísticos cotidianamente. Las lenguas, como el español, el mapudungun y otras, no son homogéneas en cuanto a su forma, sino que presentan variedades de diverso tipo -geográficas, de estrato social, de género, etc.- que las hacen diferenciables entre sí, aunque ello no impide la comunicación entre quienes intercambian ideas u opiniones en esas mismas lenguas. Es así como un hablante de español de Chile reconoce que habla con otro proveniente de España, Argentina, Perú o México y, de igual forma, las personas de esos países también nos reconocen como chilenas o chilenos.

Ocurre lo mismo cuando se trata de hablantes de un mismo país que posee hablas regionales. Por ejemplo, las personas que habitan Buenos Aires reconocen a otra de Córdoba o viceversa, así como una de Bogotá a otra de Medellín, y en las comunidades mapuches, una persona de Alto Bío-Bío reconoce a otra de Lago Budi y viceversa. Tal capacidad de distinguir sectores geográficos en los cuales se habla una u otra variedad de una determinada lengua se relaciona, de manera estrecha, con la pronunciación de los hablantes cuando se entabla una conversación entre personas que pertenecen, por ejemplo, a las ciudades o territorios nombrados.

En este marco, el español de Chile presenta una situación inesperadamente particular. A pesar de la extensa geografía del país, de más de 4500km entre Arica y Punta Arenas, definitivamente no somos capaces de reconocer a un hablante que proviene del norte, del centro o del sur del país. No, al menos, en lo que concierne a la pronunciación de sonidos en hablantes que pertenecen a un nivel sociocultural medio alto.

En efecto, un estudio publicado en 2015, financiado por Fondecyt, que consideró hablantes de 8 ciudades de Chile, mostró que quienes escuchan a un hablante de una localidad distinta de la propia, sin conocer de antemano su procedencia, son incapaces de identificar el lugar de donde viene quien habla. Dicha tendencia se dio respecto de los 250 profesionales entrevistados en 8 centros urbanos seleccionados (Iquique, La Serena, Valparaíso, Santiago, Concepción, Temuco, Coyhaique, Punta Arenas). Complementariamente, estudios posteriores han demostrado que determinadas pronunciaciones de sonidos resultan, en general, similares a las de hablantes de otras localidades de forma independiente a si eran habitantes de cualquiera de las ciudades desde las cuales se seleccionaron las personas encuestadas. En definitiva, en Chile, existe homogeneidad en cuanto a la pronunciación de los sonidos del español, aun cuando los hablantes sean oriundos de lugares distintos.

¿Cómo se demostró esta incapacidad de diferenciar personas por la pronunciación en relación con su procedencia geográfica?

Jaime Soto Barba, Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Valladolid, académico del Departamento de Español de la Universidad de Concepción, y responsable del proyecto Fondecyt aludido, indica que se seleccionaron fragmentos de las 250 entrevistas para luego ser evaluadas por personas de Santiago, Concepción y Temuco. Entre las preguntas realizadas a los jueces, había una que requería indicar el lugar de donde se creía que era el hablante escuchado. Daniel Ignacio Pereira, Doctor en Lingüística por la Universidad de Concepción, y también perteneciente al Departamento de Español, señala que el test diseñado por él mostró que los jueces evaluadores no pudieron establecer con precisión de dónde provenían. Agrega que “no solo fueron incapaces de distinguir acertadamente la ciudad a la que pertenecían, sino que también, de modo relativamente sistemático, los evaluadores de Santiago creían escuchar santiaguinos, los evaluadores de Temuco creían escuchar temuquenses y los evaluadores de Concepción creían escuchar penquistas”, en circunstancias que nunca escucharon hablantes que correspondiesen a ninguna de estas tres ciudades.

¿A qué se atribuye esta incapacidad y el que los jueces creyeran escuchar a hablantes de sus propias ciudades?

De acuerdo con Soto Barba, existe la creencia de que somos capaces de reconocer el lugar de procedencia geográfica de una persona solo escuchando cómo habla. Sin embargo, los hechos apuntan en un sentido contrario: dada la extraordinaria uniformidad de la realización de los sonidos del español hablado en Chile, los chilenos y chilenas no pueden reconocer de dónde viene una persona. “Puede ser que la capacidad de poder diferenciar hablantes de español de otros países nos haga creer que también podríamos hacerlo con hablantes del norte, centro o sur de Chile; sin embargo, los datos recogidos descartaron de plano tal creencia”, indica el investigador. A su vez, Hernán Emilio Pérez, Doctor en Lingüística e integrante del Departamento de Español, quien también formó parte del equipo de investigación, sugiere otra hipótesis, recogida en un artículo científico que sintetizó estos hallazgos, y que fue reconocido en el año 2015 con el premio Rodolfo Oroz, entregado por la Academia Chilena de la Lengua. Pérez señala que “ello podría explicarse mediante el concepto de similitud, esto es, que quienes escuchan tienden a percibir lo escuchado como similar a su propia forma de hablar, por lo que alguien de Santiago, Temuco o Concepción, al escuchar un habla no marcada, tienda a creer que escucha a alguien de su propia comunidad”.

Pronunciación similar en español de profesionales chilenos
Después de concluir que las chilenas y chilenos tienden a no identificar el habla de otra persona según su procedencia geográfica, el proyecto se orientó a observar qué ocurría con los sonidos producidos por los informantes grabados. Hubo varios estudios paralelos cuyo propósito fue analizar si determinadas consonantes se pronunciaban de distinta o igual forma en los hablantes de las 8 ciudades consideradas en la muestra.
De acuerdo con los resultados de estos trabajos específicos, la tendencia más sorprendente fue establecer que ciertos sonidos, aunque presentaban variación en la pronunciación de los grupos de hablantes, de todas formas, esta variación mostró porcentajes muy similares, como ocurrió con articulaciones que se relajaron en los casos de «s», «ch», «rr», «y» o «ll», «b» o «v», entre otras. Es decir, los hablantes chilenos variaron la pronunciación de los sonidos relacionados con las letras o grafemas indicados más arriba; pero, en esa variación, las personas siguieron articulando de modo similar tales variantes de sonidos de modo independiente a la ciudad del país en el cual residían. A modo de ilustración, se presentan un par de estudios que demuestran esta tendencia.

El caso de «y» y «ll»

Daniela Aguilera Bustos y Alejandra Araneda Beltrán, ambas profesoras de Español y Magíster en Lingüística Aplicada, observaron el comportamiento de sonidos que se relacionan con las letras «y» y «ll». En Chile, y en muchas partes de Hispanoamérica, a diferencia de lo que ocurre en España, tanto «y» en palabras como «yo», «yunque», «coyuntura», como «ll» en palabras como «lluvia», «callado», «calle» se pronuncian, en general, de la misma manera. Lo anterior no impide que existan sonidos relacionados con ambos grafemas más o menos relajados en el español de Chile. Aguilera y Araneda analizaron la pronunciación de estos sonidos cuando los hablantes observados leyeron un texto en voz alta. La profesora Daniela Aguilera indica que “básicamente se reconocen tres sonidos: uno tenso, otro relajado y un tercero con características vocálicas, promovido en palabras como «hielo», «hierba»”. La profesora Alejandra Araneda señala que, “por ejemplo, el sonido relajado fue pronunciado de manera mayoritaria en la zona norte (Iquique y La Serena), centro (Santiago y Valparaíso), sur (Concepción y Temuco) y sur austral (Coyhaique y Punta Arenas) con porcentajes que oscilaron entre 50% y 66%, ubicando el promedio nacional en un 60%. Algo similar ocurrió con el sonido tenso con porcentajes entre un 6% y un 14% cuyo promedio nacional fue de 10%, en tanto que todavía muchos más similares fueron los resultados del sonido con rasgos vocálicos, con promedios de 19% en la zona norte, centro y sur, y solo separándose la zona sur austral con un 30% de ocurrencias”. Agrega la Prof. Daniela Aguilera que los resultados muestran bastante uniformidad y no se podría atribuir uno u otro sonido asociado con una determinada región o ciudad.

En otro estudio, la profesora de Español y Magíster en Lingüística Aplicada, Erika Díaz Castro, observó el comportamiento del sonido pronunciado de manera bilabial (regularmente asociado con la letra «b») y otro labiodental (regularmente asociado con la letra «v»). Junto con establecer que no hay relación entre la pronunciación bilabial y labiodental con los grafemas «b» y «v», respectivamente, observó la misma tendencia de las profesoras Araneda y Aguilera, esto es, que los hablantes profesionales de las ocho ciudades consideradas en la investigación pronuncian el sonido labiodental en porcentajes similares, con excepción de una zona geográfica. Indica la profesora Díaz que, “por ejemplo, la zona norte (Iquique y La Serena) y la zona centro (Santiago y Valparaíso) muestran porcentajes similares de pronunciación labiodental, con un 29% la primera zona y un 28% la segunda zona; en tanto que la zona sur (Concepción y Temuco) baja considerablemente a un 13% de sonidos labiodentales, aunque la zona sur austral vuelve a presentar una mayor cantidad de este tipo de articulaciones con un 22%. Estos datos podrían hacernos creer que alguien podría reconocer a un hablante de la zona sur, porque produce menos sonidos labiodentales, aunque me parece muy difícil que ello pueda ocurrir”. Es necesario agregar que la diferencia de pronunciación entre «v» y «b» no existe realmente en español desde, por lo menos, el siglo XIV, por lo que la pronunciación diferenciada podría corresponder más bien a una estrategia pedagógica, que ayuda a niñas y niños a escribir de manera correcta las palabras que usan estas letras.

El Dr. Jaime Soto Barba indica que, en otros estudios, también se observó que determinados sonidos variaban, si bien mantenían una constante uniformidad, como ocurrió con el relajamiento de «s» en palabras escritas «pasto», «trasladar», pronunciadas como «pahto» y «trahladar» («h» indica una pronunciación relajada), o en final de palabra, en términos escritos «jóvenes», «dos» -pronunciadas como «jóveneh» y «doh»-, fenómeno popularmente conocido como comerse las eses. Ocurre lo mismo con el sonido relacionado con «r» al inicio de palabras, como en «rosa», «riqueza» o entre vocales, como «perro», «carrera»; o el grupo consonántico «tr» en palabras como «tres», «otro». “La observación muy precisa de varios sonidos y su natural variación, que no diferencia con claridad la pronunciación en las zonas geográficas, corrobora el hallazgo de que las chilenas y chilenos no podemos identificar a un hablante de algún lugar específico solo con escuchar cómo habla”, concluye el Dr. Daniel Ignacio Pereira.

Los académicos señalan que de esta investigación mayor y de los estudios particulares realizados se extraen dos proyecciones: por una parte, observar qué ocurre con el habla que se relaciona con personas que no hayan alcanzado una profesión, a fin de determinar si las tendencias permanecen o cambian y, por otra, indagar qué ocurre con otros fenómenos lingüísticos que podrían efectivamente diferenciar personas de distintos lugares geográficos, como lo es el aspecto prosódico de una lengua, sobre todo su entonación.

Etiquetas