Humanidades

María Angélica Illanes: “El problema de la tierra siempre va a ser un problema de todos los chilenos”

La historiadora María Angélica Illanes obtuvo recientemente el Premio Atenea 2020 a la mejor obra científica en Ciencias Sociales o Humanidades por su libro “Movimiento en la tierra. Luchas campesinas, resistencia patronal y política social agraria. Chile, 1927-1947”. En esta entrevista comenta aspectos relativos a las luchas del campesinado, del pueblo mapuche y las políticas en torno a la tierra.

Por: Diario Concepción 18 de Julio 2021
Fotografía: Cedida

Ximena Cortés Oñate
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En la sociedad actual, el campesinado aparece invisibilizado frente a lo que parece ser la expansión del modo de vida urbano. De la ruralidad se habla poco, e incluso en la profusión de discursos y programas políticos producto de las elecciones pasadas y por venir, las discusiones sobre la tierra y los territorios parecieran ser un tema tabú.

La historiadora María Angélica Illanes lamenta esta ausencia temática en las discusiones políticas de la actualidad. “Me extraña, porque, sin duda, la tierra fue el núcleo de la política chilena y necesidades de reforma desde los años 30 a 73, del siglo pasado. Se realizó una Reforma Agraria profunda y universal en Chile, que generó trasformaciones que después fueron muy intervenidas por una suerte de contrarreforma agraria por parte del régimen dictatorial. Y fueron las mismas clases gobernantes, grupos empresariales y burguesía santiaguina, las que se beneficiaron de esta Reforma Agraria”.

Illanes es académica de la Universidad Austral de Chile (UACh) y autora del libro «Movimiento en la tierra. Luchas campesinas, resistencia patronal y política social agraria. Chile, 1927-1947″ (LOM), con el que recientemente obtuvo el Premio Atenea 2020 a la mejor obra científica en Ciencias Sociales o Humanidades, entregado por la Universidad de Concepción.

De maneras suaves y amables, la historiadora es, sin embargo, rotunda al momento de referirse a estos temas que le tomaron una década de investigación y que hoy, gracias al libro y al premio, han permitido volver a hablar de la tierra, del campesinado, del pueblo mapuche y de las políticas de Estado respecto de la tierra. “Valoro mucho este reconocimiento. Que premios como este sirvan para generar conversaciones, diálogos en torno a sujetos de nuestra historia que han sido protagonistas de ella”, dice.

Sociedad civil y Estado

-Entre sus intereses principales se encuentra la historia social: proletariado, trabajadoras sociales y niñez, y las políticas sociales. ¿Cuál es su acercamiento a estas temáticas y cómo las ha ido abordando con el tiempo?

-Esa línea de trabajo me ha resultado bastante fructífera para conocer nuestra historia en sus distintos momentos y temas. Defino la historia social como una historiografía que busca comprender la sociedad y la historia desde las relaciones que se dan a nivel de la sociedad civil y con el Estado. Desde esta perspectiva he hecho todas mis investigaciones. Comencé estudiando el proletariado minero, viéndolo en relación con las luchas que sostuvieron con los empresarios, a nivel de sociedad civil, pero también en relación con el Estado y las reglamentaciones que éste imponía. Siempre el Estado aparece relacionándose con la comunidad, porque es un aparato que no tiene vida en sí, sino que es ocupado por determinados grupos de la sociedad civil.

Cuando estudio, por ejemplo, la educación, veo una historia institucional, pero inmediatamente busco cuál es el sujeto con el que el Estado se relaciona a través de su política. Me aparecen, ahí, los niños de la calle que fueron el gran objetivo y el gran problema de la educación; cómo cooptar a los niños que no eran estudiantes, sino niños proletarios o que vivían en la calle. Busco el sujeto de carne y hueso que está detrás de las políticas sociales y que, de alguna manera, está encarnando la historia.

-Su libro “Movimiento en la tierra. Luchas campesinas, resistencia patronal y política social agraria. Chile, 1927-1947, pareciera unir esas temáticas. ¿Cómo surge esta investigación?

-En el mismo título se puede ver el enfoque de visualizar la historia desde la sociedad civil con el Estado, a través de las políticas implementadas. Este libro surge casi como casualidad. Estaba haciendo un estudio sobre el Frente Popular y los distintos movimientos sociales desarrollados en ese periodo y, de pronto, me comienza a aparecer el tema campesino con mucha fuerza. Me extrañé porque a uno le habían enseñado que no había habido movimiento campesino hasta los años 1960 y 1970. Entonces, me llamó la atención y seguí indagando, sentí que era mi responsabilidad tomar ese tema e investigarlo más a fondo. Por supuesto, apliqué el mismo enfoque que he desarrollado de ver el movimiento campesino en relación con el conflicto y la relación con los patrones de fundo y el Estado, en cuanto sus políticas a nivel agrario y de la reglamentación del trabajo.

-¿A qué se debe, según su opinión, el que estuvieran tan invisibilizadas las luchas campesinas previas a la década de 1960?
-Creo que puede ser por dos razones: se aceptó la hipótesis de un historiador norteamericano especialista en temas agrarios, con investigaciones en historia de la agricultura en Chile, que dice que el campesinado en Chile habría dormido una suerte de siesta colonial hasta los años 60. También se habría aceptado la tesis de economistas y sociólogos que plantearon que la izquierda habría transado el movimiento campesino, la sindicalización, por el proceso de industrialización del país que se empezó a desarrollar en la época del Frente Popular.
Son hipótesis que se aceptaron sin más, sumadas al hecho de que las investigaciones historiográficas en relación al siglo XX se hicieron de manera bastante tardía. Cuando me formé en la universidad, se nos enseñaba hasta el siglo XIX y los profesores estaban muy enfrascados en el tema de la historia colonial. Mientras no se hubiera hecho una investigación con la paciencia historiográfica que significa entrar a levantar una documentación muy amplia y abundante, se arriesga a que hipótesis no fundadas en investigación profunda puedan tergiversar la historia.

No un solo campesinado

-En ese sentido, la “cuestión campesina” radicaría directamente en una lucha contra la clase terrateniente. ¿Cómo es ese proceso?

-Existía esa hipótesis de que se había sacrificado la sindicalización campesina por un proyecto industrializador en la época del Frente Popular. Hipótesis que resultó ser falsa. Lo que planteamos en la investigación es que, si bien había un proyecto de industrialización, justamente se necesitaba una transformación en el agro que favoreciera la organización campesina, la sindicalización. De hecho, la izquierda no dio más que una pequeña tregua, al inicio del gobierno de Pedro Aguirre, para que se calmaran los terratenientes, pero fue una tregua de pocos meses, y la izquierda del Frente Popular continuó en su proyecto de sindicalización y transformación de las estructuras agrarias. Marmaduque Grove, quien dirigía el Partido Socialista, presentó el primer proyecto de Reforma Agraria, en 1939. Entonces, hay todo un compromiso de la izquierda con la cuestión campesina y los gobiernos de la época se dan cuenta de que deben hacer trasformaciones porque, si no, no habrá posibilidad de desarrollo del país, ni una sociedad más integrada.

-Al investigar, dice, se encontró con distintos tipos de campesinado. ¿A qué se refiere con eso?

-Al comenzar la investigación me di cuenta de que me estaba apareciendo un mundo extraordinariamente complejo. Que había un mundo que había sido más historiado, que era el de la hacienda, con muchos tipos de campesinos y trabajadores, y por otra parte, el mundo fuera de la hacienda, con otros tipos de campesinos. Lo fui definiendo e identificando porque, si bien se han definido algunos de sus sujetos, especialmente en libros de sociología, faltan algunos rostros que quise incorporar, como los colonos y los mapuches.

Al interior de la hacienda aparecían distintos tipos de trabajadores, distintas relaciones sociales de producción, distintas formaciones sociales y productivas. Había tres tipos de medieros, muchos tipos de peones. El campesinado no es uno solo, tiene múltiples figuras, formas y rostros. Cada uno de ellos se visibilizó en la investigación.

La tierra, tema tabú

-Usted menciona la manera particular del Estado de relacionarse con la tierra en esa época, lo que atenta también contra el pueblo mapuche. ¿Es producto de esa relación lo que estamos viviendo hoy?

-Después de la conquista armada del pueblo mapuche, a fines del siglo XIX, el Estado redujo a muchas ex comunidades a reducciones y las tierras sobrantes las remató entre colonos nacionales y extranjeros. La investigación plantea que, posteriormente, se produjo una suerte de guerra de conquista civil, una prolongación de la conquista por parte de propietarios beneficiados con los remates o compras de las tierras, y comenzó un proceso de despojo por múltiples vías: extralegales, con agrimensores inescrupulosos que disminuyen la tierra de las comunidades reducidas y, al mismo tiempo, comienzan a comprar, porque el pueblo mapuche queda en una pobreza extrema, con tierras malas, donde no pueden desarrollar ganadería.
Se produce un proceso de despojo civil, por múltiples vías, del pueblo mapuche. El Estado, por su parte, a través de las leyes de Ibáñez, comienza a propiciar y a obligar a todos los gobiernos a realizar un proceso progresivo de parcelación de las comunidades y de las reducciones. Entonces, en cada periodo gubernamental se produce una parcelación muy crítica y grave, porque deja a los mapuches totalmente incapacitados de poder producir bien. Porque la tierra, o se produce cooperativamente en comunidad, o con fuerza de trabajo asalariada. Pero la producción familiar o individual es muy difícil, porque se requieren muchas manos.

Los mapuches comienzan, desde entonces, a pelear por reivindicar su tierra y por las políticas que beneficiaban a colonos y que querían para ellos. Esa herida profunda no ha logrado sanar ya que necesita progresivas políticas de reparación. Se hicieron reparaciones importantes en la década de 1960 y 1970, hasta 1973, cuando se restituyó mucha tierra y se formaron nuevamente las comunidades en torno a esa restitución de tierra. Sin embargo, el golpe militar, que es la segunda gran y profunda herida que tiene abierto el pueblo chileno, no solo también parceló las comunidades que había y las vendió, sino que entregó mucha tierra que las comunidades mapuches habían recuperado, con facilidades y prebendas, a grandes empresas que son hoy las forestales.

– ¿Qué papel juega, en ese proceso, la colonización del Sur de Chile?

Ese proceso vive varias etapas. Al Sur de Toltén, la zona de Valdivia y Llanquihue fue colonizada tempranamente por el Estado Chileno, con alemanes que venían sufriendo represión política en su país. El proceso de colonización, a partir de ese momento, fue la gran política del Estado para las tierras del Sur y continuó en distintas oleadas en la primera mitad del siglo XX. En la Araucanía, el proceso de colonización, como política de estado, comenzó con énfasis después de la conquista armada de la zona, a fines del siglo XIX, comienzos del XX. Se propició la llegada de españoles, italianos, alemanes, europeos en general, que eran campesinos de Europa despojados de sus tierras, quienes fueron cooptados por la invitación de colonizar tierras del Sur chileno.
En general, esas oleadas de inmigrantes vienen de forma legítima, invitados a colonizar la tierra, pero no saben que esas tierras están heridas profundamente por una guerra muy violenta. Llegan a un territorio ensangrentado y, muchos de ellos, sin contentarse con lo que se les entregó, en generaciones siguientes comienzan a avanzar hacia tierras mapuches, y hacia tierras de ocupación de chilenos ahí instalados, generando un proceso de despojo. En una primera etapa, la colonización extranjera es legítima, pero en una segunda comienza a generar despojos, agudizando las tensiones.

Por otro lado, a fines de 1920, el presidente Ibañez promulga una ley de colonización de las tierras del Sur con nacionales, pero esta ley exigía un pago al contado que el pueblo campesino no era capaz de solventar. Esta ley discriminó a los más pobres que siguieron ocupando ilegalmente las tierras. Algunos tuvieron autorización de instalarse en tierras fiscales con promesa de titulación, especialmente en las tierras lejanas, donde el estado necesitaba que se ocupase el territorio. Pero nunca los titularon y también se produce una suerte de guerra civil interna por estas tierras de ocupación sin título. Entonces, no se trata solo del colono extranjero traído por el Estado, sino también de colonos nacionales favorecidos por la ley, y colonos chilenos más pobres que ocupan legalmente territorio fiscal pero que no tienen títulos. Ellos son la carne deliciosa que devoran los más poderosos a toda costa.

-Usted ha lamentado que no se mencione la tierra en todos los debates políticos y programáticos que se están dando hoy. ¿Cómo siente que todas estas temáticas debieran abordarse en el Chile actual? ¿cuáles son los desafíos que nos quedan?

-Hoy día se habla del agua y de cambiar el modelo extractivista, pero para poder hacerlo y normar y redistribuir el tema del agua se necesita también tener un enfoque respecto de la tierra, de los territorios, del lugar donde está el agua, donde está el extractivismo y donde habitan numerosos sujetos de todo tipo.

Al parecer, la sociedad chilena y los políticos tiraron un velo sobre la tierra, es como un tema tabú que nadie ha destapado. Hay especialistas que han investigado sobre el proceso de la post reforma agraria, la contrarreforma agraria; esos estudios se podrían poner en la mesa de los políticos para visualizar cuál es la situación que se vive en la tierra. Creo que el problema de la tierra no es solo del pueblo mapuche, que es el que la ha defendido porque ha sido el más vulnerado. El problema de la tierra siempre va a ser un problema de todos los chilenos. De ella nos alimentamos y debemos vivir en los momentos más críticos. Lo que ocurra con la tierra tiene que ver con los modelos de producción que queramos implementar y, si queremos transformar el extractivismo en otro tipo de producción, vamos a necesitar un diagnóstico y visibilización de lo que está pasando en cada uno de los territorios de Chile.

La importancia de las humanidades

Si bien siente que, comúnmente, se miran en menos respecto de las ciencias naturales, matemáticas o tecnología, la historiadora es una convencida de que son las humanidades las que crean la sociedad.

“Desde ahí se piensan y construyen distintos modelos de sociedad, incluso económicos. No son sino las humanidades las que han creado la democracia, las que han generado todos los procesos políticos modernos, las que han pensado cómo construir una sociedad fundamentada no en el poder autoritario o monárquico, sino en el poder del pueblo o nación. Las humanidades están permanentemente entregando fundamentos de política o economía, incluso legitimando las ciencias”, señala Illanes y concluye: “las humanidades y las ciencias sociales tienen un rol capital en el proceso de creación y construcción de sociedades en el tiempo”.

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