Humanidades

El Peneca y las infancias del siglo pasado

El viernes pasado se conmemoró el Día del Libro, momento en que se aprovecha de reflexionar sobre la importancia del libro y la lectura. Conocer sobre las experiencias lectoras y aportar a la historia de la lectura nacional, fueron parte de los objetivos que impulsó a tres investigadoras a indagar sobre la revista El Peneca, publicada en Chile entre 1908 y 1960.

Por: Diario Concepción 25 de Abril 2021
Fotografía: Cedida

Ximena Cortés Oñate
contacto@diarioconcepcion.cl

Peneca es un sinónimo de niño. Un chilenismo poco utilizado en la actualidad, y remite a la primera mitad del siglo pasado. Para los mayores, es también sinónimo de distracción y conocimiento, gracias a la publicación para niños que, cada lunes, circulaba en el país.

El Peneca (1908-1960) fue una de las revistas infantiles más importantes editadas en Chile durante el siglo XX. Este “semanario ilustrado”, tuvo su primera publicación el 23 de noviembre de 1908 y comenzaba con un mensaje a sus lectores: “Antes que nada una palabra de simpatía y cariño para vosotros, niños y niñas. que seréis los verdaderos sostenedores de esta publicación”.

La revista, la más longeva publicación periódica nacional y que dejó de publicarse tras 2 mil 705 números, mencionaba en su primera editorial que se proponía “cooperar al esfuerzo de todos los que luchan a favor de la instrucción popular y hacer en todo caso la delicia y el encanto, la distracción honesta y provechosa de los niños”.

Además, junto con una serie de indicaciones para su público, señalaba sus condiciones: “El Peneca se publicará todos los lunes. Nunca tendrá menos de 16 páginas. Costará diez centavos el ejemplar y ofrecerá, de vez en cuando, algunos premios a sus lectores más constantes en coleccionar la revista, como a los que se distingan en los certámenes que para ellos abriremos”.

En 2019, las investigadoras Clara María Parra, Paulina Daza y Marcia Martínez comenzaron a desarrollar el proyecto “Comunidades lectoras del Biobío: El Peneca (1908-1960), una revista para niños y niñas en el Chile moderno”, con apoyo del Fondo del Libro y la Lectura, por investigaciones en torno al libro, la lectura y la escritura.

En una entrevista coral, señalan que los intereses que suscitaron esta investigación fueron diversos. “Al ser tres investigadoras con formación literaria, habíamos desarrollado algunas reflexiones particulares sobre la representación de la familia en las literaturas actuales, la historia del teatro para niños y niñas en Chile, y las publicaciones periódicas de la primera mitad del siglo XX”, dicen.

Parra es profesora asistente del Departamento de Español, Universidad de Concepción; Daza es profesora titular del Departamento de Educación Básica, Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, y Martínez es profesora adjunta de la Escuela de Teatro, Universidad de Valparaíso.

Sus reflexiones en torno a literatura, niñez y publicaciones, las llevaron a establecer debates comunes sobre lo que significaba ser lector o lectora en Chile a inicios del siglo XX, “sobre todo en lo concerniente al público infantil y al rol significativo que cumple la familia en el desarrollo de esta actividad que, si bien está ligada al aprendizaje, también está asociada a la entretención y al disfrute del tiempo libre”.

Las investigadoras consideran que un foco de discusión significativa al respecto, podría ser el papel que cumplieron las publicaciones periódicas para la infancia que, en Chile, durante la primera mitad del siglo XX, tuvieron mayor importancia, y cuyos receptores fueron los grupos familiares de nuestro país.

“Pronto notamos que su relevancia estuvo marcada por el impacto obtenido tanto a nivel de comunidades urbanas como rurales, lo que hizo que nuestras reflexiones pasaran del nivel regional al nacional; aun así, seguíamos notando que, tanto en el material como en los lectores reales (que son adultos y adultas mayores hoy) la recepción no se quedó en el ámbito nacional chileno, sino que se extrapoló al internacional hispanoamericano”.

El trabajo de esta investigación se inició formalmente en 2019, con el objetivo primario de recoger, a través de entrevistas, las experiencias lectoras de quienes tuvieron acceso a la revista siendo contemporáneos de su publicación.

De este modo, dicen, “nos propusimos aportar a la historia de la lectura nacional. Paralelo a esto, nuestro interés estaba puesto en la materialidad de la revista, de manera que aprovechamos el diálogo con los lectores y las lectoras para enfocarnos en algunos segmentos vinculados a la lectura, los juegos, las ilustraciones (tanto de las historietas como de las adaptaciones literarias) y las portadas de la revista”.

Esto las llevó a estudiar a las directoras y directores del impreso, así como también a las y los ilustradores y, en general, a los equipos editoriales que a lo largo de los años sostuvieron esta publicación.

Los resultados de la primera parte del proyecto se pueden conocer en el sitio web http://elpenecacomunidadeslectoras.cl que está siendo constantemente actualizado con entrevistas, revistas y otros documentos de interés.

Tesoros ilustrados

La revista El Peneca, así como otras publicaciones editoriales especializadas de esa época, surge en un contexto donde el periodismo se caracterizaba por un impulso hacia las publicaciones periódicas como forma de entretención.

En esa época, sostienen las investigadoras, se estableció “una forma de pensar y concebir la sociedad de su tiempo, aquella que podía acceder a un documento escrito, es decir, estaba alfabetizada”. Por otra parte, continúan, las publicaciones actuaban como un nexo cultural y social que diferenciaba distintas comunidades receptoras: infantiles, femeninas, adscritas a determinados lineamientos ideológicos, o que disfrutaban de determinadas actividades como la moda o los deportes.

“Uno de los primeros aspectos que nos llamó la atención de la revista fue la publicación de obras clásicas de la literatura universal, a través de adaptaciones que se entregaban por capítulos semana a semana”, dicen.

Esto iba acompañado de atractivas ilustraciones, como las de Coré (Mario Silva Ossa), Fidelicio Atria o Elena Poirier. “De esta forma, la difusión de la lectura literaria, junto con otras prácticas dentro de la revista, como juegos, adivinanzas o historietas, articularon una forma de comunicación directa para quienes eran sus lectores y lectoras, a través de la espera como acción fundamental (espera de la revista, del fin de la historia, de la solución de las adivinanzas). Con el dedicado repertorio literario y de historietas, así como lo atractivo de sus ilustraciones, El Peneca se convierte en uno de los objetos de entretención de la época, no solo para niños y niñas, sino para la familia completa. Esto sucede especialmente en la época en que Elvira Santa Cruz Ossa (Roxane) (1866-1960) dirige la revista”, dicen las investigadoras.

Parra, Daza y Martínez destacan también el valor material que tiene la revista para quienes fueron sus lectores y lectoras. “El celo con el que la trataron y cuidaron nos permite acceder a ellas en excelente estado el día de hoy, pues quienes fueron niños y niñas las cuidaron como sus tesoros”.

Por ello, sostienen que este proyecto no habría sido posible sin las comunidades lectoras que protagonizaron las escenas que recopilaron. “Las personas que fueron niños y niñas en la época de mayor auge de la revista son lo más importante para nuestro proyecto. Nos ha sorprendido gratamente el entusiasmo con el que los lectores y lectoras de El Peneca accedieron a ser entrevistados, en un inicio, para luego, ellos mismos tener la iniciativa de buscarnos y así ofrecer sus testimonios lectores. Ello nos demostró que este proyecto llegaba efectivamente a la comunidad, pues activó las memorias culturales y afectivas que le han dado sentido a nuestro trabajo”.

Desde esta perspectiva, la revista no solo es importante como impreso publicado en Chile para un público infantil. Para las investigadoras, es fundamental el registro y estudio de los lectores y lectoras que formó. “Ellos y ellas comparten experiencias de vida comunes gracias a la lectura, independiente de su espacio geográfico e incluso de su acceso económico para adquirir la revista”.

A su juicio, existe un imaginario común motivado por la relación de los lectores y las lectoras con la pluralidad de formatos de lectura que se presentaban en el impreso. “Eso nos permite, al mismo tiempo, conocer la cultura de una época y enfocarnos en la historia de la lectura y de la infancia”.

Aprendizaje diverso y significativo

Hoy, cuando el confinamiento obliga a recurrir a la educación a distancia, buscando distintas herramientas para la formación de niños, niñas y adolescentes, El Peneca como complemento para la educación escolar parecería confirmar lo que diversos expertos han señalado sobre la importancia de proponer experiencias significativas para apoyar los procesos de aprendizaje.

Las investigadoras señalan que “consideramos que El Peneca enseñó (muchas veces sin proponérselo del todo) a aprender sobre diversas materias sin necesidad de plantearse como una forma de lección; es decir, aprovechó la idea del divertimento asociado al acto de leer como una herramienta de llegada efectiva y duradera a diversas comunidades que veían en la revista un espacio de esparcimiento y no de `estudio´ en el sentido clásico. En resumen, creemos que los dispositivos de enseñanza que no se proponen enseñar, son los que más lejos llegan en su aporte al aprendizaje diverso y significativo”.

Cedida

En ese sentido, señalan que una de las preguntas que han surgido en la investigación es con qué tipo de dispositivos se relacionan las infancias, adolescencias y las familias el día de hoy para su entretención, más allá de la obvia premisa de lo digital. “También cabe preguntarnos cuáles son los recursos más efectivos, fuera del aula escolar, que posibilitan aprendizajes más allá de aquellos que se evalúan progresivamente por niveles y, sobre todo, cómo se articulan nuevas comunidades lectoras o culturales. Tal vez, en el futuro, el recuerdo de las generaciones infantiles de nuestra época vincule la entretención y el aprendizaje a canales de televisión o a Youtube, generando otras formas de comunidades”, dicen.

La relevancia de El Peneca, no solo a nivel nacional, sino que latinoamericana, mostró a las investigadoras la necesidad de presentar un nuevo proyecto: “Gestos, espacios y costumbres. Un estudio de la revista El Peneca (1908-1960) y su experiencia de lectura en Chile e Hispanoamérica”, que recibió también financiamiento del Fondo de Libro y la Lectura, Línea investigación (2021-2022).

“Con esta segunda etapa que iniciamos, nos abrimos a explorar las comunidades lectoras no solo chilenas, sino que hispanoamericanas, pues la revista no solo fue distribuida en Chile; del mismo modo, hemos optado por acoger a otras generaciones de lectores y lectoras que hayan tenido acceso a la revista y puedan comunicarnos su experiencia”, señalan.

En cuanto a la materialidad de la revista, se propusieron analizar la pluralidad y diversidad de su contenido, así como su importancia en la formación de lectores y lectoras de varias generaciones.

“Nuestro proyecto está comenzando su segunda etapa de trabajo, la que tiene como objetivo principal la publicación de un libro sobre la revista El Peneca y sus comunidades lectoras a nivel Hispanoamericano”, dicen.

Gracias al financiamiento del Fondo del Libro y la Lectura, dicen que podrán ampliar su alcance en el número de personas y territorios, aprovechando las herramientas de la virtualidad”.

“También podremos realizar un estudio de mayor profundidad a distintos segmentos de la revista y de las transformaciones de la misma a través del tiempo, junto con adquirir nuevos ejemplares (en total son más de 2.600 números, de los cuales conocemos un 50% aproximadamente). Aprovechamos de hacer un llamado a las personas que hayan leído El Peneca y quieran participar con sus experiencias, a contactarnos a través de nuestra página web, y agradecemos a todas las personas que, generosamente, han compartido con nosotras un momento de su infancia”, concluyen.


Clara Parra: “Uno de los primeros aspectos que nos llamó la atención de la revista fue la publicación de obras clásicas de la literatura universal, a través de adaptaciones que se entregaban por capítulos semana a semana”.

Marcia Martínez: “Creemos que los dispositivos de enseñanza que no se proponen enseñar, son los que más lejos llegan en su aporte al aprendizaje diverso y significativo”.

Paulina Daza: “Nos ha sorprendido gratamente el entusiasmo con el que los lectores y lectoras de El Peneca accedieron a ser entrevistados, en un inicio, para luego, ellos mismos tener la iniciativa de buscarnos y así ofrecer sus testimonios lectores”.

Libros recomendados

Coré, el tesoro que creíamos perdido, Jorge Montealegre. Ediciones Asterión, 2012.

“Fuentes y herramientas para el estudio de la formación del niño lector en Chile (1860-1960)”, Clara María Parra. Revista Ocnos, Revista de estudios sobre lectura, Vol. 16, no. 1, 2017.

En el repositorio digital de la Biblioteca Nacional se encuentran los primeros 600 números de la revista El Peneca. Disponible en: http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/bnd/630/w3-article-593414.html

Además, las autoras recomiendan visitar su página http://elpenecacomunidadeslectoras.cl

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