Humanidades

Envejecimiento en Chile: un cambio que no es solo demográfico

Investigaciones recientes han destacado que los sistemas cerebrales y cognitivos son, cuando envejecen, más dinámicos y plásticos de lo que se pensaba. El cerebro de las personas mayores responde a los cambios anatómicos y fisiológicos que se producen con la edad mediante una reorganización continua de sus funciones, con el fin de apoyar al sistema cognitivo que presenta deficiencias.

Por: Diario Concepción 04 de Abril 2021
Fotografía: Cedida

Jaime Soto Barba

Sin duda la población mundial está envejeciendo. Esta tendencia global, no obstante, presenta distintas realidades según la región del mundo en la que nos situemos. Así, en países como Japón, Alemania e Italia se encuentran cifras extremas, con sociedades donde las personas de 65 años y más superan a los habitantes de 0 a 15. En América Latina y África, el panorama se ve menos longevo, con mayor proporción de jóvenes respecto de los mayores. Chile, a diferencia de su región, muestra cifras con claras características de población envejecida. Actualmente, la expectativa de vida en el país es de 77,9 años para los hombres y de 83,4 años para las mujeres. El INE proyecta que para el 2035 estas cifras se elevarán a 80,9 y 86 años respectivamente. La misma fuente señala que en 2002 los mayores de 65 años constituían el 7,9% de la población; hoy, este grupo representa el 11,8% y se espera que en 2035 sea el 18,9% del total de habitantes del país, superando para entonces al grupo de 0 a 14 años (que correspondería al 16,1%).

Estas transformaciones en la estructura de la población traen consigo enormes desafíos en todos los ámbitos de la vida. Se hace necesario, por tanto, estudiar los hechos a objeto de generar el conocimiento necesario para el diseño de políticas públicas, así como para la toma de decisiones en materia económica, social y de salud. En esta línea, un grupo de investigación en Psicolingüística de la Universidad de Concepción viene desarrollando estudios sobre lenguaje y envejecimiento desde hace dos décadas.

Lenguaje y envejecimiento

La investigación sobre lenguaje y envejecimiento ha tenido un gran desarrollo en los últimos veinte años. En el curso de este recorrido, señala la profesora Mónica Véliz de Vos, la atención se ha focalizado en torno a dos tópicos: el estudio del envejecimiento normal y el patológico, ambos igualmente productivos en términos de generación de nuevo conocimiento. De acuerdo con Véliz, desde el punto de vista de la Psicolingüística, disciplina que se propone explicar la naturaleza y función de los procesos mentales implicados en la comprensión (escuchar, leer) y producción (hablar, escribir) del lenguaje y su vinculación con los circuitos neuronales que las sustentan, se entiende que comunicarse verbalmente constituye una función cognitiva de gran complejidad. Esta tarea incluye el trabajo cooperativo de un conjunto de mecanismos mentales especializados que actúan en los distintos niveles de procesamiento (desde percibir el sonido o las letras hasta interpretar las intenciones de quien habla o escribe). Se suele hablar de arquitectura funcional para aludir a la estructura jerárquica que organiza todo el proceso. La tarea central de la ciencia ha sido, precisamente, explicar mediante modelos teóricos cómo el sistema cognitivo humano trabaja en cada uno de esos niveles para comprender o producir el lenguaje.

Mónica Véliz de Vos: En la actualidad, el uso de métodos electrofisiológicos y de neuroimagen cerebral ha abierto la posibilidad de obtener información sobre la actividad cerebral mientras se llevan a cabo tareas cognitivas de distinto tipo, incluidas las que se relacionan con el procesamiento del lenguaje.

¿Cuáles son esos procesos? Es posible mencionar algunos de ellos, que corresponde justamente a aquellos que han concitado el interés de los estudiosos de esta área. En el ámbito de la comprensión, se cuentan, por ejemplo, los procesos responsables de la transformación de la señal sonora (el sonido del habla) en una representación mental (la huella que el sonido deja en nuestra memoria mediante la percepción). Otros procesos permiten reconocer las palabras; los sonidos o letras que son percibidos y resultan conocidos, porque se asocian con palabras que se almacenan en la memoria junto con su significado. Del mismo modo, otros procesos se ocupan de organizar las palabras en frases y oraciones de acuerdo con un cierto orden, como también de asignarle sentido a esas frases u oraciones. También se realizan otras operaciones para establecer relaciones entre las frases de un texto, para lo cual se utiliza no solo el conocimiento del lenguaje, sino además la experiencia en situaciones similares a las que se refiere el mensaje.

En el caso de hablar o escribir, se pueden mencionar los procesos vinculados a la planificación del mensaje y la activación de los conocimientos previos; es decir, primero se debe seleccionar un contenido que se desea comunicar y luego organizar la forma verbal que se le dará al mensaje para que dicho contenido sea entregado a quien es destinatario del mismo. Esto implica planificar cómo construir las frases, qué palabras se utilizarán, en qué orden aparecerán, en qué aspecto del mensaje se pondrá mayor énfasis, etc.

La gran pregunta es: ¿qué sucede a las complejas capacidades de comprender y producir cuando se envejece? ¿Declinan las habilidades lingüísticas? ¿Cambian los patrones de desempeño de las personas mayores? ¿Qué aspectos del desempeño lingüístico resultan afectados y cuáles son resistentes al efecto de la vejez? ¿Por qué se producen cambios y qué factores o variables pueden explicarlos? Respuestas hay varias y proceden de las teorías que la Psicología Cognitiva de orientación gerontológica ha desarrollado para explicar los cambios que experimentan las funciones cognitivas cuando sobreviene el proceso normal de envejecer. La literatura especializada se refiere, en general, a esos cambios, llamándolos “declive” y en esa dirección se ha orientado la investigación. Se cuenta, además, con un cuerpo amplio de información empírica proveniente de estudios realizados desde perspectivas metodológicas muy diferentes, las que, de una u otra forma, respaldan los planteamientos teóricos.

La investigación psicolingüística, agrega la profesora Véliz, ha trabajado tradicionalmente con métodos conductuales. Pero, en la actualidad, el uso de métodos electrofisiológicos y de neuroimagen cerebral ha abierto la posibilidad de obtener información sobre la actividad cerebral mientras se llevan a cabo tareas cognitivas de distinto tipo, incluidas las que se relacionan con el procesamiento del lenguaje. La integración de la investigación conductual con datos provenientes de técnicas de neuroimagen y otras ha contribuido a un crecimiento de lo que se conoce acerca de las funciones mentales y del envejecimiento cognitivo, y ha aportado significativamente en relación con los cambios que experimentan las estructuras y funciones cerebrales cuando se avanza en edad.

Investigaciones recientes han destacado que los sistemas cerebrales y cognitivos son, cuando envejecen, más dinámicos y plásticos de lo que se pensaba. El cerebro de las personas mayores responde a los cambios que se producen con la edad mediante una reorganización continua de sus funciones con el fin de apoyar al sistema cognitivo que presenta deficiencias.

Hasta ahora, se han identificado dos patrones de actividad neuronal que separan nítidamente los cerebros jóvenes de los mayores. Uno de ellos, la reducción de la asimetría hemisférica, señala que los adultos mayores muestran una tendencia a activar tanto el hemisferio derecho como el izquierdo para ejecutar tareas que normalmente son lateralizadas (localizadas en uno de los hemisferios) en los adultos. Este patrón de activación neuronal bilateral está asociado con el logro de un nivel alto de desempeño. El otro patrón alude a la llamada reorganización posterior-anterior, que se relaciona con un incremento de la actividad frontal del cerebro de las personas mayores y una disminución asociada con la actividad en las zonas posteriores. Se entiende como una respuesta a la pérdida de la eficiencia de los procesos neuronales en las áreas perceptivas del cerebro. En conjunto, estos patrones han sido interpretados como mecanismos de compensación con los que se suplen las deficiencias cognitivas y sensoriales. El cerebro envejecido recluta de manera estratégica recursos neuronales adicionales con el fin de mantener la actuación en un nivel alto, lo que es una muestra de la plasticidad y del carácter adaptativo de las funciones neurobiológicas.

De este modo, el desafío en la actualidad para las disciplinas que estudian el envejecimiento no parece estar ya en dar cuenta del declive que trae aparejada la mayor edad, sino más bien comprender los mecanismos cognitivos y cerebrales que permiten que los adultos mayores mantengan, hasta avanzada edad, un nivel de funcionamiento cognitivo exitoso e identificar las variables y factores mediadores del proceso.

Comprensión lectora en tercera y cuarta edad

Leer comprensivamente constituye una competencia imprescindible para los miembros de sociedades alfabetizadas, señala el Dr. Bernardo Riffo, coordinador del equipo de Psicolingüística. En numerosas situaciones de la vida diaria, los ciudadanos deben leer textos de diverso género en distintos contextos y con variados propósitos. Los adultos mayores no son una excepción; por el contrario, este grupo mantiene hábitos de lectura muy activos, incluso en avanzada edad, toda vez que la lectura se hace necesaria para la realización exitosa de muchas actividades cotidianas y contribuye a la autonomía de las personas mayores. Durante la lectura se ponen en juego diversos mecanismos cognitivos que incluyen percepción, además de activación, elaboración y almacenamiento de representaciones de diversa índole en la memoria. En la compleja dinámica de esta actividad, se distinguen varios subprocesos que exigen el despliegue de distintas habilidades para realizar múltiples operaciones; de estas, el lector debe recurrir a su conocimiento del lenguaje en todos sus niveles y, en general, al conocimiento acumulado mediante la experiencia. Como se dijo antes, el envejecimiento trae consigo cambios que afectan distintos componentes del lenguaje y la cognición, los que se caracterizan por un enlentecimiento generalizado y una disminución de las capacidades de operación -la llamada inteligencia fluida. Este proceso, sin embargo, no consiste solo en un declive. Junto con la merma de la inteligencia fluida, los individuos que envejecen ven incrementadas sus reservas de experiencia -la llamada inteligencia cristalizada-, lo que les permite compensar las pérdidas. Así, el cuadro en su conjunto presenta una configuración asimétrica, con aspectos que muestran evidente deterioro, mientras que otros parecen bien conservados. A lo largo del envejecimiento, además, ocurren cambios que configuran una serie de etapas evolutivas, por lo que la población de adultos mayores no constituye un grupo homogéneo. De esta forma, se distingue hoy entre la tercera edad (60-80 años) y la cuarta edad (desde 80 años aproximadamente). En esta última fase, se profundizan los cambios propios del envejecimiento, dando lugar a desarrollos que podrían comprometer el desempeño verbal, cognitivo y comunicativo, y a la aparición de signos de deterioro más avanzado. El grupo más envejecido se caracteriza por: (1) Una alta heterogeneidad. Las personas de edad avanzada llegan a esta etapa de la vida con una vasta colección de experiencias muy distintas, cuya diversidad se manifiesta aún más notoriamente en la cuarta edad. (2) El desempeño de este grupo en distintas tareas presenta una alta dispersión, con diferencias individuales muy fuertes. Por tratarse de un fenómeno demográfico nuevo en la historia de la humanidad (nunca antes hubo tantas personas de tan avanzada edad), el conocimiento del curso evolutivo en esta fase del ciclo vital es en extremo escaso; se necesita más investigación para determinar los puntos críticos de las trayectorias (cuándo aparecen los desarrollos críticos y en qué aspectos). Estudiar el desempeño en comprensión lectora en esta etapa evolutiva avanzada ofrece una oportunidad única para observar procesos que no ocurren en otro momento, permitiendo así establecer relaciones relevantes entre lenguaje y cognición, y, con ello, dar cuenta de la vitalidad cognitiva del grupo más envejecido de nuestra sociedad. En esta línea de trabajo, el profesor Riffo, junto a un equipo de investigadores de la Universidad de Concepción, la Universidad de Chile y la Universidad del Biobío, investigan actualmente la comprensión lectora en adultos mayores de tercera y cuarta edad. Mediante un proyecto financiado por Fondecyt, los especialistas buscan arrojar luces sobre lo que sucede en las etapas más avanzadas del envejecimiento.

Bernardo Riffo Ocares: Estudiar el desempeño en comprensión lectora en personas de tercera y cuarta edad ofrece una oportunidad única para observar procesos que no ocurren en otro momento, permitiendo así establecer relaciones relevantes entre lenguaje y cognición, y, con ello, dar cuenta de la vitalidad cognitiva del grupo más envejecido de nuestra sociedad.

El efecto de enfermedades neurodegenerativas: Parkinson

Cuando el envejecimiento va asociado con el desarrollo de enfermedades que afectan el sistema nervioso, como el Parkinson, las consecuencias pueden implicar importantes alteraciones de las funciones intelectuales y, por ende, del lenguaje. Varios aspectos se ven disminuidos en las personas que padecen esta enfermedad. En relación con la comprensión del lenguaje, una de las manifestaciones del Parkinson es la alteración de la percepción del habla. Dentro de esta, la duración de los sonidos es algo que se ha identificado con claridad. La explicación se encuentra en el hecho de que la patología afecta los mecanismos cerebrales responsables de la representación del tiempo, por lo que la mayor o menor

longitud de los sonidos es algo que los pacientes no perciben de igual forma que las personas que no tienen la enfermedad. Una investigación desarrollada por el equipo de Psicolingüística de la UdeC estudió el efecto de la duración de la sílaba. Alejandra Ramírez, fonoaudióloga y doctora en Lingüística, como parte de su tesis doctoral dirigida por el Dr. Riffo, realizó un experimento en el que se utilizaron palabras intervenidas; en algunas de ellas, una de las sílabas tenía una duración mayor del promedio, mientras que en otras la misma sílaba era más corta de lo normal. En este último caso, los pacientes de Parkinson vieron disminuida su comprensión de las palabras intervenidas. Estos resultados, dice la investigadora, son valiosos para desarrollar pruebas de diagnóstico, como también procedimientos de terapia fonoaudiológica en pacientes de Parkinson.

Alejandra Ramírez: Estudiar el efecto de la duración de la sílaba constituye una herramienta valiosa para desarrollar pruebas de diagnóstico, como también procedimientos de terapia fonoaudiológica en pacientes de Parkinson.

En otra investigación dirigida por la Prof. Véliz, Alejandra Camacho en su tesis de Magíster en Lingüística Aplicada, descubrió una relación muy estrecha entre indicadores acústicos de las consonantes [b-p-d-t-g-k], los cuales ponen en relación dos momentos en la pronunciación de estos sonidos, esto es, el cierre de órganos articulatorios y la vibración de las cuerdas vocales o su ausencia. Según indica la Prof. Véliz, la medición de esta relación, también de duración e imperceptible al oído humano, se vio seriamente alterada en adultos mayores con la enfermedad de Parkinson respecto de personas que no padecían esta enfermedad, también adultos mayores. Lo anterior demuestra la relevancia de profundizar este tipo de estudios, pues existe la posibilidad de que determinados componentes acústicos de la señal del habla puedan funcionar como marcadores tempranos para diagnosticar enfermedades como el Parkinson.

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