Ad portas de la llegada de la temporada de incendios forestales, la prevención se toma el protagonismo. Durante la semana pasada, el sector público, liderado por Conaf, anunciaron 23 mil millones de pesos destinados a enfrentar los riesgos que generan las altas temperaturas y las ráfagas de viento del verano. Así como también se oficializó que el sector privado, encabezado por la industria forestal, destinará otros $43 mil millones para lo mismo.  Teniendo presente lo acontecido el año pasado, cuando hubo un balance positivo de la gestión frente a este tipo de desastres, donde quedó un sabor dulce del trabajo público y privado, es que dicha labor se debe replicar y, como siempre, en la medida de lo posible mejorar.  

Sin embargo, esa es una parte de una realidad compleja, donde sigue existiendo el problema del factor humano como origen de los siniestros, en que, como ya se ha señalado en años anteriores, en una mayoría aparece la intervención de una persona. Por eso que hay que insistir en el autocuidado y en la responsabilidad frente a este tipo de escenarios.

“Un incendio forestal es un fuego que, cualquiera sea su origen, se propaga sin control en terrenos rurales o cerca de viviendas, a través de árboles, matorrales y pastizales, verdes y/o secos. En el mundo, los incendios forestales constituyen la causa más importante de destrucción de vegetación. Estos se incrementan y propagan con mayor facilidad cuando hay altas temperaturas, fuertes vientos, sequedad de la vegetación y del ambiente”, dice Senapred en su sitio web, como definición de ese tipo de siniestros.

No podemos seguir afectando nuestro entorno con acciones irresponsables que afectan la naturaleza y todo los que nos provee.

“Si bien hemos avanzado mucho, aún tenemos mucho por hacer. Por ejemplo, en temas como la intencionalidad (…) Tenemos que entender que los incendios son de todas y todos, sabemos dónde empiezan, pero no donde terminan y, por lo mismo, es fundamental contar con espacios como éste”, dijo Esteban Krause, director regional de Conaf, a modo de balance de la última temporada de incendios.

Por lo anterior, hay que tener claro que no basta cuánto se fiscalice o las tecnologías que se usen para evitar y limitar la acción humana, es necesario que se asuma, al igual que otras cruzadas que existen, que es responsabilidad desde el núcleo familiar que se impriman las directrices de prevención contra incendios. 

La Región del Biobío y el país no pueden volver repetir el escenario vivido hace dos años, cuando el fuego arrasó con miles de hectáreas y se llevó decenas de vidas. Prevención y cuidado deben estar de la mano, más con una proyección climatológica que se anticipa como difícil. 

Destacado: La Región del Biobío y el país no pueden volver repetir el escenario vivido hace dos años, cuando el fuego arrasó con miles de hectáreas y se llevó decenas de vidas.