Lo ocurrido el fin de semana con la suspensión del partido entre Deportes Concepción y General Velásquez fue recibido como una falta de respeto al hincha local.
De acuerdo a lo informado por la prensa, lo ocurrido durante la jornada dominical en el Estadio Ester Roa, en relación a lo resuelto por la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) sí podría considerarse, a lo menos, como una decisión desprolija, adoptada encima de la hora de inicio del duelo y que no previó que, en el momento que se oficializó -50 minutos antes del comienzo del partido-, dejó a personas instaladas en el recinto y también a muchas otras encaminadas a Collao.
Se puede aceptar que se decida suspender un partido de fútbol, dado que anteriormente se habían jugado dos lances que, bajo la constante lluvia caída este fin de semana-, dejaron en condiciones deplorables al pasto del Ester Roa. Pero, lo que no es aceptable es que, sabiendo las condiciones en que había quedado el terreno de juego tras finalizar el partido del fútbol femenino entre Fernández Vial y Colo Colo, se haya decidido suspender menos de una hora antes el duelo de los lilas que debía jugarse a las 16 horas de este domingo. Algo anduvo mal, hay que cuidar al hincha del fútbol y tratarlo como merece, aquí eso no fue así.
“Lamentamos lo tardío de la suspensión, hay dos clubes que se ven afectados económicamente”, detalló el comunicado emitido por el directorio de Deportes Concepción, con evidente molestia. Está claro que, si se jugaba, tal vez, el espectáculo no iba a estar a la altura de lo que quiere ver la hinchada, de eso no hay duda.
El mal estado de la cancha hubiera sido el principal obstáculo. Pero, volviendo a lo inicial: ¿Dónde está la consideración a quienes pagan por el espectáculo deportivo, si no se les avisa con tiempo prudente? Nuevamente, y con lamentación, se vuelve a repetir la frase “esto, ¿hubiera pasado en Santiago, en la capital?” y con involucrados poderosos o clubes grandes como Colo-Colo, Universidad de Chile o la UC. Como siempre, queda una duda instalada, una controversia abierta y una falta de respeto encima de la mesa: hacia el hincha penquista que, pese al frío, igual quería ver a su equipo y no pudo. Cosas del fútbol, no. Desprolijidad, sí.