Editorial

Chile produjo vacunas por más de 100 años

Algunas vacunas fueron producidas en Chile por más de 60 años. Pero esa capacidad fue desmantelada: no hubo continuidad de inversión en tecnología ni en innovación y desarrollo.

Por: Editorial Diario Concepción 21 de Marzo 2021
Fotografía: Cedida

Desde que el coronavirus hizo patente la necesidad de contar con un antídoto, una inquietud suele figurar en toda conversación de alto nivel sobre la pandemia: ¿Chile debería volver a producir vacunas?

Cuando el mundo depende de laboratorios que no dan abasto para la actual demanda mundial, y que por lo mismo se ha generado concentración de los insumos por parte de las economías más poderosas, no está demás reflexionar sobre la posibilidad de que un país produzca sus medicamentos con recursos propios.

Según la información histórica del Instituto de Salud Pública (ISP), en Chile se “produjeron sueros y vacunas de forma ininterrumpida desde fines del siglo XIX hasta principios del siglo XXI, contabilizando un total de 10 tipos diferentes de sueros y 29 vacunas, dos de las cuales fueron creadas en Chile por investigadores del Instituto Bacteriológico”. Por ejemplo, se elaboró desde 1887 la Vacuna Antirrábica a partir de cepas traídas del Laboratorio Pasteur de Buenos Aires. Con la creación del Instituto Bacteriológico en 1929, se produjo la vacuna antivariólica, además de una serie de sueros para combatir infecciones bacterianas. También se destacan algunas vacunas antivirales, como la Antigripal, producida por más de 20 años, la vacuna Anticoqueluche (Pertusis), y la Antituberculosa, conocida como BCG. Algunas de estas vacunas fueron producidas en Chile por más de 60 años.

Pero esa capacidad fue desmantelada, no hubo continuidad de inversión en tecnología ni en innovación y desarrollo, y el tiro de gracia al ecosistema de producción de vacunas chilenas fue el cierre del Departamento de Producción de Vacunas (dependiente del ISP) en 2002.

Hoy día, hay producción de antígenos de uso animal en el ámbito privado y algunas iniciativas de desarrollo de vacunas para humanos en los centros universitarios. De hecho, en la Universidad de Concepción existen varios equipos multidisciplinarios de investigadores que han diseñado, desarrollado y probado vacunas, tanto para uso veterinario como para la salud humana.

Es decir, Biobío ya cuenta con capital humano y las respectivas capacidades científicas y tecnológicas. Para la producción masiva, sin embargo, falta dar el salto de la investigación y desarrollo a la producción en escala.

Los especialistas indican que Chile abandonó los proyectos de producción de vacunas bajo la lógica de que no era rentable invertir en la producción de antígenos. Ese razonamiento dejó al país en total dependencia de compañías farmacéuticas instaladas en países que sí entienden la importancia de ese desarrollo. Y de paso truncó en Chile la posibilidad de impulsar la investigación científica y el desarrollo de nuevas tecnologías orientadas a la producción industrial en ese ámbito. La pandemia vino a recordarnos todo esto.

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