Según la investigación de la Asociación de Municipalidades de Chile, de reciente publicación y que analiza la violencia de género en Chile, 204 mujeres murieron a causa de un femicidio entre 2014 y 2018.
Cuando los hechos delictivos se repiten parece contumacia repetir su publicación. Sin embargo, no puede llegar una sociedad al estado de considerar al crimen como normal por el sólo hecho de ser frecuente. Es esta una situación ante la cual hay que permanecer en estado de alerta y vigilancia. No es una opción cerrar los ojos y simular que no ocurre.
Especialmente ante la realidad brutal y repetida de la violencia, que puede llegar al femicidio afectando a mujeres de cualquier edad, condición económica y social, que puede ocurrir al interior de la pareja, en el trabajo, en los lugares de estudio y en los espacios públicos, en el ámbito del hogar, muchas veces teniendo como testigos a horrorizados menores de edad.
El Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género, en relación con la forma más extrema de esta violencia, declara que “un femicidio no ocurre por el uso de alcohol, de drogas. Los femicidios ocurren porque vivimos en una sociedad donde aún se permite vivir en desigualdad entre hombres y mujeres”. Una realidad que parece impensable para quienes no la tienen en su propia historia de vida y ausente absolutamente de su realidad cotidiana, pero angustiosamente concreta en muchas familias y parejas.
Según la investigación de la Asociación de Municipalidades de Chile, de reciente publicación y que analiza la violencia de género en Chile, 204 mujeres murieron a causa de un femicidio entre 2014 y 2018. Para poner en el debido contexto la vulnerabilidad de las mujeres ante estos hechos, se informa que en el 85% de los casos de femicidio no existían medidas cautelares y sólo el 28% de las mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas habrían dejado constancia en Carabineros. El estudio también evidenció que el 65% de los victimarios tenía una relación con la víctima: el 26% era conviviente, el 25% esposo y el 14% era ex pareja, en menor medida ex pololo, amante, y conocido.
La Ley 20.480, promulgada en diciembre de 2010, sobre el delito de femicidio, modifica el código penal y la ley sobre violencia intrafamiliar, aumentando las penas aplicables a este delito, que es descrito como la muerte violenta de una mujer por el abuso del poder de género y que se produce en el seno de una relación de pareja, actual o pasada. No obstante, esta ley sólo considera aquellos casos de asesinatos de mujeres en manos de sus parejas o ex parejas, excluyendo otro tipo de violencias de género con resultado de muerte.
Las cifras son de clara y cruel elocuencia: 515 mujeres han sido asesinadas por hombres en los últimos 10 años en Chile; una situación que un importante medio español destaca, tanto por el alto número de asesinatos como por una legislación insuficiente, que en la opinión de esa publicación “provoca que los crímenes contra las mujeres no se castiguen con firmeza y afecta la contabilización efectiva de un fenómeno que Chile no ha logrado ni dimensionar ni detener”. La comunidad internacional ha señalado que este delito constituye una violación a los Derechos Humanos y el Estado de Chile es parte, no es en consecuencia un asunto que deba ser enfrentado por una institución del servicio público, es todo el aparato estatal el que está involucrado y cada persona testigo, pues para ninguna persona en la sociedad chilena debería resultar ajena esta intolerable realidad.