Editorial

Alto costo de la deserción en la Educación Superior

Por: Editorial Diario Concepción 16 de Noviembre 2017
Fotografía: Diario Concepción

Miles de jóvenes postularán a las Universidades y a las instituciones de educación superior técnico-profesional, muchos con éxito, se harán parte de esa demandante etapa de la educación terciaría que se espera los califique para ingresar al mundo laboral de alta exigencia y responsabilidad, los líderes de la sociedad que viene, o sin eufemismos, los herederos del país.

Lo que se suele desconocer sin embargo, es que esa misma exigencia, propia del nivel que se espera para las responsabilidades que tendrán que asumir tiene un costo enorme, no solo económico, sino en tiempo y trabajo, los números que de algún modo reflejan esa situación es el porcentaje de fracaso, efectivamente, un 30% de los alumnos que ingresan a la educación superior deserta de su carrera durante el primer año, según datos provistos por el Servicio de Información de la Educación Superior del Ministerio de Educación.

No siempre esas cifras son definitivas, en promedio, de acuerdo al Mineduc, tres de cada 10 estudiantes dejan su carrera durante su primer año de estudios, por razones diversas, algunas predecibles que incluyen mayoritariamente motivos vocacionales o económicos. Sin embargo, del 30,6% que deserta hay un porcentaje significativo que reingresa a la educación superior, en otro intento en igual o diferente carrera, una cifra que llega al 44%, de esa manera, al final un 17,2% de jóvenes que salen de forma definitiva del sistema.

Es interesante observar que de acuerdo a ese informe, las universidades privadas del Consejo de Rectores, conocidas como G9, son las que muestran el mayor porcentaje de retención, con un 82,8%. Las universidades estatales, en tanto, logran 78,6% de retención, y las privadas, 73,1%. En el resto del sistema, los Centros de Formación Técnica, son los que tienen la peor cifra, con un 36% de deserción, mientras que en los Institutos Profesionales un 32,8% se retira durante el primer año.
Son varias las razones por las cuales los alumnos deciden desertar de sus estudios durante el primer año, la más obvia es la situación socioeconómica y sus lógicas y amplias repercusiones, pero no es solo aquello, las instituciones de educación superior mencionan la mala preparación de base, los expertos la oportunidad y el tiempo para adoptar una decisión de esta magnitud, ya que se les exige a estudiantes de 17 o 18 años que elijan una carrera que dura entre 4 a 7 años, antes de que siquiera terminen de definir su vocación.

Hay otras razones, aunque parezca extraño, la frustración y la baja tolerancia al fracaso de algunos jóvenes, acostumbrados a obtener altas calificaciones en la enseñanza media, perplejos ante números rojos o reprobar un examen por primera vez. El anonimato y la libertad, el traslado de las responsabilidades de cumplimiento, no a cargo de adultos vigilantes, sino de ellos mismos, no pocas veces la falta de interacción de calidad con profesores y orientadores, se alude también a un ambiente poco motivante; “a nadie le importaba si asistía”.

Si todas estas situaciones son conocidas, es posible actuar frente a cada una de ellas, es indudable que se puede avanzar para eliminar o atenuar esas causas de fracaso, posiblemente no todas, pero indudablemente varias de ellas, la reforma educacional, descrita como emblemática, parece tener varios hilos sueltos, estos en particular, de alto costo para el futuro de muchos jóvenes chilenos.

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