La legalización de la marihuana para uso recreativo ha resultado en un incremento del consumo y alterado algunos indicadores de salud y seguridad públicas, como las hospitalizaciones de urgencia, los accidentes de tráfico y las muertes relacionadas con el consumo de cannabis, que presentaron alzas en esas comunidades.
La legalización de la marihuana para uso recreativo ha resultado en un incremento del consumo y alterado algunos indicadores de salud y seguridad públicas, como las hospitalizaciones de urgencia, los accidentes de tráfico y las muertes relacionadas con el consumo de cannabis, que presentaron alzas en esas comunidades.
Impertérritos, a la hora de votar los honorables miembros del Parlamento, expresarán ya sea sus convicciones o sus conveniencias. En el tablero de las cámaras se reflejará el producto de los largos conciliábulos y negociaciones que han servido para inclinarse por un particular aspecto de la legislación chilena, en este caso, la despenalización del uso de marihuana.
El tema es inconclusivo y opinable, pero lo que no debe malentenderse son las posturas ideológicas y los hechos demostrables; las primeras son asunto de convencimiento; las segundas, frutos de la evidencia. La argumentación en este terreno no debe confundirse con valores libertarios o con actitudes progresistas, dividir la opinión de las personas sobre este delicado tópico, basándose en principios lábiles, como el cambio de mentalidad o, como asunto que depende, sin más, del grado de liberalismo de las sociedades y las personas.
En un extenso informe reciente de la Deutsche Welle, radio difusora internacional alemana, se plantea que el consumo de marihuana en América Latina es extraordinariamente variable, de esa manera, mientras que en países como El Salvador, Honduras, Panamá, Bolivia o Brasil el nivel es inferior a 5 por ciento, Chile y Uruguay reportan niveles de 28 y 17 por ciento, respectivamente. En Uruguay, que ha liberalizado su consumo, el consumo de marihuana se duplicó, pasando del 8,4 por ciento al 17 por ciento.
En la desagregación de algunos datos se observa que, en todos los países, más hombres que mujeres consumen cannabis, con la mayor prevalencia de consumo en el segmento de 18 a 34 años de edad, también se registra que en la mayoría de los países, más de un 20 por ciento de los estudiantes declaró haber recibido alguna oferta de marihuana en el último año y más de 15 por ciento, en el último mes.
Una situación que está motivando polémica, es la experiencia de dos estados de EE.UU; Colorado y Washington, en los cuales la legalización de la marihuana para uso recreativo resultó en un incremento del consumo, situación en sí misma, que de no estar acompañada de la información que sigue, sería un asunto meramente estadístico, el hecho es que algunos indicadores de salud y seguridad públicas, como las hospitalizaciones de urgencia, los accidentes de tráfico y las muertes relacionadas con el consumo de cannabis, presentaron alzas en esas comunidades.
Desde que se aprobara el 20 de diciembre de 2013, durante el gobierno de José Mujica, la ley que regula la producción, venta y consumo de marihuana en Uruguay, se implementaron en ese país diferentes vías de acceso a la cual se agrega recientemente la venta en farmacias, previo cuidadoso registro de consumidores.
Iniciativa que está acompañada de una robusta campaña para prevención de malas consecuencias, con cuatro ejes que resultan muy elocuentes al momento de señalar los riesgos: la responsabilidad en la conducción de vehículos, en los centros de estudio, durante el embarazo y en los lugares de trabajo. También se advierte que manipular herramientas de trabajo, bajo los efectos del cannabis, puede ser peligroso, y que consumir cannabis durante la gestación puede causar daños severos, tanto para la madre como para el niño, además de daños sobre el cerebro en desarrollo.
Antecedentes que deberían ser considerados seriamente por nuestros legisladores, por progresistas que quieran aparecer.