Editorial

Insuficiente inversión en investigación y desarrollo

Los recursos y personal dedicado a las actividades de I+D del país, muestran que si bien Chile presentó una leve alza en el gasto, sigue siendo el país de la Ocde que menos invierte en ese rubro. El promedio en esa Organización es 2,38% , en nuestro país es solo el 0.39% del PIB.

Por: Diario Concepción 26 de Abril 2017

La ausencia de ideas a largo plazo, bastante más allá que el periodo para el cual ha sido elegida una particular autoridad, resta proyección al futuro mediato, la mayoría del tiempo es invertido en proyectos de rápido resultado, de capitalización política. Invertir en investigación, desarrollo e innovación, por ejemplo, proyectos que por su propia naturaleza contienen altas cuotas de incerteza y de productos en desarrollo, cuya aplicabilidad o efecto suele demorarse, son justamente el tipo de iniciativas que no consiguen apoyo sustantivo, las cuales, sin mayor problema aparente, resulta más cómodo y descomprometido postergar, a favor de otras inversiones y compromisos de más inmediato y visible alcance.

Un proyecto de meta cercana, un arreglo marginal, tiene mucho más tonelaje, en cuanto a desatar dinámicas ejecutivas, si como consecuencia hay impacto inmediato y electoralmente redituable, que un problema enorme y complejo, no importando que sea éste la causa de mantener al país en condiciones desventajosas y con la inminente posibilidad de pérdida de posicionamiento, como ha venido ocurriendo, lenta, pero gradualmente.

Específicamente, en este caso se trata de la ya tradicional postergación de las políticas de desarrollo científico y tecnológico de Chile, pese a casi cotidianas manifestaciones de preocupación, ante un mundo altamente competitivo, donde nadie espera a nadie y a consecuencias de aquello, es extremadamente fácil quedar fuera de las autopistas del progreso, obligados a pagar los caprichos de quienes llevan la delantera y, más todavía, la inercia para mantener sus desarrollos en ritmo uniformemente acelerado.

No es una preocupación de países en desarrollo, en este mismo momento se libra una protesta de EE.UU por políticas desfavorables al ritmo de desarrollo científico, esas comunidades han impulsado el eslogan "make America smart again" parafraseando la frase de campaña del presidente Trump. 

En nuestras latitudes los indicadores permanecen insatisfactorios en cuanto a lo que el Estado está dispuesto a hacer por sus científicos, o por la investigación, si se prefiere. No se aprecia cambio alguno en la situación descrita hace algunos años, en el libro "Hacia una nueva arquitectura del sistema de educación superior", al comentar sobre los requerimientos desde el desarrollo de la ciencia y la tecnología. 

Chile sigue mostrando datos poco alentadores. Según los resultados de la Sexta Encuesta sobre Gasto y Personal en Investigación y Desarrollo (I+D), el desembolso en ese ítem alcanzó los 607.400 millones de pesos durante 2015, cifra equivalente a 0,39% del Producto Interno Bruto (PIB). El sondeo, que busca recopilar información respecto a los recursos y al personal dedicado a las actividades de I+D del país, muestra que si bien Chile presentó una leve alza en el gasto, sigue siendo el país de la Ocde que menos invierte en ese rubro. El promedio en esa Organización fue 2,38% para el año 2014.

Para explicar el malestar expresado por los científicos e investigadores chilenos, expresado en marchas de protesta, como en varias partes del mundo, es adecuado señalar que Corea invierte el 4.29, del PIB, y México, en el otro extremo de la escala, 0.54.

Si esta situación no se revierte, no es la ciencia la que se atrasa, es el país entero el que pierde presencia y competitividad. No hay desarrollo sustentable con mala ciencia.

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