Editorial

Protección de las altas esferas

Hay muchos momentos en los cuales el hombre, es decir la especie, independientemente del género, se siente dueño de su destino, ceguera que afortunadamente suele ser transitoria. Basta con pequeños cambios en el entorno, por factores completamente fuera de nuestro domino, para que el horizonte cambie de color.

Por: Diario Concepción 20 de Enero 2017

Hay muchos momentos en los cuales el hombre, es decir la especie, independientemente del género, se siente dueño de su destino, ceguera que afortunadamente suele ser transitoria. Basta con pequeños cambios en el entorno, por factores completamente fuera de nuestro domino, para que el horizonte cambie de color. Se ha descrito este fenómeno como el "efecto mariposa" a partir de la idea del meteorólogo Edward Loren, quien plantea que, dadas unas condiciones iniciales de un determinado sistema, la más mínima variación en ellas puede provocar que el sistema evolucione en formas completamente diferentes. 

Por supuesto, los chinos lo dijeron primero; "el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo", para dar a entender cuán interconectados estamos con el resto del universo y cuán pequeños podemos ser ante esas variaciones que desconocemos por lejanas u ocultas.

Debe ser por eso que cuando nos enfrentamos con circunstancias desconocidas, el único recurso que queda es la esperanza de salir de ellas bien librados, o con el menor daño colateral posible. Al principio algunos integrantes más avispados de las comunidades se hicieron cargo, convenciendo a los demás que sin ellos se podría eternizar el invierno, o dejar a una región sin agua, sin mencionar enfermedades y desgracias corporales de todo orden, instancias maléficas que licúan la sangre, quitan el aire de los pulmones, reblandecen los huesos, llenan la piel de úlceras y tormentos, en resumen, más les valiera estar de buena. 

A todos nos gustaría tener agentes defensores ante las ciegas fuerzas del destino, incluso a nivel local, lo malo es que a veces los intermediarios que elegimos son parte del problema.

PROCOPIO

Etiquetas