Editorial

Plaza Perú: invitación o advertencia

Cuidar un espacio de tanto potencial no es ciertamente la responsabilidad de un solo actor, pero es el municipio el que tiene que trazar las coordenadas y supervisar que cada parte cumpla su parte de la tarea, que de la partida debe estar suficientemente descrita, sin espacio para desprolijidades.

Por: Diario Concepción 04 de Enero 2017

La rambla de la diagonal es un nuevo gesto arquitectónico que cambia la cara de un extenso sector de la ciudad, un cambio espectacular y de gran impacto estético, para los peatones un regalo, desplazarse se transforma en una paseo, con árboles, flores y luz, definitivamente un valioso aporte urbano, mejoramiento de la calidad de vida en la ciudad, que puede llegar a ser un referente para nuestros visitantes. En un extremo está el edificio de los Tribunales, con una fuente y entorno de indudable atractivo, en el otro, la Plaza Perú.

Por todo lo anterior, el cuidado de esta última es imperioso, requiere de vigilancia cercana para evitar los abusos de siempre, los vendedores ambulantes, los vándalos, los rayadores de muros , los esparcidores de basura, los pegadores de carteles, abundan las instancias para transformar desfavorablemente este espacio entregado a todos los ciudadanos.

La Plaza Perú es un asunto digno de la mayor preocupación, ya que seguir como está, en vez de ser un lugar para llegar, puede ser a corto plazo un lugar del cual alejarse, para marcar como zona urbana en estado de deterioro de relativa peligrosidad, a pesar de la vecindad inmediata de uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad; el campus de la Universidad de Concepción.

Basta con examinar las informaciones asociadas a ese lugar; los vecinos, que por vez enésima reclaman la necesidad de cuidar el sector turístico de Concepción, describen; "no es lo que era antes, hay comercio ambulante, que nadie fiscaliza, venden choripanes a la una de la mañana, hay alcohol, desorden, ebrios, es como ir a la ramada de la plaza Perú. Hay escándalo con toda la gente que se viene a embriagar acá y nadie hace nada". Son términos crudos, pero lamentablemente verdaderos, es tan malo como eso.

Desde la Asociación Gremial Gastronómica, Turística y Cultural de la Plaza Perú, se informa de situaciones de violencia, batallas campales con palos, piedras y hasta armas blancas. Si bien es cierto hay de vez en cuando presencia policial, esta es más bien esporádica y para efectos prácticos como si no existiera, la Plaza está en permanente estado de toma, con tribus urbanas y usuarios variopintos, cada cual en lo suyo y todos contra el aseo y el cuidado, la Pileta transformada en depósito, los jardines en basureros.

No es una descripción grata de hacer, se poder usar eufemismos, como desorden y daños, pero es necesario poner los asuntos al aire, incluyendo el mantenimiento de los locales , allí tiene tarea pendiente la Asociación antes mencionada, para normar su funcionamiento y la calidad de la oferta, su compromiso con el cuidado, no solo de los locales y la observancia de reglas sanitarias de manipuladores de alimentos y personal de servicio, sino además, del entorno vecino, como el cuidado de jardines y el aseo.

Cuidar un espacio de tanto potencial no es ciertamente la responsabilidad de un solo actor, pero es el municipio el que tiene que trazar las coordenadas y supervisar que cada parte cumpla su parte de la tarea, que de la partida debe estar suficientemente descrita, sin espacio para desprolijidades. 

Conjuntamente, una vigilancia operativa y permanente, no se puede seguir tolerando que las cosas sigan como ahora están, no importa lo políticamente incorrecto que sea poner orden, para beneficio de todos y para la imagen colectiva de la capital de la Región. 

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