Más de 200 niños y jóvenes en la cancha y otros 300 admiradores en la galería dijeron adiós a este arquero que marcó una época, la más ganadora de nuestro fútbol.
El ambiente en el Ester Roa Rebolledo era como si se jugara un partido más. Niños con sus papás corriendo para no llegar atrasados, gorros blanco y verde de recuerdo, vendedores que llevaban sus bebidas y sopaipillas por la calurosa galería. Y el que movió todo eso fue Claudio Bravo, histórico portero nacional que pasó por Concepción como parte de su gira de despedida del fútbol.
Más de 200 niños y jóvenes esperaron en la cancha del recinto penquista y unas 300 personas se instalaron en la tribuna y en el sector detrás del arco que da a Collao para aplaudir al portero que levantó dos Copas América defendiendo a Chile. El mismo que brilló en Barcelona, Betis y Real Sociedad convocó al Ester Roa a varios hinchas, muchos de Colo Colo.
Ingresó a las 15 horas en punto, con llamativo jockey verde, levantó las manos para recibir el último aplauso en la cancha Concepción y pasó saludando uno por uno a los niños, todos sentados en el campo de juego. El terreno estaba dividido en varias estaciones, donde más tarde arrancó la clínica del gran capitán de la “Roja”.
Como anfitrión estaba el alcalde de Concepción, Héctor Muñoz, y, tras su presentación, el guardameta recibió camisetas por parte de Fernando Lazcano, de Deportes Concepción, y Camila Sánchez, de la UdeC. La “hinchada”, con alta presencia de niños, aplaudía cada intervención.
Vicente Sáez, de 10 años, comentó que “lo había visto por la tele, en mi casa siempre me dicen que fue el mejor arquero de Chile”. Su madre, Valentina Carrión, apuntó que “era como una obligación porque quizás no venga más. Somos agradecidos de la generación dorada”.
Bravo, desde el verde suelo de Collao, expresó que “hoy vengo a este estadio, pero ya no a trabajar ni evitar que la pelota entre. Vengo sin ningún tipo de presión, a enseñar, que es algo que me gusta mucho. Vengo con un grupo de profesionales para que los niños pasen un momento agradable. Ellos tienen un sueño, quieren estar un día jugando en esta cancha”.
El hombre de los penales ante Argentina y Portugal y de la tapada inexplicable al cabezazo de Agüero agregó que “agradezco a los niños por cada saludo y a sus padres por traerlos acá, por motivarlos cada día a hacer deporte y, sobre todo, agradezco a la gente por su cariño, admiración y respeto. Eso lo he sentido siempre”.

