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El campeón golpea puertas para ir al Mundial de Egipto

Joaquín Vega trabaja en la Vega como reponedor, luego entrena kickboxing y de noche estudia Sicología. Tiene títulos de sobra, pero escaso apoyo.

Por: Paulo Inostroza 15 de Septiembre 2021
Fotografía: Cedida Joaquín Vega

“Yo creo que puede ganar en Egipto y, si sacas cuentas, a los 22 años tiene proyección olímpica. El kickboxing ya entra en los próximos Juegos como deporte de exhibición. Aún así, ha costado muchísimo conseguir apoyo”. Las palabras son de Iván Rivera, del Team Rivera, donde práctica toda la semana Joaquín Vega. El “Kako” es un muchacho de Talcahuano, que ha sido campeón nacional en 75 kilos e. incluso, medalla de plata en el Sudamericano de 2019. Hace poco fue citado al Mundial de Egipto y la alegría era inmensa. No sabía cómo, pero se prometió ir.

De ese momento, Joaquín relata que “venía del trabajo cuando el profe me llama y me pregunta si estoy ocupado porque quería contarme algo. Cuando me dijo, me bajó hasta la presión. Soy más o menos nuevo en esto, llevo 7 años y cuando compito me encuentro con otros más experimentados, con 12, 15 o 20 años en el kickboxing. Pero me ha ido bien. Soñaba con otro Sudamericano y de repente me dicen que tengo que ir a Egipto”.

De su emergente carrera, apuntó que “partí con el Todo Vale, pero había más torneos y oportunidades en el kickboxing. El 2018 entré a un Nacional en La Tortuga y salí campeón. El mismo año fui campeón regional en Hualpén. La MMA es en jaula y ahí se incluye el suelo, con llaves y sumisiones. El kickboxing es distinto, se combate en un ring, con guantes de box y sin suelo. Para jaula debes conseguir cinturón azul y ya lo tengo. Más adelante, también haré MMA”.

Su día es una locura. El “Kako” hace de todo y no se queja. Cuenta que “a las 7 de la mañana tengo que estar en la Vega Monumental. Ahí descargo camiones, soy bodeguero en El Pincoyano. Salgo a las 4 y una hora después estoy entrenando kick, después corro a la Universidad Andrés Bello, donde estudio Sicología. Llego a la casa a puro dormir”.

Tiene 22 años, se nota un tipo educado y con las cosas claras. “A Egipto voy a ganar. Siempre tienes que ir con una meta fija y no a participar. Si no, te conformas con lo mínimo. Estuve leyendo y allá hay mucho calor, pero con alta humedad. Se come mucho en base al arroz, carbohidratos, legumbres, todo con mucho condimento. Si me va bien, estoy pensando en los Juegos Olímpicos, donde el kick entrará como deporte de exhibición y después será competitivo. Me gustaría estar ahí”.

Pero todo eso no ha sido suficiente para que se le abran puertas. El “Kako” indica que “he golpeado hartas puertas y todas se han cerrado. He ido donde autoridades y donde privados. Me dicen que no es deporte olímpico, que no tengo personalidad jurídica para postular. Soy el único de la zona que iré a un Mundial y no se le da el peso. Esas cosas decepcionan un poco”.

La voz del profe

Iván Rivera fue nominado como entrenador de la selección y detalla que “van 35 representantes de Chile y la mayoría son de Santiago. Hay tres del sur y uno de nuestra zona, que es Joaquín. Con el Kako comenzamos en esto desde que era cabrito, ha competido en Temuco, Villarica, Osorno y siempre ha ganado. Cuando llegó la carta de que estaba citado para Egipto sonaba a locura, tuve que pedir la invitación oficial y otras cosas decir ‘ya, esto es verdad’. Es caro, pero de inmediato dijimos que había que ir. No se deja pasar una oportunidad así”.

Y claro que no es barato. El profe detalla que “son dos millones de pesos por persona porque el viaje es el 15 de octubre y el 18 empieza la competencia. Es una semana allá. También hay que pagar 70 euros por la libreta de competidor, otros 50 euros por la inscripción y tiene que ir con buenos implementos, que tienen su costo. Así se van sumando cosas. El gimnasio Pacific Blue es el único que ayudó con dinero y también prestando otro monto. Las demás empresas decían que era muy encima, las autoridades tampoco ayudaron”.

Cuenta para ayudar

Banco Estado, cuenta rut. Número 20.155.501-9. A nombre de Joaquín Vega.

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