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Esos locos días en que muchos niños querían ser Villamil

Por: Paulo Inostroza 10 de Junio 2021
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Llegó a la “U” de Pellegrini, con Mondaca y Valdir en sus filas, pero una lesión de ligamento cruzado hizo que no viera mucha acción y, con 22 años, lo mandaran a Deportes Concepción. Fue lo mejor que pudo pasarle. A Nicolás Villamil y al “León”. El chascón de pasado en Racing y pinta de artista se ganó el corazón de los hinchas. De esos arqueros que ganaban partidos. Hoy está hospitalizado, con una diabetes que lo tiene en muy mal estado y volando de palo a palo para dejarla otra vez en cero. Porque para ganar hay que afirmarse desde atrás.

Villamil era un arquero distinto. En los ‘90 todos los goleros usaban las mismas camisetas. El “Nico” trajo el multicolor a la cancha y los niños penquistas se dividían comprando la del “1” lila o la amarilla de Morón. En las calles se veían muchos “villamiles”. Fue tanto que tuvo su tienda de ropa deportiva en el centro de la ciudad, andaba en moto por la calle y su matrimonio fue de estrella, con fotos en los diarios locales.

Y en la cancha era un espectáculo. Llegó en tiempos en que atajaba Montilla y rápidamente ganó su lugar, gambeteando rivales en los tiempos de Higuita, saltando como un gato rubio, agrandándose contra gigantes. Muchos recuerdan el penal atajado a Jaime Pizarro, en el primer partido de ese Colo Colo que sería campeón de América. Villamil fue gran culpable de ese cero. Y en esa misma Copa le atajaría un penal a Trobbiani.

Bueno, al crack naranja también le tapó uno en Collao, aquella vez que lo ganaron con gol de Baroni. Desde los doces pasos, un especialista. En noviembre de 1990, contuvo un penal a Richard Zambrano, poniéndose de espaldas al pateador. ¡Una locura! Ese duelo tuvo de todo, con el delantero marcándole dos veces para el 0-2 final. La revancha sería a final de temporada, cuando el guardameta fue figura del 2-0 sobre Unión que metió al “Conce” en su primera Libertadores.

Sacó aplausos en el 3-0 a Colo Colo del ’95 con doblete de “CokeContreras, fue a pivotear al área contraria para ganar un partido de Copa Chile, comía naranjas en el arco y sus riesgos también lo llevaron a más de alguna pifia. Villamil no tenía términos medios.

El difícil retiro

Parecía que su despegue era inminente. El ‘92 partió a un Everton que tenía objetivos grandes, de la mano de Luis Santibáñez. Pero recibió tres tarjetas rojas, fue castigado, le bajaron la mitad del sueldo y salió mal. Fue a Ecuador y volvió a Concepción, pero los días no fueron igual de brillantes. Pasó jugando poco por Vial, otra vez al “León” y se retiró en Ñublense, el 99’, donde se le recuerda un combo contra su compañero Carlos Caro después de un autogol.

El 2003 se le realizó una despedida, no fue mucha gente. Anduvo por China, México, intentó representar jugadores, trajo al camerunés Luc Bessala, creó una relación de amor y odio con la prensa. En los últimos años pareció en programas de televisión, donde no se veía nada bien. “Nico” necesitaba mucho ese cariño de la gente, el aplauso, seguir siendo el ídolo, ver a los niños en la calle con su camiseta. Le costó dejar de ser el “1”. Muchos no entienden al Villamil de hoy, porfiado y que se cuida poco, pero es el de siempre. El que va a ser ejecutado y se ríe de espaldas. El que necesita cariño y un espaldarazo diario. El que cierra los ojos y aún escucha “Villamil, dale Villamil”.

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