Deportes

Balón en la mano, vista al arco y fijo termina en el gol

El alumno de Cuarto Medio del Colegio San Agustín de Concepción es un vivo ejemplo de lo que es crecer en el deporte escolar. Desde pequeño, se entregó al hándbol hasta convertirse en pieza fundamental de los tres títulos consecutivos de su colegio en el torneo estudiantil.

Por: Samuel Esparza 08 de Marzo 2021
Fotografía: Benja

Dice que lo suyo con el hándbol fue fruto de la casualidad, como tantos otros de su tipo porque pareciera que las grandes figuras del balonmano siempre son causa del azar, que nunca se propusieron brillar en un deporte que está lejos de ser masivo, aunque en la Región del Biobío sí sea uno de los más fuertes y ganadores.

La historia de Benjamín Saavedra (17) en esta disciplina partió por la confusión de una profesora que debía inscribirlo en fútbol como elección deportiva complementaria del Colegio San Agustín de Concepción, pero que terminó anotándolo en hándbol. A él tampoco le complicó demasiado, porque si bien hacía sus primeras armas en el fútbol como un auspicioso volante, a esa edad (cursaba recién cuarto básico) lo único que quería era practicar algún deporte, siguiendo el consejo de su padre quien estuvo muy cerca de ser futbolista profesional en Huachipato.

Así, sin proponérselo, un día se encontró en un gimnasio y con una pelota en las manos; lo demás vino solo. “Ni siquiera sabía que existía este deporte, pero fue especial el vínculo inmediato que sentí. Fue como si me estuviera esperando, no me costó adaptarme a su formato y lo aprendí rápido”, cuenta.

De ahí una evolución veloz y constante. A los años ya era seleccionado del colegio y junto a alumnos de otros establecimientos integró el Club Deportivo América (CDA), con el que supo de sus primeros viajes y competencias nacionales en una entidad que posteriormente se convertiría en la rama de balonmano de Deportes Concepción que, bajo el mando del profesor Raúl Umaña, ha marcado época a nivel local y nacional.

Reconoce que desde la primera vez que tomó un balón, sintió que podía destacar. “Me di cuenta que tenía habilidad, lo mismo dijo mi profesor de la época, Andrés Muñoz. Así es que a eso le agregué constancia, lo que tampoco me costó porque cuando a uno le apasiona algo, lo hace sin problemas”, asevera.

Paso a los títulos

Según ‘Benja’, lo más difícil acortar la brecha con los demás colegios y romper la secuencia de derrotas ante los mejores en el torneo Adicpa. “En los inicios perdíamos harto, yo todavía era chico así es que no podía marcar mayor diferencia”, reconoce.

Pero pasó el tiempo y con harto trabajo de por medio, las barreras fueron cayendo, el San Agustín comenzó a ganar encuentros hasta que llegó la temporada del primer campeonato, cuando él cursaba séptimo básico. Ganaron el provincial, el regional y llegaron al Nacional.

A esa altura, Benjamín se dedicaba a tiempo completo al balonmano, proyectándose como uno de los valores más importantes de su colegio. “Salía de clases a las tres de la tarde, entrenaba a las cuatro y después me iba al club. Llegaba a la casa cerca de las 10 de la noche, y ni siquiera a estudiar, sólo comía y me iba a la cama. Era bien cansador”, manifiesta.

Un esfuerzo de años en los que ‘Benja’ se entregó por completo al deporte y que tuvo sus premios. Por ejemplo, cuando fue llamado a probarse en la selección chilena en dos oportunidades (a los 14 y 16 años), dejando una grata impresión en su posición de lateral derecho. “Fuimos con unos compañeros y técnicamente no teníamos nada que envidiar a los otros que llegaron. La única razón por la que no quedé fue porque estaban buscando jugadores con características físicas especiales. De hecho, los entrenadores de Santiago le dijeron a mi profesor que éramos de lo mejor que había llegado a las pruebas”, asegura.

Él siguió adelante, perfeccionándose en su puesto hasta convertirse en goleador, y patentando su jugada favorita: el rectificado de derecha. Con su colegio San Agustín fue campeón de Adicpa en tres oportunidades (2016, 2017 y 2018), en equipos donde pasó de ser el más chico a un referente gracias a sus características como jugador, leyendo muy bien el juego y haciendo gala de una excelente defensa.

Hoy, comenzado su último año en la enseñanza media, dice que jugar Adicpa fue un aporte en todos los sentidos. “El deporte me ayudó a ser disciplinado, esforzado, a ser independiente y organizado, lo que después ayuda para toda la vida”, resalta. Por eso reconoce que le hubiese gustado cerrar el ciclo Adicpa en cancha y con un nuevo título, deseo que probablemente no se cumpla a causa de la pandemia.

Pero quizás tenga su opción de revancha a nivel universitario, camino que ve con buenos ojos dado su deseo de estudiar Medicina en la UdeC. “Estoy lesionado, pero cuando trate mi dolencia y esté sano, por supuesto que me gustaría ver la opción de seguir con el deporte en la U. Por más difícil que sea la carrera que quiero, el deporte es para toda la vida”, sentencia.

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