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Cristóbal Figueroa: Desde Valparaíso trajo una ovalada y su espíritu ganador a canchas locales

Oriundo de la localidad de Laguna, cercano a Puchuncaví, el alumno de cuarto año de Administración Pública y Ciencias Políticas de la UdeC se las ha arreglado para hallar su lugar en uno de los equipos protagonistas del certamen universitario regional, al que espera retornar apenas la pandemia lo permita. Porque lo suyo es la acción.

Por: Samuel Esparza 04 de Enero 2021
Fotografía: Gentileza Cristóbal Figueroa

Es tanto lo que ha extrañado pisar una cancha durante la pandemia, que Cristóbal Figueroa (21 años) dice en broma que varias veces estuvo a punto de meterse bajo la ducha con la pelota. Todo sea por volver a sentir esa sensación de estar bajo la lluvia con la ovalada.

Porque si hay un deporte que atrapa y pasa va ser parte de la vida es el rugby, ese juego de caballeros rudos que no sabe de concesiones, pero donde el honor es regla. De eso sabe muy bien este alumno de Administración Pública y Ciencias Políticas de la Universidad de Concepción, quien hace cuatro años llegó desde Valparaíso con una sola idea en mente: echar a rodar el balón mientras sacaba su carrera universitaria.
Porque pese a pasar por una larga lista de deportes en su niñez, fue el rugby el que terminó por atraparlo, lentamente, pero con brazos fuertes que no sueltan.

“Tengo memoria de que siempre hice deporte. Recuerdo que cuando chico mi papá me inscribió en un club de fútbol, también jugué tenis y básquetbol. Pero en segundo medio conocí el rugby por medio de un amigo argentino que lo había jugado toda su vida, y que tiene el club ‘El Tigre’ en Zapallar. Él me enseñó, así es que como en el colegio éramos muy pocos los que jugábamos, armamos un equipo de rugby playa con el que tuve mi primera competencia. Fue un intercolegios, en Maitencillo y de ahí ya me atrapó definitivamente”, relata.

Al frente, y con todo

A juicio de Cristóbal, y contrario de lo muchos puedan creer, hablar de rugby es hablar de inclusión. Otro factor para rendirse ante la ovalada. “El rugby es un deporte adrenalínico pero que se complementa con un ‘rollo’ bien inclusivo. Quizás la gente no lo sepa, pero hay posiciones para todo tipo de contextura, no sólo para los portentos físicos. Yo mismo no soy grande, mido 1,65 y bordeo los 68 kilos, pero igual encontré mi lugar”, asevera.

Y no cualquier lugar, porque por más que lo quisieron dejar jugando de nueve (medio scrum) por su estatura, él se las arregló para destacar como un fiero fullback, primero en Costa del Sol (su club en Valparaíso) y ahora en la UdeC. “Jugué en distintas posiciones dependiendo el equipo, pero me gusta ser fullback porque lo mío es el choque, el contacto”, señala.

Ese espíritu lo acompañó en su crecimiento en el deporte donde, pese a partir recién en 2014, ha dado pasos gigantes. Al año siguiente tuvo su primer campeonato de rugby playa y entró al club Costa del Sol de Concón. Ahí partió en juveniles en 2015 y al año siguiente ya era el capitán.
Con ese estatus de líder ingresó a la UdeC en 2017, donde lo primero que hizo fue intregrarse al equipo que dirige el entrenador, Emilio Hormazábal.

Y encajó de inmediato. “La selección de rugby de la UdeC es súper amigable, hay gente que juega harto y otra que no lleva tanto tiempo, pero igual se le incluye. Son todos bienvenidos”, destaca.

El mismo año en que llegó, Cristóbal celebró el tetracanpeonato en el torneo Adesup, en una seguidilla de eventos a los que se adaptó de inmediato. “Me acogieron muy bien, y me encontré con un tremendo nivel. Fue una temporada impecable, en los nacionales quedamos quintos perdiendo contra la USM que al final fue campeón. Al año siguiente, en 2018, fuimos finalistas en el Nacional cayendo frente la Unab en la definición. También fuimos campeones del Seven del Puerto en Talcahuano. Mientras que en 2019 fuimos primeros en el universitario de seven. Lo malo es que sufrí una fractura de peroné que me alejó de las canchas y cuando estuve listo para volver, vino primero el estallido social y después la pandemia”, relata el deportista, quien también se unió a los Galos en la última temporada.

Sobre su paso por Adesup, Cristóbal resalta la experiencia más allá de lo deportivo. “Me ha aportado harto, los rugbistas tomamos esto como un estilo de vida, hay que entrenar constantemente para no lesionarte y Adesup te exige eso. Junto a ello significa una etapa súper bonita que me permitió conocer mucha gente y salir harto. Son cosas que uno guarda, crear vínculos en torno a este deporte es lo mejor, saber que serán tus amigos de siempre y para siempre”, concluye.

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