El mismo dolor en la ingle que el año pasado hizo perderse 27 partidos a LeBron James, ha vuelto en gloria y majestad. Tanto así, que le impidió a la estrella de los Lakers estar en la derrota de anoche ante Houston Rockets.
Se encienden así las alarmas en el equipo angelino, uno de los principales favoritos al anillo que no estaba despertando grandes sensaciones en Orlando (2-3 hasta ahora) y que ahora pierde a su mayor valor para hacerse con el anillo, el cuarto de un LeBron que busca su lugar definitivo en la historia.
“Hay cosas que no podemos controlar”. Esas eran las extrañas declaraciones que hacía LeBron minutos antes de que saltara la noticia que, lejos de ser una bomba, deja en vilo a los aficionados angelinos. Nadie sabía a qué se refería El Rey, desprovisto de su explosividad habitual en los últimos encuentros y con apenas un 7 de 19 en tiros de campo en el choque ante los Thunder, con paliza incluida sufrida por los de púrpura y oro.
Ahora, todo se verá sobre la marcha. LeBron tendrá que ser sometido a diversas pruebas mientras en el equipo tratan de guardarle para los playoffs todo lo que puedan. Con el primer puesto del Oeste asegurado, guardar a un jugador que va camino de los 36 años podría ser una opción a tener en cuenta. Sobre todo, porque los playoffs de la NBA empiezan el 17 de agosto.