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Tenis local repasa la huella de Patricio Rodríguez

Por: Samuel Esparza 25 de Junio 2020
Fotografía: Archivo Copesa

Un solo ejemplo basta para comprender la magnitud de Patricio Rodríguez, el más grande entrenador de tenis en la historia de Chile, y que falleció el martes a causa de un cáncer pulmonar a los 81 años. Lo cuenta el reputado periodista experto en el deporte blanco, Mario Cavalla.

Tenía un roce tal, que jugó un doble mixto con las princesas de Mónaco en el mismo principado, en el Club Real de Tenis de Montecarlo. A ese nivel se tuteaba. Fue amigo de Alain Delon, y jugó tenis con Charles Aznavour. Es decir, tenía alfombra roja donde fuese, especialmente en París, donde se sentía como en el patio de su casa”.

En el deporte competitivo, Rodríguez dirigió a varias de las mejores raquetas sudamericanas:el argentino, José Luis Clerc (segundo mejor jugador trasandino de la historia después de Guillermo Vilas), a quien condujo al cuarto puesto del ránking mundial; a los ecuatorianos Andrés Gómez, con quien fue campeón de Roland Garros en 1990, y Nicolás Lapentti, que bajo su tutela fue 6º de la ATP; al peruano, Jaime Yzaga, ex 18º del orbe y, por supuesto, a “nuestro” Nicolás Massú, con quien celebró las dos medallas de oro en los JJOO de Atenas 2004 y el 9º lugar de la ATP.

Aquel era el talante de quien empezó como tenista “profesional” con el gran Luis Ayala, pero que como entrenador se llevó el respeto de todo el tenis internacional. Yasí lo recuerda la “familia” del tenis regional, que personificada en tres de los más experimentados profesionales, resaltan su huella.

“Un caballero del tenis”

Alfredo Mahn es uno de los “eternos” del tenis local. Formador de nombres como Adrián García, en el Club de Tenis Concepción, y de Borja Malo, en el Estadio Español de Chiguayante (donde todavía labora), el querido “Goyo” solo tiene palabras de admiración para el desaparecido Rodríguez.

Era un gentleman, un caballero del tenis. Lo vi jugar Copa Davis, fue capitán chileno por harto tiempo y junto a Jaime Fillol son, sin duda, los grandes señores del tenis chileno”, expresa.

Mahn destaca la calidad humana del ex entrenador. “Lo vi en Santiago y también acá en Concepción donde estuvo en varias exhibiciones. Era alto y dueño de un juego clásico muy bonito, el típico que mezcla golpes de base y red. Tengo en la retina su sencillez, su amabilidad y simpatía, para mí deja un ejemplo de comportamiento y educación, que es la esencia del tenis”, concluye Mahn.

Visión que comparte el reputado entrenador penquista, Eugenio Wernecking. “Fue un gran profesional, un ícono del deporte y su ejemplo quedará por siempre para el tenis nacional. Su nombre seguirá siendo parte de la actividad en nuestro país porque demostró que lo fundamental para rendir en cualquier profesión, es ser un buen ser humano; de ahí parte todo”, manifiesta el ex DT de Felipe Escalona.

Gonzalo González, destacado formador y entrenador de la zona, también rememora con respeto al “Pato” Rodríguez. “Conocí a su hijo Manuel, que fue tenista de escalafón igual que yo, y que después se dedicó a organizar eventos trayendo la exhibición de Marcelo Ríos con Lapentti a La Tortuga, en 1999. Sin duda es una gran pérdida, un técnico reconocido a nivel mundial. Muy querido en Argentina, donde formó la escuela de tenis de ese país y entrenó un gran equipo integrado por Dalla Fontana, Alejandro Gattiker y José Luis Clerc, llevándolo a ganar la Copa Galea, la máxima competencia por equipos para menores de 21 años en el mundo”, recuerda.

El formador de Tomás Barrios sostiene que la razón por la que Chile “sólo” gozó algunos años de la mejor versión de Rodríguez como técnico, fue su anhelo de llegar lejos a nivel mundial. “Creo que después de retirarse como jugador, ‘Pato’ tenía ganas de ser un entrenador top en el mundo, y como en ese tiempo era imposible lograrlo acá, se radicó en el extranjero. Pero hay que ser agradecidos, porque los chilenos pudimos aprovecharlo mientras dirigió a Massú, y porque en definitiva fue un entrenador para toda Sudamérica; ese es su mérito”, sentencia.

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