Es una de las tantas profesionales de la salud que merece aplausos. Al igual que millones de valientes y esforzados médicos alrededor del mundo, Josefa Quezada ha dedicado largas horas durante las últimas semanas a combatir la pandemia. “Estoy haciendo un postgrado en la UdeC y trabajando en el servicio de otorrinolaringología del Hospital Regional, por lo que me toca evaluar a los pacientes covid positivo que tienen complicaciones con la intubación”, comentó.
Josefa tiene 27 años, entrena con Jorge Grosser y en el Club Diamantes de Coronel. Al igual que todos en el mundo, su vida dio un vuelco en las últimas semanas, entrenando solamente en casa cuando tiene tiempo. “Al comienzo me asustaba y angustiaba la incertidumbre, pero ahora la mayor preocupación la tiene mi familia. Mis papás no querían que trabajara porque soy parte de la población de riesgo al ser asmática, pero es mi pega y si me cuido tomando las precauciones, no me debería pasar nada. Cuando uno toma esta carrera, asume riesgos, y uno de ellos es estar más expuesto a estas situaciones”, agregó la atleta de Coronel.
Ella y cientos de profesionales más, tanto en el Hospital Regional de Concepción como en otros recintos de salud en todo el mundo, se arriesgan día a día. “Estamos operando a algunos pacientes hospitalizados y al ser cirugías vía aérea, hay mayor riesgo de transmisión. Al ver más pacientes, la probabilidad de enfermarse crece, por lo mismo usamos antiparras, escudos faciales, doble guante, protección en los zapatos, mascarillas N95 y delantales impermeables, además de andar con ropa para cambiarse a cada rato. Es todo un gran equipo el que funciona tras un paciente, no es que estén solamente hospitalizados y con un ventilador“, añadió la deportista local.
Sin duda un ejemplo para muchos y un comportamiento digno de destacar, sobre todo para quienes siguen sin tomar el peso a una pandemia mundial y salen innecesariamente de sus casas. Entre risas, Josefa Quezada sentenció que “ahora hemos tomado más importancia, pero en realidad estamos todo el año a full. El personal de salud a veces siente impotencia con ciertas situaciones, pero la más triste fue cuando para el primer fin de semana largo, la gente salió en masa a sus segundos hogares. Muchos no le toman la importancia a esto. Hace poco sufrí un robo justo cuando atendía una paciente, donde me rompieron el auto y robaron la mochila. Por lo mismo ando actualizando todos mis documentos, pero el centro sigue lleno como un día normal. Y cuando prendo la tele, veo filas para entrar a un centro comercial. Es frustrante“.