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Pamela Retamal, basquetbolista: Un esforzado talento que se pulió desde chica

Por: Carlos Campos 16 de Marzo 2020
Fotografía: Adesup

Pamela Retamal es uno de esos talentos que llaman la atención más allá de su nivel dentro de la cancha. Desde los 6 años de edad, pasó por gimnasia, atletismo, tenis de mesa y fútbol, pero su verdadero amor lo encontró en el básquetbol. No se trata de que no disfrutara los otros deportes donde obtuvo varios reconocimientos, pero los mayores esfuerzos de su vida los realizó para encestar triples y brillar en el parquet.

Y si Pamela se consolidó en Adesup como líder y capitana en su última etapa, aquello se debió al aprendizaje que adquirió desde pequeña en Adicpa. “Mi hermana mayor practicaba este deporte y yo la acompañaba. Después de varios entrenamientos de ella y mientras esperaba que mi mamá nos pasara a buscar, el entrenador Jaime Cáceres me invitó a practicar con las niñas de entre 13 y 15 años. Yo tenía 9 recién y no sabía nada de básquet”, recuerda Pamela, sobre sus inicios en el Saint John’s School de Pedro de Valdivia. Más tarde se cambió al Instituto Humanidades, donde tuvo la oportunidad de seguir jugando hasta 2008, año en el cual llegó al Colegio San Ignacio. “Me quedaba cerca de la casa y continué practicando, aunque hasta ese momento sólo jugaba para distraerme de clases. Nunca me lo tomé en serio, hasta que conocí una entrenadora que me entregó valores que hasta hoy llevo conmigo: esfuerzo, perseverancia, no dejar nada a medias ni que nadie pasara por encima mío. Luego ella se fue, pero siguió siendo mi DT en el club Unión Concepción”, agregó.

Su etapa escolar estuvo completamente dedicada al deporte. “En 2009 le puse más ganas y me quedaba hasta más tarde jugando en el colegio. Ahí llegó otra entrenadora y me propuso formar parte del primer equipo de fútbol femenino, con el que ganamos el torneo por penales en la final. Fuese en básquetbol o fútbol, entrenaba todos los días, teniendo siempre en mente que cuando llegara a la universidad, mantendría la misma tónica. Ya imaginaba lo que sería compatibilizar estudios y deporte, por lo que me fui acostumbrando y esforzando a dejar las cosas listas desde antes. Los fines de semana pasaba de un gimnasio en otro y no importaba si me dolían las piernas, brazos o tenía una lesión, siempre estuve defendiendo a mi colegio. Mi mamá fue fundamental para llevarme a todos los partidos en el auto, donde muchas veces debía cambiarme para alcanzar a jugar”, expresó.

Madurez y ambición

Pamela ingresó a la Ucsc en 2014 a estudiar Ingeniería Comercial, pero al comienzo no formó parte de ningún equipo. “Debía tantear terreno. No conocía a nadie, hasta que una chica me dijo los horarios de entrenamiento y fui a uno. Con sólo una práctica, el técnico me citó de inmediato al próximo partido, que era contra la USS como visita. Ahí entré al segundo cuarto y no salí más en todo el partido. Me sentí como en casa, jugando con grandes mujeres que tenían un pensamiento similar al mío, de sacarnos el jugo”, sostuvo Pamela, añadiendo que “no me separé más del gimnasio por cinco años y medio. Cada horario libre que tenía, lo aprovechaba con series de lanzamiento o en la sala de musculación. Pasé tanto tiempo ahí, que le tomé mucho cariño a los auxiliares. Nunca falté a un entrenamiento, ya que para mí son sagrados. Eran las únicas instancias para trabajar colectivamente preparando los partidos”.

Con la camiseta de la Ucsc, la hoy egresada de Ingeniería Comercial, se encariñó totalmente. Su espíritu de superación creció muchísimo. “Me di cuenta que el básquetbol femenino de la universidad no era apoyado como el resto de los deportes, por lo que decidí entablar comunicación con los encargados. Había mucha rotación de entrenadores y así era difícil, por lo que desde 2017 el equipo logró mayor fiato con un mismo técnico. Así, uno de nuestros mayores logros fue formar parte de un cuadrangular que disputaba cupos para los nacionales. No lo pudimos obtener, pero sé que el equipo ya podrá cumplir ese gran objetivo”, agregó.

Pamela, originalmente, jugaba de pívot, aunque le tocó desplegar todas las funciones en beneficio del equipo. “Al entrar a la Ucsc, debía decidir entre básquetbol o fútbol, pero preferí el primero, ya que me enseño la importancia de dar lo mejor de uno y que aun estando lesionada podría seguir entrenando o mejorando ciertas técnicas. Por ejemplo, con un esguince de tobillo, pude seguir trabajando lanzamiento y controlar la respiración para lanzar. El básquetbol me enseño la importancia del trabajo en equipo, porque para encestar requieres sí o sí la ayuda del resto. Como dijo Michael Jordan, ‘el talento gana partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia ganan campeonatos’. Siempre he sido fiel a esa frase”, afirmó.

Pamela egresó en 2019, el que fue su último año como deportista en Adesup. Con 25 años, seguirá jugando por otros lados para nunca abandonar un deporte que se transformó en un estilo de vida para ella. “Formar parte de la selección universitaria requirió mucho sacrificio. Muchas veces luego de un partido, debía correr y rendir un certamen o, a veces, llegaba a casa alrededor de las 23:00 horas, tenía que ducharme, comer y luego estudiar para un certamen que debía rendir al otro día a las 8 am. Cuesta, pero no es imposible. Incluso para jugar el año pasado decidí postergar mi práctica profesional para el verano, lo que me implicó no poder titularme con mi generación, pero esos son los pequeños costos que uno debe asumir cuando ama lo que hace. Así fui capitana en 2018 y 2019, siendo muy competitiva, pero no con el resto, sino conmigo misma. Busco siempre la forma de mejorar, ser un aporte y ayudar al resto”.

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