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Michael Jordan sigue volando, pero ahora sobre el tatami

Es ecuatoriano y lleva poco más de dos años en Chile, aunque en un principio venía por un par de meses. Cuenta que no extraña mucho - salvo el clima- y que su nombre no se debe al legendario jugador de básquetbol. Aun así, cada vez que lo dice “me piden el carné, porque no me creen”, asegura.

Por: Ricardo Cárcamo 03 de Febrero 2020
Fotografía: Raphael Sierra P.

Cada vez que dice su nombre, la reacción general es de sorpresa, de incredulidad. “¿De verdad te llamas así? Muestra tu carné”, le comenta la mayoría. Y es que llamarse Michael Jordan sin dudas es llamativo. Algo que con el tiempo este taekwondista de origen ecuatoriano, estudiante de Licenciatura en Ciencias de la Actividad Física de la Udla, ha tenido que asumir. Incluso, aseguró que “es un buen tema de conversación, hago hartos amigos por eso (ríe)”.

Y lo que aparece como más sorpresivo es que su denominación no tuvo como origen al legendario basquetbolista. “En mi familia a todos les gusta el fútbol, ni conocen ese otro deporte (ríe). A mis papás solo les agradaba el nombre Michael”, comentó.

Sobre cómo se dio su llegada a Chile, contó que “vine por una decisión deportiva. En mi país era seleccionado nacional, y cuando iba a mis primeros paramericanos, el profesor me lesionó de las dos piernas, por tinca (sic). Como yo soy costeño, mi maestro era de La Sierra, y hay problemas entre esas dos partes. Me desgarró de las dos piernas, y en mi reemplazo puso a un chico de La Sierra. Ahí me puse muy triste, tenía 18 años”.

Al respecto, agregó que “tengo familia acá, una tía y cinco primos repartidos en Pelluhue, Cauquenes y Copiapó. Los vine a visitar, a los que están en Cauquenes, pero me fui quedando y llevo dos años acá, llegué el 2018. Tenía pensado venir como tres meses, pero mis primos me hablaron de los estudios y del apoyo que se les da acá a los deportistas, y me interesó esa opción. ¿Si echo de menos mi país? No, porque siempre estuve de chico fuera de la casa, con el entrenamiento, las competencias. Lo único que extraño un poco son las comidas, el clima. Aquí la sufro, tropiconce (ríe)”.

Más allá de la recepción de sus familiares y su gusto por el deporte, retomó el taekwondo en Chile de manera un poco forzada. “Estaba en la casa de mi tía, en Cauquenes, y me dijo que se cansó de verme ahí, así son las mamás ecuatorianas (ríe). Había averiguado dónde podía practicar, en Parral. Tenía que ir una hora para entrenar, en la academia del profesor Juan Pablo Fuentes. Él me fue encantando con la posibilidad de entrar a estudiar gracias al deporte, y me ayudó a hacer el contacto con la Udla, donde llegué en marzo de 2019”.

Y su llegada inicial a esta disciplina, cuando tenía cerca de 12 años en Ecuador, tampoco se dio de manera natural. “En mi familia, los únicos que lo practicaban son un primo que está muerto y mi persona. Antes entrené boxeo, me gustaba mucho, pero a mi mamá no le gustaban los puños en la cara (ríe) y me mandó a otro lado…Pero ahora es peor, prefiero aguantar un puño en la cara que una patada, fue controversial el cambio. Mi primo que lo entrenaba era marino, y ahí me llamó la atención”.

Una agenda copada

Michael comentó que el año pasado, el primero en la universidad, realizaba muchas actividades paralelamente. “En 2019, mi horario era así: clases hasta las 15 horas aproximadamente, dependiendo de las clases de cada día; luego, de 15 a cerca de las 19 horas estudiaba. De ahí, me iba a entrenar, hasta cerca de las 21 horas. Después me duchaba y por la noche trabajaba en un albergue. Ahí dormía un par de horas”.

En ese ritmo, aseguró que le costó volver a estudiar. “Estaba ‘oxidado’, tenía como tres años de para después de salir del colegio. Mis compañeros me han ayudado, han sido muy piolas, buena onda (…) Cerré el año con 5,5 en promedio. No soy conformista, y me exijo más, pues como venía de tres años de paro lo asumo, pero este año mínimo debo alcanzar un 6.0”.

En cuanto al deporte, comentó que el 2019 fue muy positivo para él, pues tuvo excelentes resultados en los torneos que disputó a nivel Adesup. “Gané las dos fechas en mi categoría, -74 kilos. Acá hay dos jornadas. Si hay otro en tu peso, peleo contra él tres veces, quien gane dos combates se queda con el triunfo, y en la fecha siguiente hay revancha. Si me derrotan en tres ocasiones, mi contendor va al Nacional, y si no voy yo. El año pasado no se pudo realizar esta competencia, por lo que pasó en el país”.

Vive solo, en una pensión, cerca de la Plaza Condell. Trabaja en el local de comida A la Turca en Concepción, como garzón, aunque pronto dejará esa labor por otra, que le permitirá complementar mejor sus estudios con el deporte.

“Estoy entrenando en Huachipato hace unos meses, y me han ayudado mucho. Gracias al club, está previsto que haga un taller deportivo en un colegio, que comienza en marzo. Eso me permitirá compatibilizar mejor todo. Acá, aparte de profesores son tus amigos, y eso se agradece. Espero quedarme en Chile hasta terminar la carrera. Quiero cumplir las expectativas que todos tienen en mí, ganar competencias y ser mejor cada día”.

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