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Massú y González: héroes del presente

Estuvieron en el Gimnasio Municipal y, aunque han pasado varios años desde su retiro y otros tantos desde sus oros, siempre serán un ejemplo. Dos personajes que los niños deben conocer y los grandes disfrutar.

Por: Paulo Inostroza 16 de Septiembre 2019
Fotografía: Carolina Echagüe M.

No importa que sea una exhibición, no era un partidito más. No, porque Fernando González está a punto de cumplir cuarenta y tiene menos pelo, pero todavía lanza misiles desde su derecho. No, porque Nicolás Massú es un tipo que sabe que con la gente no se juega y si pagaron su tribuna hay que jugar en serio. Partieron raqueteando entre amigos y echando la talla, pero al final ninguno quería perder. Eso es lo que nos enseñaron hace quince años, protagonistas de una de las gestas deportivas más grandes de nuestra historia.

Massú y González son dos imperdibles, vengan a hablar o jugar. Siempre dejan algo. Te permiten recordar cómo era el mundo en esa época, donde mucha gente escuchó el partido por radio, donde el fútbol no nos había dado dos Copas América, donde siempre celebrábamos la plata y el bronce como si fueran oro. Son cercanos. Massú, tan humano como cualquiera de nosotros. Decían que no era tan talentoso, pero es mentira. “Nico” era entereza física, pero también uno de los tenistas más inteligentes que haya visto. Sabía qué hacer según su rival, se adaptaba a todo, le sacaba al cien a lo que tenía. Tenerlos enfrente es indicarlos y decirle a tu hijo “mira, te voy a contar una historia”. Una real y con final feliz. Para los más jóvenes, Massú es el del meme, el del “ni una weá es imposible” y lo que parece una broma no lo es. Sin querer, desgarrado y casi sin poderse los brazos, nos dejó una lección de vida eterna. Y quince años después siguen siendo compañeros, chocándose la mano, felicitándose uno al otro, sin envidias. Se alaban mutuamente, no les interesa saber quién fue más grande que el otro. Chile fue grande con ellos y punto. Fueron al último set y no podía ser corto. No con estos dos ahí adentro. Ganó González, como tantas veces. Aplaudimos igual a Massú, como tantas veces. Un partido de nostalgia, pero también de ídolos que son presente, que siguen aportando. Un momento para cerrar la puerta, volver a casa y darnos cuenta cuánto se les extraña. Demasiado, muchachos de oro.

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