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Judith Torres, rugby: encarando los tackles del prejuicio

Por: Paulo Inostroza 26 de Mayo 2019
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

“Me llamo Judith, tengo 25 años y soy de Coelemu, pero vivo hace un tiempo en Concepción. Soy profesora de Educación Física desde el año 2016 y ahora estoy estudiando un diplomado en Gestión Deportiva en la Ucsc. La mayor parte de mi vida tiene relación con el deporte o está enfocado hacia eso. Bueno, también me gusta colectar setas con mi novio (David Espinoza, el amor de mi vida) y conocer lugares. Pasear, caminar. No me gusta mucho hablar de mí, pero siempre me han dicho que soy buena líder y debe ser porque siempre busco lo positivo de las personas. Lo hago en la cancha, para que todos den lo mejor y sacar buenos resultados, pero también afuera. No sé, creo que soy súper emocional”.

Es importante tener sueños y trabajar para llegar a ellos. Uno de mis grandes sueños era llegar a la selección nacional de rugby, lo logré hace tres años y lo disfruté mucho, aunque creo que mucho después me di cuenta realmente dónde había llegado. Fui premiada como la rugbista más destacada de la región y trato de que esas cosas sirvan, de potenciar las habilidades que tengo para ayudar a este deporte, masificarlo y arreglarlo, porque me tocó ver cosas muy malas en cuanto a gestión. Quiero aportar para que este deporte tenga mejor nivel”.

“Empecé en el rugby jugando en un club pequeño de Coelemu, por allá por el 2012. Antes jugué fútbol. Era arquera y fui capitana de mi equipo. Me gustaba, pero me desilusionó el entrenamiento que se hacía, porque la arquera siempre quedaba un poco a un lado. Jugué un par de años, me fracturé la clavícula y estuve 8 meses afuera. No es poco. Luego llegué a la UdeC cuando no había nada, solo el equipo de hombres. Tuve que buscar gente y no fue fácil encontrar mujeres que quisieran jugar… Hasta tuve que buscar rivales porque acá no habían. A nivel mundial, cada vez se le da más importancia al rugby femenino, porque el deporte en sí promueve mucho algunos valores como la lealtad y el compañerismo. Acá todavía no tenemos esa cultura deportiva”.

“Muchas veces me han mirado raro cuando digo que juego rugby. Algunos lo asocian a brutalidad, a juego de hombres o, incluso, que es de hombres, así como más gordos o fuertes, de metro ochenta. Cuando me ven dicen ‘¿en serio juegas rugby?’, ‘¿Y tan delgada?’. O me comentan ‘ah, seguro eres peligrosa’. A mí ya no me afecta mucho, aunque tengo compañeras que les hierve la sangre cuando escuchan ese tipo de comentarios. Siempre tuve entrenadores de calidad que nos hacían sentir respetadas y creo que cuando estamos dentro del club nos sentimos valoradas, nos sentimos fuertes, pero sabemos que hay mucho machismo. Que estamos en un terreno que algunos creen que es para hombres”.

“Que nosotras levantemos el rugby aporta en alguna medida a lograr mayor igualdad de género. Que se reconozca y premie al rugby femenino. Pero creo que a veces falta compañerismo entre nosotras mismas. Cuesta hacer amistad, cuando deberíamos dejar a un lado los rencores o envidias que no aportan nada”.

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