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Vóleibol: no hay malla que detenga el salto y sueños de Camilo Aguayo

Hijo de profesores de Educación Física y con la PSU en el horizonte, el alumno del Almondale de Lomas, vive día a día un deporte donde encontró su segunda familia. A sus 17 años, ya entrena con la Católica y la UdeC, pero aún no decide en qué universidad seguirá remachando.

Por: Paulo Inostroza 06 de Mayo 2019
Fotografía: Raphael Sierra P.

Parece que tuviera claro todo lo que pasa al otro lado de la red. Ahí está la PSU, lo que pasará con su vida más adelante, los torneos que sueña competir. A su lado, los compañeros, los profesores, sus padres. Afuera, la expectativa. Porque Camilo Aguayo se apresta a ejecutar el saque y algo va a pasar. Tiene 17 años, cursa Cuarto Medio y es punta del equipo de vóleibol. Aquí y en todos lados.

El alumno del Almondale de Lomas cuenta que “mis dos papás son profesores de Educación Física, así que me motivaron a practicar muchísimos deportes. El último al que llegué fue al vóleibol y el que más le gustó. En Séptimo empecé a entrenar en serio, en el Salesiano. Antes jugué mucho fútbol, básquetbol, atletismo… Ahí igual tenía algunas condiciones. Creo que todo va en la mentalidad, el esfuerzo y ponerle empeño en lo que te gusta”.

De a poco fue creciendo, mejorando y creyendo en sus condiciones. “En Octavo comencé a entrenar en el CER y en Segundo Medio fui por primera vez a los Juegos de la Araucanía. Ahora entreno en la Católica y en el club de la UdeC. En Octavo, definitivamente, tuve que elegir un solo deporte y el vóleibol es especial por el ambiente que se crea aquí. Es distinto. De mucho cariño, de cuidarse, y como no es tan masivo, todos nos conocemos y queremos que nos vaya bien”.

Siente el vóleibol como una pequeña gran familia y explica que “el entrenador de la UdeC es Guillermo Jiménez y yo alcancé a entrenar un año con él cuando estuvo en la Católica. Mis ‘profes’ jugaban antes, compañeros más grandes que tuve hoy están enseñando… Es como que te metes en el vóleibol y se transforma en tu vida. Es un deporte de mucho compañerismo. En el fútbol, también necesitas tenerlos a todos sincronizados, pero hay un momento que alguien puede agarrar la pelota, pasarse tres jugadores y marcar un gol. Acá no puedes ir solo, porque no puedes recibir, levantarla y remachar tú mismo. Dependes del otro, necesitas del otro. Necesitas conocerlos”.

Prueba de fuego

Leer su rutina ya agota, pero a él no. “Entreno algunos días en el colegio, de lunes a jueves en la Católica, viernes y sábado en la UdeC. En junio ya entrenaremos por la selección nacional. Todos los días son como dos horas, más de doce horas semanales. Parece harto, pero los deportistas sabemos acomodarnos para llevar bien las clases y el colegio. A mí me sirve poner mucha atención en clases, a lo que habla el profesor y después solo llegar a repasar, si es necesario. El deporte te obliga a ser responsable con tus tiempos”, señaló.

Y 2019 será durísimo. Camilo advirtió que “en poco tiempo más tendré preuniversitario los miércoles y los sábados en la mañana los ensayos para la PSU. Me gustaría estudiar Educación Física o Sicología, pero orientado a lo deportivo. He hablado con profesores sobre cómo funcionan las becas. También han venido al colegio a explicarnos de las becas del Estado y becas internas. Me gusta mucho la Católica, si me decido por Educación Física, pero si es Sicología mi opción es la UdeC. Además, son los dos equipos más fuertes a nivel universitario, he ido a ver sus partidos, ahí juegan mis amigos. Por historia, la Católica es el más fuerte, pero la UdeC se ha metido cada vez más y hasta le ha ganado, cosa que antes no pasaba”.

Ha viajado harto por el deporte y detalla que “desde Octavo estoy en selección regional y en Segundo ya con los grandes de selección regional fui a la Araucanía, a Chubut, que eran como 48 horas arriba de un bus. El año pasado fui a Punta Arenas y ahora será en La Pampa. Con el vóleibol he recorrido desde La Serena a Punta Arenas y me ha tocado viajar mucho. Mi máxima aspiración es jugar un día el Mundial Universitario que el año pasado se hizo en China, por ejemplo”.

¿Y qué dicen en su casa? “Mis papás me apoyan siempre, me llevan a partidos, me van a ver, me apoyan con los costos. Bueno, ellos quieren que yo sea feliz con lo que me gusta, y que si eso además me ayuda a una beca, mejor. Pero que trate de ser el mejor en lo que me dedique”, apuntó. Sobre Almondale, precisó que “cuando llegué al colegio, el voleibol llevaba un año y ahora ya hay hartos alumnos jugando. Yo tengo tres compañeros entrenando en la UdeC y así vamos mejorando”.

Por último, aprovechó de agradecer, porque “soy una mezcla de mis profesores. Primero, Edgardo Jara, del Instituto Humanidades, que fue quien me motivó. Luego el ‘profe’ del Salesiano, que me enseñó las cosas básicas. Julio Orellana, de la Católica, y mi padrino Carlos Copelli, que es preparador físico de la UC. Mis papás fueron muy importantes y también mis compañeros. Siempre entrené con los más grandes y aprendí a palos. Agradezco sus consejos y motivación, porque el voleibol es muy sicológico. Si no eres fuerte de cabeza, no eres nadie”.

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