En el fútbol siempre ganan los mismos, es una frase que suele escucharse seguido. Y es así, casi siempre. En Europa, hay dos ejemplos que muestran que es posible pelear y ganar títulos para elencos que pueden ser considerados chicos: el Leicester en Inglaterra y el Atlético de Madrid en España.
En el fútbol siempre ganan los mismos, es una frase que suele escucharse seguido. Y es así, casi siempre. En Europa, hay dos ejemplos que muestran que es posible pelear y ganar títulos para elencos que pueden ser considerados chicos: el Leicester en Inglaterra y el Atlético de Madrid en España.
En el caso de los ingleses, acaban de ganar la Premier League por primera vez en su historia. El año pasado, estuvieron a punto de perder la categoría, y con un grupo bien armado, con jugadores desequilibrantes individualmente y un técnico (el italiano Claudio Ranieri) que se acomoda perfectamente a jugar de "chico a grande", dejó en el camino a planteles poderosísimos en nombres y recursos, como el Manchester City, el United, el Chelsea, el Arsenal o el Tottenham, que le peleó el torneo hasta hace una fecha. Y a diferencia de lo que ocurre en este lado del mundo, donde se puede hablar de fortuna u otros factores al ser campeonatos cortos, acá nada de eso vale: son 38 jornadas, y el Leicester fue líder casi todo el certamen.
En España, el elenco dirigido por Diego Simeone se ha acostumbrado en los últimos años no solo a pelearle la Liga al Real Madrid y el Barcelona, sino que también a ser protagonista en la Champions League. En la semana, consiguió el paso a su segunda final en tres años al torneo de clubes más importante del mundo, y la inesperada derrota de ayer con el Levante lo alejó de la punta del torneo español, el que también ganó hace dos años.
Con un técnico que le imprime un sello a su equipo -más allá que no sea del gusto de varios-, el Atlético es otro ejemplo que con inteligencia, saber usar los recursos y con una identidad propia es posible llegar lejos, y competir con elencos de mucho más presupuesto y que a priori asoman como imposibles de derribar.
En Chile, mucho se critica el nivel de los refuerzos de los equipos que juegan la Copa Libertadores. En esta versión, nuevamente todos quedaron afuera tempranamente, pero se han dado nuevos ejemplos de que no todo es dinero para poder pelear: el modesto Independiente del Valle de Ecuador, que eliminó a Colo Colo en la fase de grupos, sacó en octavos a River Plate, último campeón, y se instaló por primera vez en los cuartos de final.
Allí también está Nacional de Uruguay, que dejó en el camino al poderoso Corinthians de Brasil, que por segundo año quedó fuera del torneo en esta instancia (el año pasado lo eliminó Guaraní de Paraguay). Por eso, una lección: no todo es dinero y contrataciones, hay otros factores tan importantes, como creer, lograr una identidad y convencerse de que es posible. Ejemplos sobran.