Hemos querido descentralizar y hacer ver que la UdeC es un solo territorio que está expandido tanto en la región del Biobío como en la de Ñuble y en su sede en Santiago”, aseguró Rodrigo Piracés, director de Extensión y Pinacoteca UdeC. Además, se destacaron cifras de asistencia a las diferentes actividades.
Más allá de las cifras, que fueron positivas de acuerdo a los cálculos previos, lo cierto es que en el balance de la recién terminada Escuela de Verano UdeC 2023 hay un aspecto que se destaca, y que sin dudas se potenciará de cara al futuro: la descentralización. Sí, porque si bien los campus de Chillán y Los Ángeles siempre han tenido participación en el evento, en esta ocasión fue más activa, recibiendo actividades que se replicaron desde Concepción.
Así lo confirmó Rodrigo Piracés, director de Extensión y Pinacoteca UdeC, en el acto de balance realizado ayer en ese mismo recinto. “Tradicionalmente, los campus habían participado de las escuelas de verano, pero este año, después de la pandemia y muchas conversaciones, se decidió reforzar esa participación y por eso hemos querido descentralizar y hacer ver que la UdeC es un solo territorio que está expandido tanto en la región del Biobío como en la de Ñuble y en su sede en Santiago. La idea es comprender la universidad como un todo y no como partes, entonces la Escuela de Verano asume esa misma lógica, por eso es que tanto en el campus Chillán, Los ángeles y en Santiago las actividades tuvieron mucha relevancia”, aseguró.
En ese sentido, también destacó que la idea es continuar potenciando estos lazos de cara a las siguientes ediciones de la cita.
“Este año tuvimos una primera experiencia mas formal, y desde ahí los campus han sacado sus propias conclusiones. Si bien actuamos de forma coordinada, cada uno tiene su independencia en virtud de sus propias comunidades, diferentes a las de Concepción. La idea es potenciarlos, definitivamente”, dijo.
Piracés igualmente afirmó que el Foro otra vez fue el epicentro de las principales actividades masivas, con un buen comportamiento de los asistentes.
“El campus es una plaza pública de la ciudad, y la gente lo entiende así. Se genera un resguardo que tiene que ver con la educación, del conocimiento, de las buenas costumbres, de los buenos hábitos. La gente viene predispuesta a convivir en buena lid, no hay actos de excesos, no se producen, a nivel general, actos vandálicos y eso para nosotros ha sido importante para el llamado que ha hecho varias veces el rector Carlos Saavedra a cuidar el campus, a sentir la UdeC como algo propio. Pensamos que la comunidad así lo ha recepcionado, pues no se han generado destrozos y agradece que se lleven a cabo estas actividades sin cobro. Es un panorama familiar que la gente reconoce y agradece con su presencia y con su conducta”, indicó Piracés.
Fueron más de 100 mil personas, según las estimaciones de las reparticiones encargadas de cada evento (ver recuadro) las que participaron en las diferentes actividades de la Escuela de Verano. Aunque el director de Extensión y Pinacoteca UdeC indicó que este es un indicador importante, no es lo más relevante al momento del balance.
“De alguna manera la medición que hacemos no tiene solo que ver con la cantidad de público. Actividades masivas pueden hacer invitando a un artista muy popular, que convoque gente, pero nos interesa mucho la calidad, el contenido de los eventos. Entonces, no nos interesa solo tener indicadores de número de personas, sino también que para quienes asistan sea una experiencia transformadora en un Escuela de Verano, donde han aprendido algo y pueden mirar ciertas cosas de una manera distinta. Se apunta a la transformación a través de la enseñanza”, afirmó.
En cuanto a la proyección de público, Piracés detalló que “en realidad nosotros no hacemos eso, quizás por nuestra naturaleza, pues quienes organizamos la Escuela de Verano somos todos profesores y profesoras. Uno tiene un número estimado antes, 80 mil, 90 mil personas aproximadamente, pero esto subió mucho por la participación de los otros campus y la Filb. Hay un público cíclico. Pero más que las cifras, nos interesaba el impacto que pudiéramos tener, que efectivamente se generó. Se confabularon distintos factores, la Feria del Libro con su oferta literaria, la oferta académica concursos y la artística con lo que se realizó en el Foro, en la Pinacoteca y los actos en los demás campus”.
Al respecto, agregó que “sabíamos que algunos eventos iban a cautivar y llevar gente, pero otros que no estaban en una primera línea igual tuvieron altas convocatorias. Ahí lo que se generó fue un fenómeno a causa de la Filb. Como era un evento continuo, permanente, ese público, buena parte de él, iba a las actividades del Foro, generando un circuito cultural. Eso creemos que fue un buen vínculo para asegurar la asistencia y que la gente tuviera un panorama completo”.
Piracés también destacó en el balance la oferta académica que tuvo el evento, que contó con 45 charlas, 74 talleres, 26 cursos generales y 35 cursos de postgrado en esta oportunidad.
“Cuando uno asiste a una universidad espera ver cierto tipo de cosas, de espectáculos que no va a ver en otra parte. La cultura, vista desde lo popular, se vive en varios festivales de la región, y está muy bien, entonces lo diferenciador es ofrecer desde otras áreas, desde la física, la química, las ciencias sociales. Los 144 cursos que se dieron y ofrecieron las profesoras y profesores son el núcleo de la Escuela de verano y rememora de algún modo su sentido inicial, cuando a Enrique Molina Garmendia se le sugiere hacer estas escuelas de temporada que se llamaban en esa época, invitando, por ejemplo, por medio de una carta que descubrimos en los archivos de la Biblioteca, a la profesora Lucila Godoy Alcayaga, que podía hacer una charla en la UdeC”, indicó.
En esa línea, añadió que “ese carácter es el que nosotros hemos querido rescatar desde lo que fue el centenario de la Universidad, desde ahí empezamos a marcar ese punto, relacionado con lo académico y el conocimiento que desarrolla en sus aulas”.