Cultura y Espectáculos

La dicotomía de “sentir” la danza desde una pantalla

Con más de un año asumidos en este tiempo de confinamiento y cuarentenas varias, esta disciplina de las artes escénicas -que tiene varios y varias exponentes locales destacadas- ha traspasado sus propuestas y formas de expresión a la virtualidad. Escenario que ha permitido el aprendizaje de otros lenguajes y la apertura hacia nuevos campos de investigación. Sin embargo, nunca se le igualará a la presencialidad y contacto con el público, cercanía que se anhela a estas alturas.

Por: Mauricio Maldonado 02 de Mayo 2021
Fotografía: Cedida Lokas Juanas

Fue en 1982 que la Unesco estableció el 29 de abril como el Día Internacional de la Danza que, más allá de coincidir con el natalicio del bailarín y coreógrafo Jean Georges Noverre, apunta a homenajear esta disciplina como un arte universal y diverso. Una forma de expresión sin barreras culturales, políticas ni de alguna otra índole.

Una disciplina que, a nivel local, posee una gran cantidad de compañías y colectivos que la desarrollan, los que han sufrido los embates de la pandemia, debiendo trasladar sus propuestas del escenario  a  la imagen virtual. Tránsito no del todo fácil ni sostenible, con el pasar de los meses.

“Hemos pasado distintas etapas. Es decir, lo dividimos en dos grandes períodos. El año pasado, que fue como la novedad, por decirlo de alguna forma, tuvimos que trasladar todas las actividades que se hacían de forma presencial a un contexto digital. Fue interesante y entretenido descubrir esta nueva modalidad. Todo era novedoso: abrirse a otras posibilidades de visionar cosas de acá y también de otros territorios”, manifestó Darwin Elso, bailarín e integrante del Centro Cultural Escénica en Movimiento.

A lo que completó que “este año se generó una visión más pesimista. Una idea desesperanzadora de lo que está aconteciendo. Porque uno pensaba que la pandemia duraría un poco, sin embargo, se ha ido dilatando y no se ha avanzado mucho. Sigue la misma cuarentena por la que estamos pasando y no sabemos cuando terminará. Como que nos está cansando la modalidad y vemos que,  al enfrentar todo esto, finalmente, no podemos dejar de hacer lo que hacemos”.

Para Sandra Vargas, bailarina de la compañía Cuerpo Imaginario, aunque el cambio hacia la virtualidad ha tenido sus beneficios, también ha generado males menores y que no van en línea con lo corporal de la disciplina. “Es difícil para el bailarín o bailarina , y para la danza en general, situarse solamente desde el aspecto virtual. Trabajamos con el cuerpo, necesitamos espacio, necesitamos a la gente, ya que ahí es dónde se interacciona y emerge la creación, el ritual. Y es complicado que eso no esté. Es complejo el panorama para los trabajadores de las artes escénicas estar en la situación actual y que se llegue solo al espacio virtual como alternativa. Si bien es un área que no podemos desconocer, que ya está instalada y que no desaparecerá, es una posibilidad que antes era de resistencia creativa. Ahora, ya no es así. Es un espacio que llena todo, en el que sí o sí tenemos que reflexionar, por ejemplo, en que no beneficia ni a la salud ni a las interacciones”, recalcó.

Ni bueno ni malo: diferente

Según Francisco Carvajal, bailarín integrante de Conmover, plataforma de investigación y creación en danza contemporánea, si bien el cambio hacia lo digital fue, ciertamente, brutal para el área, no era algo del todo desconocido para ellos. Incluso, antes que se desencadenara la pandemia venían trabajando lo audiovisual como una posibilidad de investigación y exploración, creando incluso un montaje de videodanza. “No ha sido fácil, más bien complejo. Sin embargo, nos ha traído nuevos e interesantes desafíos el paso del registro de las propuestas a otros formatos y estilos. A nosotros, en particular como compañía, nos acomoda, ya que, desde hace un tiempo, veníamos investigando otro tipo de lenguajes, como lo audiovisual. Tenemos un videodanza que, desde hace un tiempo, ya estamos rodando y otros proyectos en marcha en la misma línea”, dijo.  En lo práctico, según cuenta Carvajal, igual les ha traído ciertas complejidades, “en particular por las cuarentenas, se nos ha complicado el poder convocarnos a bailar, ahí se han abierto posibilidades de reflexión. Lo cual abordamos en una programación que desplegamos a modo de celebración del día de la danza”.

Palabras muy similares a lo planteado cuenta Juanita Paz Saavedra, integrante del colectivo Lokas Juanas, quien igual reconoció lo complejo del momento, pero que junto a su compañero Cristian Reinas lograron reaccionar rápido y cambiar el switch a lo digital sin mayores contratiempos. Lugar desde dónde se sienten cómodos. “No sé si llamarle beneficioso, bueno o malo, creo que son escenarios distintos. Obviamente, la danza para mí siempre será presencial, porque ahí se da el contacto y cercanía real con el otro. Pero, como coreógrafa y siendo parte de la plataforma Lokas Juanas, tenemos un trabajo interdisciplinar. Estamos en diálogo para complejizarnos a lo transdisciplinar, donde todos los lenguajes, en el caso de la danza, la música, la performance y, además, lo audiovisual, confabulan para mostrar una propuesta en formato de video”, señaló.

A lo que completó que “para nosotros ha sido un lugar interesante de investigación y estudio, me ha ampliado el paradigma de poder trabajar también la poesía en movimiento para la cámara, lo cual no había desarrollado antes”.

En lo que sí hay un cierto consenso entre estos cuatro representantes de la danza local, es que el panorama se proyecta incierto en cuanto al retorno a la presencialidad. Igual están puestas las esperanzas en el segundo semestre y, más puntualmente, en los últimos meses del año, en que se avance de fase, se permitan espectáculos y presentaciones de propuestas con público en vivo. Y así recuperar algo del tiempo perdido del contacto con el otro. Es decir, aunque sea compartiendo un mismo espacio.

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